La habitación estaba tan fría que se le ponía la piel de gallina. Era una habitación cuadrada, el techo estaba bajo y las paredes muy juntas. Todo el color era un uniforme gris que cubría las paredes, el techo y el piso de baldosas. La habitación le producía a Unay una sanción de encierro, que al pasar el tiempo, se le hacía insoportable. No había ventanas, solo una puerta cerrada.
Desconocía cuanto tiempo había pasado encerrado hay, podía ser una hora, o toda una eternidad. Apenas recordaba su nombre, pero nada más. Tenía miedo, tenía frio y hambre. Y se empezaba a desesperar al descubrir que no se acordaba de nada. No podía decir que era un problema reciente, puesto que no sabía cuánto tiempo hacia que estaba en esa habitación. Podía ser que recién se despertara de un mal sueño, y su cerebro medio dormido, aun intentara conectarse con la realidad. Pero también era posible que tuviera algún problema mental, y recién ahora volvía en sí, tras una larga ausencia. Si ese era el caso ¿Cuánto tiempo paso? ¿Días, semanas, meses o años? Alguien debía saber, pero el no. Finalmente, cansado ya de intentar calmar su desesperación, se acostó en un rincón, intentando tapar su desnudes con una manta imaginaria. No era por vergüenza, ya que desconocía si alguien lo observaba, pero el frio se le metía asta en los huesos.
Volvió a pasar un lapso de tiempo indefinido. Primero pensó que eran unos pocos minutos, pero luego pensó que quiso hayan sido un par de horas. Lo alegro un poco saber que por lo menos el tiempo volvía a tomar forma, aunque lentamente. Sabía que era imposible que hubieran pasado días desde que se tiro al piso, eso era un progreso, pero uno lento. A continuación recordó un nombre, Iskay. Lo repitió en voz baja. Articulando las dos silabas del nombre: Is-Kay. Algo más le vino a la mente, era una frase: "pero...camino..." Adivino que la frase estaba incompleta, mas aunque pensara con ganas no podía adivinar el resto de la frase.
–...pero...el el...camino – Débilmente articulo lo que iba recordando de la frase. Más no llego a nada.
Nuevamente, ante su nuevo fracaso, se deprimió. Volvió a tenderse en el piso donde paso otro tiempo difícil de definir. "Una hora, tal vez dos acaban de pasar" pensó. Estaba pálido por el frio y sus dientes castañeaban. Cerró sus ojos, intentado distraerse del frio. No tardó mucho en quedarse dormido.
Unay se despertó en su dormitorio. En el Buque Estelar "El Venganza", nave principal de su flota espacial, él tenía un pequeño complejo de habitaciones que llamaba "Hogar". El complejo estaba compuesto por la oficina adelante, el baño personal en el costado derecho, la cocina comedor personal detrás de la oficina y su dormitorio del lado izquierdo de la oficina.
Rápidamente se lavó la cara, se cepillo los dientes y se vistió con su traje de Comandante en Jefe. Se fue a la cocina comedor, donde Sipaku, su cocinera, le estaba preparando el desayuno.
Una vez desayunado se dirigió al puente de mando. Mediante los altavoces de las naves convoco a todos los capitanes de primer y segundo rango a la sala de estrategias. Donde debatirían como atacar al "Astillero", en complejo de centenares de kilómetros de edificios industriales donde se fabricaban armas, armaduras y partes de naves ¿El objetivo de todo esto? La cabeza del Director Iskay. Desde hacía semanas que planeaba matarlo. Al fallar el intento de asesinato resolvió atacar directamente el Astillero. Eso le provocaría la persecución por parte de la policía solar. El precio por su cabeza seria altísimo y lo perseguirían por todos los sistemas habitables, pero valía la pena. Empezó a reunir su flota, y una vez reunida esta se dirigió a atacar. Inclusive rebautizo su buque principal bajo el nombre de "El Venganza".
La planeación del ataque duro como dos horas. Pero una vez discutido todos sus detalles ningún oficial dudo que el Astillero caería ese día. Unay se quedó en la sala, solo. El ataque seria a las siete de la mañana, de la hora del planeta donde se encontraba el Astillero. Tenía toda la tarde y la noche para prepararse.
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La Frase
Short StoryLa frase resuena en su cabeza, en sus sueños. Tentándolo a que descubra la verdad detrás del crimen. Mas la sed de una venganza absurda nubla el pensamiento.