Lauren caminaba muy deprisa de vuelta a la casa sin soltar mi mano y parecía bastante enojada. No tenía idea de quién era aquel chico pero estoy segura de que no era de su agrado ni bien recibido en el lugar. Tardamos unos veinte minutos de regreso y ella sólo caminó hasta su coche aún conmigo siguiéndola de cerca, abrió la puerta del copiloto para mí y la cerró de un fuerte portazo una vez que estuve dentro. Encendió el auto con prisa y se puso en marcha, su rostro estaba tenso y sus nudillos se apretaban alrededor del volante.
-¿Quién era él?.- Me atreví a preguntar a pesar de su actitud.
-Aaron Duncan. Él pertenece a otra manada Camila, y no de muy buena clase. Por favor mantente alejada de ellos y del bosque cuando yo no esté cerca.- Dijo dándome una mirada fugaz a la que respondí con un asentimiento de cabeza.
-Bien, sólo intenta relajarte ¿Si?.- Puse una mano sobre la suya que reposaba en la palanca de cambio y di suaves caricias en ella.
-Siento mi actitud, pero aquel idiota te veía como si fueses un trozo de carne.- Gruñó y golpeó en el volante- Nadie puede verte de esa forma.
Me sentía halagada por el hecho de que Lauren quisiese protegerme y valorara lo que soy, pero no me agradaba el hecho de verla enfada como si quisiese romper el cuello de alguien. El resto del trayecto transcurrió en completo silencio que ninguna de las dos quiso quebrantar ya que era bastante agradable. Sólo podía oír su respiración y tal vez ella escuchase hasta los latidos de mi corazón dentro del coche. Aparcó frente a mí casa justo detrás de la patrulla de mi padre, fruncí un tanto el ceño al ver a una camioneta estacionada adelante de ésta pero no dije nada.
-Pues estás de vuelta y sin ningún rasguño. Creo que merezco créditos por eso, y bastantes.- Dijo y fingió estar exhausta dejando escapar un bufido, le di un leve golpe en el hombro y ella rió.
-No seas idiota.- Sonreí un tanto ruborizada a causa de su penetrante mirada verde aún sobre mí.
-No me has dejado terminar.- Tomó mi mano y dejó un beso en mis nudillos- Fue un placer.- Reí por su broma contagiándole.
-¿Te veré mañana?
-Todos los días Camz.- Aquel apodo se había convertido en mi favorito desde que ella comenzó a usarlo.
Con un grato beso de despedida me dispuse a abandonar el auto para caminar hasta el porche de la casa y agitar mi mano en forma de saludo. Me quedé de pie frente a la puerta de casa hasta que su coche desapareció a lo largo de la desierta y húmeda calzada. La calidez del lugar me golpeó inmediatamente las mejillas entumecidas una vez que estuve en el interior. Cerré la puerta sin hacer el más mínimo ruido pero fruncí el ceño al escuchar varias voces provenientes de la sala, caminé hasta allí encontrándome a mis padres acompañados de un hombre y un chico que parecía tener mi edad.
-¡Dios mío Camila! ¡Al fin apareces!.- Mi madre se puso de pie y corrió hasta mi para darme un abrazo.
-¿Dónde has estado?.- Interrogó mi padre mientras mi madre me invitaba a adentrarme en la sala.
-Estaba en casa de Lauren.- A mi madre no pareció importarle pero mi padre y los otros dos presentes fruncieron el ceño.
-¿Lauren Jauregui? ¿Son amigas o algo así?.- Preguntó Alec.
-Podría decirse que sí.- El chico castaño le dio una extraña mirada al hombre junto a él.
-Déjame presentarte a Mike.- Mi padre señaló al hombre quien se puso de pie y estrechó mi mano.