La Muerte de Michelle

79 8 4
                                    


La tenue lluvia que caía esa tarde en el cementerio le daba un aspecto casi irreal al lugar, era como si el cielo se hubiese unido a la tristeza y expresara su llanto por la pérdida de Michelle. Ayer estaba compartiendo con sus familiares y amigos, y hoy era un cadáver, un ser inerte del que muchos no lograron despedirse correctamente. "Nunca sabremos si la muerte atacará de una forma tan repentina es por eso que debemos despedirnos de nuestros seres queridos como si fuese la última vez" decía el sacerdote.

Tal vez era porque todos estaban vestidos de negro, o porque estaban concentrados en su luto, pero nadie la había visto; allí, a algunos metros de distancia, estaba parada la mismísima muerte, una túnica negra lo vestía de pies a cabeza, la capota le cubría perfectamente el rostro evitando que revelase el cráneo que probablemente tenía por cabeza.

Pero alguien lo vio, se trataba de una broma era seguro, la muerte si existiese de esa forma corpórea no usaría zapatos deportivos y no tendría un palo de escoba con papel aluminio haciendo de su característica guadaña. Enfurecido por el dolor y por la broma, ese hombre lanzó un insulto que desconcentró a todos y les hizo desviar la atención hacia el bromista.

Al verse descubierto, el bromista comenzó a correr, dejando al descubierto sus zapatos deportivos color azul que, aunque oscuros, contrastaban con la negra túnica; comenzó a perder velocidad, la túnica mojada por la lluvia no lo dejaba correr con total libertad, cada instante se veía más y más alcanzado por los asistentes al entierro de Michelle

Fue allí que alguien le hizo un tacleo digno de un rugbista profesional y lo estrelló contra el suelo de una forma brutal, la tierra mojada no era tan suave por lo que sintió un fuerte dolor en las costillas, dolor que sería irrelevante segundos después debido a la lluvia de patadas con las que los asistentes desahogaban su furia.

Una patada le dio de lleno en la boca y por poco le tumba dos dientes, la punta de una bota le impactó en la mejilla dejando un moretón, un tacón en forma de aguja le causó una herida a la altura de la ceja derecha. Un golpe en el tórax le hizo sentir que vomitaría el desayuno, pero un puntapié en la ingle fue el peor dolor que sintió.

En esa lluvia de golpes, el hombre que se escondía tras la oscura túnica, sólo podía pensar en Michelle, en cómo la vida se la había arrebatado, "se la había" era un decir porque ella nunca había sido suya, en su vida era un amigo más del montón.

¿Cómo podría amarlo? Él era un friki, reflejaba perfectamente ese estereotipo, un desastre con las mujeres, cabello enmarañado, delgado, con un pésimo gusto para vestir y amante de los videojuegos y las series de ciencia ficción.

Odiaba acampar pero lo hacía por ella, salió un par de veces de campamento con ella, una de esas noches no pudo dormir nada y odió haberle dicho sí, pero al verla descalza, despeinada y sonriente tomándole fotografías a la naturaleza a la mañana siguiente, se retractó.

Estaba loco era algo cierto, por ella quizá; si esperaba suicidarse para reencontrarse con ella, morir linchado por sus familiares parecía una opción algo extraña, había formas más fáciles, bueno quizá no, pero menos complicadas que esta.

Afortunadamente el novio de Michelle seguía con vida, estaba hospitalizado y gravemente herido; si hubiese salido ileso del accidente de motocicleta que había cobrado la vida de su novia, él, un hombre barbado, tatuado y corpulento hubiese acabado con el bromista en cuestión de segundos y él solo.

No estaba el novio, pero sí sus familiares y algunos amigos, estos se encargaron de reducirlo con una lluvia de golpes, lo hubiesen matado si el sacerdote no hubiese llegado con un par de policías y el vigilante del cementerio para evitarlo. Un par de minutos después, el chico era enviado en una patrulla hacia una comisaría de policía, mientras los familiares seguían en el cementerio.

"¿Por qué lo hiciste?" Decía una policía rubia con cara de pocos amigos, mientras él la miraba sin mencionar palabra e intentaba calcular su edad ¿35? ¿40? Su rostro serio y curtido indicaba que se trataba de una mujer mayor, pero su escultural cuerpo, en especial sus prominentes pechos hacía pensar que era más joven; no se decidía y mucho menos se atrevería a preguntar. "¿Por qué? Se supone que era tu amiga, no debiste causarle ese dolor a su familia, pero ¿Es que a ti no te duele su muerte?" preguntó nuevamente la policía haciendo volver al muchacho en sí.

El bromista seguía sin contestar, su rostro lleno de moretones parecía impasible, su ropa en ese momento era una camiseta originalmente blanca, ahora coloreada por el barro y la sangre, y unos jeans igualmente sucios. Repentinamente mostró una sonrisa teñida de sangre y le entregó un papel arrugado a la oficial.

En una de sus caras, el papel tenía una imagen impresa con la figura de la muerte que el muchacho había tratado de imitar y un texto que decía "Quiero que alguien se vista de la muerte en mi funeral, que no hable con nadie, solo que se quede ahí parado" la policía reconoció la foto, era una conocida imagen usada en redes sociales.

En la otra cara, con la caligrafía de Michelle, estaba escrito: "Gracias por esta loca promesa, esto es para demostrar que no lo hiciste con mala intención y que estuve de acuerdo, muéstralo como último recurso, pero en realidad espero que no tengas que usarlo. Michelle"

El muchacho reía y lloraba al mismo tiempo, dándole a su rostro una expresión de locura, las lágrimas corrían por sus mejillas y una mezcla de sangre y saliva le corría por la comisura de los labios.

La muerte de MichelleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora