Capítulo 5

110 13 1
                                    

~Narra Pablo~
En la oscuridad de la habitación mantengo mi atenta mirada en el techo pensando en todo lo que ha ocurrido en las últimas horas. Parece que el dolor de cabeza me ha dado una tregua pero ahora es la tos asfixiante el que me está matando. Es cerrar los ojos y darme un ataque que hasta que no se me clavan las costillas no para, esto me pasa por idiota. Si hubiese ido al hotel en vez de correr por las calles como Heidi por el monte, la hubiese mandado a freír espárragos y hubiese cogido el vuelo más cercano que me pillase. Estaría en Málaga con Terral componiendo para mi próximo disco, pero no, perdí por completo la razón y el perjudicado como siempre soy yo.
Me pongo de lado en la cama observando el balcón que es ocultado por unas cortinas finas mientras que el libro de Margot cae el suelo. Lo recojo como puedo y lo dejo en la mesilla, incluso me ha dado tiempo de leermelo entero y llorar por su argumento, ahora entiendo porque la gente decía que lloraba con la película, es imposible no hacerlo. Resoplo y vuelvo a la posición de antes dándome otro ataque de tos, maldiciendo en voz baja y temiendo despertarlas por mi culpa, me siento tan mal por todo lo que estoy recibiendo y que no puedo devolver.
La puerta se abre y aparece la misma figura que vi aquella anoche que diluviaba, su ceño está fruncido pero en cambio su sonrisa parece calmar lo que es el enfado, se sienta a mi lado dándome algo que no sé reconocer-Este es letal, así podré dormir-bromea, observo que es lo que me ha ofrecido encontrándome caramelos de miel y menta.
Me tomo uno y un importante escozor quema mi garganta irritada además del mal sabor que tiene-Te acostumbras-comenta al ver la mala cara que pongo cuando lo saboreo.
Se tumba a mi lado con un largo suspiro y veo las ojeras que se marcan en sus ojos, todo por culpa mía-Lo siento-murmuro-Mañana me iré.
-¿Aún sigues con la idea?-asiento convencido, su sonrisa desaparece y me mira enfadada-¿Por qué?
-Ya te lo dije, molesto-susurro ya que mi voz está estropeado por todo lo que ha pasado esta noche.
-No te agradamos ¿Verdad? Sé que no te puedo dar una habitación de cinco estrellas pero esto es mucho mejor que una cama en un espacio sin vida.
-Margot...-me ofende que diga eso cuando no es verdad, me duele que tenga una imagen así de mi.
-¿Qué?-pregunta alterada-¿Sabes qué? Eres un famosete de tres al cuarto, así que si tienes tantas ganas de irte, hazlo, que te cuide el mayordomo que hayas contratado-aquello me toca la moral pero mis fuerzas flaquean para reprochárselo por lo que no digo nada dando por terminado la conversación.
-¿No vas a decir nada?-un juego así es lo que hacía Rebeca para salirse con la suya y no voy a caer de nuevo.
-Entiendo que estés así-mi comentario hace que caiga al pequeño hueco que hay entre nosotros y me da la espalda-¿Vas a dormir con el famoso de tres al cuarto?
-¿Tengo que recordarte que es mi cama?-vale, ahí me he pillado.
Me tumbo yo también a su lado mirando como se transparenta su espalda por el camisón.
-Que descanses-comento para cabrearla más, ella suelta un insulto en francés y yo rio.
-¿Te hace gracia? ¿Qué también te tomas todo a broma? ¡Famosos! Se creen que las oportunidades les caen del cielo-mi carcajada le desconcierta más.
-Si tú supieras...
-Ni quiero saberlo.
El silencio se hace en la habitación y doy vueltas en la cama sin la tos gracias al alivio que me dan los caramelos, tal vez tenga razón, parece que estoy rechazando su ayuda, cualquier cosa que haga, voy hacer daño, si no es de una forma es de otra, lo mejor es volver a como eran las cosas antes de esa llamada.

~Narra Margot~
Menudo desagradecido, no hago más que pensar en las cuatro verdades que le he soltado y que nadie ha sido capaz de decírselo, pobrecito, ya como es famoso hay que tenerlo en un altar ¡Qué tonta he sido! Debería haberlo dejado allí, seguro que esto no lo hubiese hecho con otra persona, pero claro, como vas a dejar a un cantante desamparado ¿Y por qué no? Creo yo que un mendigo necesita más hospitalidad que él. Me duele que se quiera ir, ya no solo porque no ha apreciado nuestra ayuda si no porque lo voy a echar de menos ¡Si hasta me he acostumbrado a sus ronquidos y a esas toses que han hecho que mi madre se acuerde de todos sus familiares! Le doy una patada para que deje de roncar y escucho una palabra que no sé que significa pero que nada bueno debe ser, rio, ¡Eso por quererte ir! Pero, no puedo hacer nada, es su decisión y yo la tengo que asumir.
En las horas que quedan me mantengo despierta para no olvidar todo lo que he vivido y porque tampoco me ha dado tiempo de escribirlo, si es que acaso algún día encuentro las palabras exactas para describir esto.
Y al fin, suena el despertador indicando que es hora de levantarse, lo apago y escucho como la puerta principal se cierra dándome a entender que mi madre ya se ha ido al trabajo.
-Levanta gandul-no sé como aprendí esta palabra pero lo que si recuerdo es que me advirtieron que en España era muy habitual ese tipo de personas.
Le tiro la almohada en la cara y él la aparta tirándola al suelo-¿Sigues enfadada?
-No te pienses que te voy adorar como estarás acostumbrado-vuelve a reírse y ¡Me enerva! ¿Qué gracia tiene?
-Piensa lo que quieras-flipo por su pasotismo, no lo veía así de ninguna manera, y tampoco como lo estoy describiendo, pero, me da igual, seguro que es como todos aunque no lo aparente.
-Ves preparándote para volver a tu lujosa habitación con tu mayordomo.
-Claro princesa.
Lo que faltaba-¿Te estás poniendo chulito?-alza los hombros.
Le dejo ahí y entro al cuarto de baño, aquel que tiene el pestillo roto, para darme una ducha de agua fría que me es necesaria para calmarme. Me arrepiento de darle todos los potingues y haberle ofrecido mi amistad ¡No se la merecía! Cada vez me está decepcionando más. Salgo de la ducha aún enfadada ¡Será posible! Ni con Eli me puse así la última vez que discutí con ella. Veo en el espejo las ojeras que me hacen parecer un oso panda ¡Ni me voy a maquillar! Quiero que vean la mala cara que tengo por culpa de la noche que me ha metido el tío. A un lado del espejo veo como está apoyado en la pared observándome, sonrojo, ¡Será...! Bueno también hay que reconocer que yo hice lo mismo pero ¡Se va a enterar!
Salgo, aún con la toalla puesta y veo como se pone rojo-Bonitos lunares-sé que se refiere a los de mi espalda ¿Me habrá visto desnuda? Siento morirme de vergüenza.
-¡Tú eres un mirón y un guarro!
-Creo que no soy el único-vaya tela, sabe como pillarme.
-¡Pero estoy en mi casa y hago lo que me de la gana!-sonríe antes de empezar con su tos, tal vez en otro momento me hubiese dado pena pero ahora, como dicen los andaluces ¡Nanai!
-Por eso me voy a ir porque no es mi casa.
-¡Pero yo no quiero que te vayas! ¿Tanto te cuesta entender?-cuando me doy cuenta de que he confesado lo que llevo pensando esta noche, me arrepiento.
-Te espero abajo-y con eso se marcha dejándome con la boca abierta.
¡Maldito cabezón de cabeza cuadrada y cerebro con forma de melón!

Una taza de café en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora