¡El principio del verano!
Respirar muy profundo. Sacar el aire lentamente. Abrir los brazos hasta sentir que el viento corre entre cada uno de los dedos de mis manos. Escuchar el golpeteo del agua en la orilla. Siento y me imagino cada detalle mientras empiezo a sonreír con los ojos cerrados. Me provoca una sonrisa grande, muy grande. Me encanta llenar mis pulmones de este aire tibio. Adoro escuchar el ruido de las olas. Amo sentir la arena bajo mis pies. Siento que mi corazón no puede más, y va a explotar en un mejor lugar. La gente me mira cuando llego y cierro los ojos, abro mis brazos lo más grande que puedo y trato de abrazar todo el viento que llega. Pero es que me encanta sentir como roza mi cara y hace volar mi cabello. La sensación es como un sueño. Un sueño que es solo mío porque no se lo comparto a nadie. Solo lo sé yo. Así que, cuando abro los ojos a veces me doy cuenta de que alguien me está mirando, sonrío más, porque este momento es solo para mí.
¡Voy a patinar otro rato! Sí, quiero patinar otro ratito más antes de regresar a casa.
Nunca sé cuánto tiempo he estado patinando; solo sé que el sol se empieza a esconder lentamente, y entonces es cuando me doy cuenta de que debo volver a casa. Y regresar está muy bien porque mamá y papá me esperan. ¡Mmm!, además seguramente mamá debe haber cocinado alguno de mis platillos favoritos. Y mi mamá cocina riquísimo.
Estoy segura de que es una de las mejores chefs de todo Cancún. ¡No! De todo Cancún, no. ¡Del mundo mundial! ¡Eso es! ¡Mi mama es la mejor chef del mundo mundial!
Mi mamá, aunque a veces es muy estricta, también es súper buena onda y cariñosa.
Sé que siempre se preocupa mucho por mí y quiere que esté contenta; lo sé porque me lo dice todo el tiempo. Además, siempre que empiezan las vacaciones me consiente mucho y sabe perfecto todo lo que me gusta. Ya sé... es mi mamá.
Ella y yo nos llevamos súper chido. Me encanta que siempre sabe qué decir para hacerme sentir bien. Sabe escucharme cuando lo necesito, y dice las cosas más agradables para que me calme, y siempre me ayuda.
A veces, cuando tengo muchas cosas en la cabeza, ella viene a mi cuarto y platicamos un rato. Yo sé que a veces no entiende todo lo que le cuento; no sé si es porque hablo muy rápido o es porque siempre tengo muchas cosas dando vueltas dentro de mí cabeza. Es como si millones de mariposas aletearan dentro de mí, y cada una fuera un pensamiento que me gustaría decir, explicar. No sé; a veces quisiera poder hablar más rápido, más rápido, rapidísimo para decir todo lo que pienso. Y a veces también deseo que con decir todo lo que pienso ya fuese suficiente para que se hiciera realidad. ¡Ah! Creo que me desvié, siempre me pasa. Estaba hablando de mamá. ¿En dónde estaba? ¡Ah! ¡Sí! Ya me acordé. En que no sé si mamá sabe todas las cosas que le cuento, pero es como si más allá de todas las palabras nos pudiéramos entender sin hablar. En ocasiones no me dice nada, me escucha y me da un abrazo que me hace sentir muy segura, y me da mucha alegría. ¡La quiero mucho! ¡Ah, sí! Se llama Mónica.
Cuando voy patinando con el mar a mi lado, pienso mucho en todas las cosas que me gustan, pero sobre todo en que me gustaría poder patinar siempre. Creo que no hay otra cosa que me guste más que andar sobre ruedas. De verdad. Me da una sensación muy grande de... libertad, de felicidad.
Ojalá pueda encontrar la manera de seguir patinando siempre; si por mí fuera, yo haría todo en patines. ¡Hasta dormir!
Mi mamá es la primera en decirme que hasta me ve rara si no los traigo puestos. Me gusta imaginar lo divertido que sería que en escuelas se permitiera ir patinando a todos lados. Empiezo a pensar en las caras de todos y me imagino que estarían muy contentos. Además, llegaríamos muy rápido a cualquier lugar.
¡Ay! ¿Qué hora será? Voy a ver.
Seguramente, por venir pensando en patinar mientras patino, no me di cuenta de la hora, y ya debo estar en otro lugar. Pero no hay problema, a mí me encanta la velocidad. Así que ¡ahorita llego! ¡Muévanse todos! ¡Luna Valente a toda velocidad!
Conozco todos los caminos que hay para patinar; me sé de memoria cada línea en el cemento, sé cuando viene una bajada o una pendiente muy difícil. También me gusta mucho que, de tanto patinar por estos lugares, la gente ya me saluda cuando paso. Y a mí también me gusta saludarlos.
¡Creo que es súper chido!
Son personas que, aunque solo alcanzas a ver un segundillo mientras pasas, te esperan con una sonrisa, te dicen «hola» y «adiós» al mismo tiempo, y cuando volteas todavía están moviendo la mano en el aire mientras te miran pasar. ¡Pim! Creo que me llego un mensaje: a ver... ¡Es de Simón!
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Soy Luna || Original Disney
Short StoryDisney Soy Luna El principio del verano. Conócela antes que nadie. Textos de Paco Jimenez. Planeta Junior.