Michael se sorprende y me asusta con su grito de euforia. Se le ve contento y bastante tranquilo a ver que ya el efecto del alcohol se está disminuyendo considerablemente.
-¡Ya se te pasó un poco la borrachera! -Lo miro confundida- Ya hablas claramente, María.
-Ah, con que es eso... -observo algo borroso a Michael y alcanzo a balancearme un poco. Caigo sobre su hombro una vez más y él susurra.
-Sabes... Creo que no eres aburrida -me incorporo nuevamente y lo miro incrédula.
-No me quita el hecho de que lo odio, señor.
-Pero... ¿Por qué? -Pregunta desesperado- ¿Qué rayos te hice?
-Su mal genio y su arrogancia es lo que me repugnan de usted -dije levantándome del sofá y tratando de sostenerme.
-Usted sabe perfectamen... -Puse mi mano frente a su cara y lo interrumpo.
-No se excuse con que una mujer no le dio lo que quería, usted debió haber exigido o dado más.
-Usted que sabe del amor... ¿Se ha enamorado, se ha entregado completamente? -Me reclama y después baja la cabeza.
Yo me quedo callada. Lo miro por unos minutos y después me dirijo hacía la puerta susurrando.
-No, no he sabido de amor... No tiene caso que le explique tampoco, porque yo no sé nada del amor -en mis palabras, se sentía lo ofendida que estaba. Así que abrí la puerta y la cierro de un azoto.
Michael se queda mirando a la puerta por cinco minutos, suspira y luego sale del lugar. Se dirige hacia la cocina y encuentra a Urbano para posteriormente preguntarle.
-¿Y María?
-Salió señor.
-¿Para dónde?
-Creo que para donde una amiga o algo así.
-Listo... Y ¿tienes su número?
-¿El de María? -Pregunta, haciéndose el inocente.
-Sí, el de ella. -Responde irritado.
-Ohh señor...
-¡Qué! Sí lo tiene dígamelo. Si no, no me haga perder tiempo o le preguntaré a otra persona del servicio.
-¡No! -Exclama Urbano y cierra los ojos, preparándose para escuchar otro grito.
-¿Cómo? -Lo mira fríamente.
-Quiero decir... Ya se lo daré -Urbano se fue de la cocina mientras Michael se sienta a esperar. Luego de tres minutos Urbano baja con un papel y se lo da a él- este es -Michael mira el papel, lo agarra y se lo echa al bolsillo. Se retira de la cocina, totalmente despavorido.
Suena mi móvil, pero no quería ver quién es, solo caminaba por las largas calles de Los Ángeles. No tenía rumbo, no tenía horizonte. Sólo pensaba en todo y a veces en nada... Me quedo quieta en un parque y observo que son las 12:00 am. Lo único que alumbra son unos faroles. Suena mi móvil una vez más y lo siento más desesperado, que no me deja más opción que responder.
-¿Bueno?
-¿María? -Michael, al otro lado de la línea telefónica.
-¿Señor Michael, como obtuvo mi teléfono?
-Ya sabe cómo soy, ¿dónde está? está tarde, vuelva a la mansión.
-No quiero. No me apetece, ni deseo volver allá.
-María, por favor.
-¿Para qué me quiere allá?
-Para que no le pase algo peligroso; dígame donde está, yo iré por usted.
-Tranquilo, que yo iré a trabajar mañana.
-Yo no lo digo por el trabajo, María. ¡Deja ser terca, dígame donde rayos estás!
Después de tanto insistir, no quería hacerle sacar más la ira. Así que lo pensé mejor y analizándolo; la calle estaba algo solitaria a esas altas horas de la madrugada.
-Está.... Bien... Estoy en un parque... De Los Ángeles -digo y finalmente siento como Michael suspira de tranquilidad.
-Sí, ¿qué parque?
-El más grande que conozca.
-Está bien, María. Ya voy por usted.
Cuelgo y espero, pero hubiera deseado que no viniera por mí, lo odio... Sin embargo, sentía dentro de mí, que no tenía el derecho de culparlo por lo que le había pasado; ya que parte de mí, se había oscurecido por algo similar. Problemas del amor. Entonces ¿Por qué lo odiaba? Ser arrogante no era su opción, tal vez habrá alguna mujer que lo cambie de parecer.... Pienso que tal vez, en algún momento de su vida, llegará la indicada para él.
Michael llega después de una hora en un auto negro, se baja del y me busca por el gran parque. Me encuentro ahogada en un mar de llanto y observo como corría hacía a mí para luego mirarme.
-Perdón por lo que le dije, ahora en la biblioteca.
-No hay cuidado -susurro.
-Vamos a casa, mira que ya va llover -habla bajito y enjuaga mis lágrimas con un pañuelo que saca de su pantalón.
-Ya está lloviendo...
-María... -Pronuncia mi nombre delicadamente y se saca la chaqueta para colocármela encima- María, no me odies más, prometo cambiar... Es cierto que nadie tiene la culpa del desamor que esa mujer me proporcionó, tal vez habrá otra mujer que me cambie la vida, pero por favor, no me odies, regresemos a casa. -Suspiro fuertemente, pero lo cierto es que no creí ni en media palabra de lo que él dijo. Lo miro y le respondo.
-Está bien, volvamos a casa. -Luego me levanto del banco en el que estaba sentada y me hice a un lado de él. En un acto seguido, estornudo.
-Oh no, pescarás un refriado -Michael anuncia preocupado.
-Da igual. Yo trabajo así me enferme, no sé preocupe. -Respondo a la defensiva.
-Eso es lo de menos, María. -Él me mira- Yo te quiero bien, y no para trabajar...
-¿Cómo? -Lo miro confundida y él me dedica una sonrisa.
-Sólo trata de no resfriarte -entramos a la limusina y le indica al Chofer: Louis, que arranque directo hacía Neverland. Nos demoramos media hora llegando. Cuando salí, le devolví su chaqueta, pero mientras él se la colgaba en su brazo; lo reparé de arriba hacia abajo y fue extraño, pero lo encontré terriblemente atractivo. Retiré todos mis pensamientos sobre cómo se veía y lo miro.
-Que pase buena madrugada -logro decirle y bajo la cabeza mientras pasaba por su lado.
-Pero María... ¡Quédate! -Yo freno en seco y abro los ojos como búho.
-No puedo. Debo ir a dormir, porque madrugo... Buena madrugada, señor Jackson. Gracias por traerme y disculpe lo de esta noche en la biblioteca. Que descanse -me esfumo de ahí y por alguna razón siento su mirada encima de mí. Fue horripilante. Fuera de que tenía que fingir amabilidad después del favor tan grande que me hizo, al traerme de nuevo a casa... Sentía que había actuado también muy extraño esta noche.
Muchas gracias por leer el cuarto capítulo, espero que te haya gustado hasta el momento ¡Abrazos!
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Casados a la fuerza © [TERMINADA] #Sakura2019
Romance"No podía verlo, me daba ira máxima, con sólo sentir su presencia". Lo que ella no caía en cuenta, es que del odio al amor, sólo hay un paso. María, la criada mas joven de la mansión Neverland, donde actualmente vive Michael Jackson, el famoso c...