Estaba en medio de aquella guerra, disparando y esquivando. Matando para poder sobrevivir. Ver como iban muriendo me encantaba. Me aprendí el proceso: La bala impacta en su pecho, su cuerpo cae al suelo, se forma una mancha de sangre, su corazón se para, sus ojos pierden el brillo; la bala impacta en su cráneo, muere instantáneamente; el dardito envenenado aterriza en su cuello, su sangre se llena de ese letal veneno, sus entrañas se van corroyendo poco a poco, su cara muestra dolor, cae de rodillas, intenta arrancarse lo con rabia, no lo consigue, hace la herida más profunda, chilla desesperado, muere.
Esas son mis favoritas. Pero tengo muchas más formas.
Oh, joder, ni pienses que me arrepiento, matar gente es lo que más amo de este puto mundo.
Le ví, venía corriendo hacía mi, ese chico era un pesado, siempre intentaba ayudarme, aunque le haya dicho mil veces que no necesito ayuda. Me tiene muy harta.
-¡Jade!- chilló, joder, este crío es idiota, ahora está gente sabe mi nombre... Aunque... no seguirán vivos por mucho tiempo. Sonreí y disparé varías veces, guarde la pistola, saqué unas cuantas cuchillas impregnadas de mi veneno casero, las lanzé, acertando en las arterias de distintas personas, están muertos, recogí alguna cuchilla de los cadáveres, saqué los dardos, esquivando las balas que se dirigían hacia mi. Lanzé tres dardos, tres hombres menos.
Una mujer se me acercó por detrás, le dí una patada en la pierna, cayó al suelo, agarré su pelo, levantándole la cabeza.
-¿Creías que ibas a poder conmigo, ilusa? ¡Qué pena que vayas a morir como lo tengo planeado! Tranquila, solo te dolerá mucho- dije en su oido con una sonrisa.
-No te tengo miedo- espetó, giré su muñeca partiendo el hueso.
-¿Quién te ha dado permiso para hablar?- pregunté mirándole a los ojos, sus ojos eran negros y estaban llenos de ira.
-¿Quién ha dicho que lo necesite?- se acercó más. Ahora su codo estaba dislocado.
-Cállate o será peor- le dije acercándome.
-Callame tú- susurró, con deseo.
-Eso haré- contesté acercándome más y saqué un trozo de cinta adhesiva, la cual pegué en su boca.
Protestó, pero yo no entendía nada.
Seguí desencajando sus huesos, era como separar las piezas de un puzzle, me gustaba el sonido, mejor dicho, amaba ese sonido.
Hice distintos cortes en algunas arterias y la dejé allí, desangrandose.
Dean había acabado con los demás, mientras yo torturaba a esa idiota.
-Te has divertido ¿verdad?- me dijo sonriente.
-Sí, Danniels, me he divertido- sonreí, y él me miró mal, no le gustaba que le llamase por su apellido.
-Te he dicho mil veces que me llames Dean- replicó.
- Y yo te he dicho mil veces que no me ayudes, pero tú sigues yendo detrás de mí- dije sacando una botella de agua de mi mochila.
-No voy a dejarte sola Jade O'Donnel, no puedo hacer eso- negó con la cabeza.
-Sí que puedes, pero no quieres. No quieres porque te sientes bien conmigo, estás siendo puramente egoísta y no te culpo, todos somos egoístas y más ahora- me senté en el suelo.
-Tal vez tengas razón, es que me siento demasiado bien a tu lado, y no quiero perder esto, creo que es lo único que me queda- se rascó la nuca mirando al suelo. Se sentó a mi lado.
-Sí lo único que te queda son tus "sentimientos" por una psicópata estás jodido- le toqué el hombro.
-Estoy muy jodido- susurró.
-En la guerra no hay lugar para los sentimientos, si te ciegas por ellos... acabas muerto, déjalos de lado mientras luches, o los dos estaremos muy jodidos- dije sincera.
-¿Cómo pretendes que deje esto de lado? No puedo parar de amarte, no puedo forzar mis sentimientos, no puedo y estoy muy jodido- se tumbó en el suelo. No me estaba mirando, pero yo a él sí, estaba sonrojado.
Puse su cabeza sobre mis muslos y miré sus ojos. Sus ojos morados.
-Igual que yo lo hago, yo oculto mis sentimientos, mis sentimientos por ti, y me centro en no morir y en que no mueras- él sonrió.
Acerqué mi cara a la suya poco a poco...
Y mis labios acabaron sobre los suyos.
Era un beso cargado de amor e inseguridad, no fue perfecto, pero creo que es mi favorito.
Seguimos hablando un rato, no nos importaba en olor a sangre y los cadáveres que estaban cerca.
-Jade, eres tonta- dijo riéndose.
-Pero, soy tu tonta, tuya, Dean, tuya- dije con mi cabeza en su pecho.
Besó mi cabeza y se sonrojó, yo analicé lo que había dicho y sentí como mis mejillas empezaban a arder.
-Deberiamos ir al refugio- dije.
-Cierto- me alejé un poco, él se levantó y me tendió la mano para ayudarme, dí un salto y me puse en pie, sin mirar su mano.
-Lo veía venir- dijo entre risas.
Hicimos el camino en silencio, nos encontramos con un par de personas, ahora yacen en el suelo, sí, están muertos. Hacemos un buen equipo, aunque soy más rápida sola, pero hay algo en el que me aporta seguridad y no quiero desprenderme de eso.
Se paró, miró a los ojos, se fue acercando, y a mi me entró la risa floja no podía parar de reírme y le contagié la risa a él también. Un par de minutos después, él decidió besarme para que nos callaramos.
Seguí su beso, besarle era lo mejor que había hecho en la vida, después de matar a gente.
-Dean.
-Jade.
-Me haces sentir bien... como si no estuviera loca, es raro, no se si me gusta o no- susurré. Él se acercó y me abrazó. Sentía que todo era como antes...
Como antes de la guerra...
Como antes de que me volviera loca...
Como antes, cuando solía amar y ser amada...
Como antes...
No me sentía segura con estos sentimientos, ya los había sentido, pero todo parecía tan nuevo...
No quería volver a sentir nada, pero vivir intentando ocultarte de los sentimientos no es vivir.
-Jade.
-Dime Danniels.
-Te quiero.
Y mi corazón se aceleró como una jodida moto a mil kilómetros por hora. Eso me asustó mucho.
Pero reuní el valor para contestarle.
-Yo también te quiero.
Él se acercó lentamente, sentía como mi corazón se paraba, y de repente me abrazó y tuve miedo. Mucho miedo, porque me sentía bien, y siempre que estoy bien pasa algo malo.
Tengo miedo.
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Sangre
ParanormalDesperté y todo lo que podía ver era sangre y una poética oscuridad. Todo olía a sangre y a putrefacción. Todo sabía a sangre. No sabía dónde estaba, pero no era un sitio normal.