I
Disturbios
—...Los tributos del Distrito Cinco fueron increíbles luchadores, sin ellos, no estaríamos aquí...
Vi cómo la gente los observaba, de manera despectiva, casi parecía que sus ojos dijeran que no importaba lo que dijeran, no les creerían de cualquier manera.
No los culpo, tampoco les creía
Deseo poder irme de la plaza, en verdad lo deseo. Sé que no es la única en hacerlo, la gente ha visto por televisión lo que pasó en el Distrito Once, el discurso que dieron los dos y cómo terminó. También sé que mi hogar, mi pequeño Distrito Cinco no es la excepción. Aunque como desearía que lo fuera.
No escucho más el discurso, ni me interesa hacerlo porque sé que es la misma basura que nos meten cada año, lo sé porque a mí también me tocó hacerlo. No importa cuán ansioso estés de decir todo lo que piensas, decirles a los demás que lo lamentas, maldecir al Capitolio entre otras cosas; debes hacer lo que te dicen o todo se va al carajo.
El Distrito Once es prueba de ello.
— ¡Digan lo que piensan!
No supo quién fue el valiente que gritó, pero seguramente leyó la mente de muchos ahí.
O mejor: que el infierno se había desatado.
Cuando me doy cuenta, los Agentes de la Paz están reteniéndonos a todos, algunos incluso están recurriendo a la violencia para poder doblegarlos. El aire empezó a entrar y a salir de mis pulmones de manera nerviosa, mientras miro hacía todos los lados en busca de una salida.
Oyó disparos, seguramente haya un cuerpo tendido en el suelo, con un agujero en alguna parte de sus órganos vitales.
Sangre, sangre, sangre. Maldita sea, todo lo que soy capaz de pensar en estos momentos es en la sangre corriendo. Hermoso, ¿No creen?
¿Y esto era la esperanza de la supuesta rebelión? ¿Ver cómo asesinaban a gente inocente sólo para obtener su estúpida libertad? ¿Qué siempre que los Trágicos Amantes llegaran se derrame casi tanta sangre como en los Juegos?
Veo hacía todos los lados, no hay más que disturbios alrededor, caos, muerte y desgracia. No es un escenario bastante lejano, a decir verdad, pero que lo haya vivido antes no significaba que me iba a quedar parada pensando en ello.
Mierda, eso es justo lo que estoy haciendo. ¡Tonta, tonta, eres tonta Maxinne Chase!
Dios, debo salir de aquí. Quizás pueda tener un poco de suerte y no me toquen, soy una Vencedora, yo gané los Juegos del Hambre como muchos otros… pero ahora eso no les importaría. No soy la maldita Chica en Llamas ni su noviete.
Y de paso, que a los malnacidos ya los metieron en el edificio. Carajo, ¡Que me debo ir!
La gente está totalmente alterada, donde quiera que mire no veo más que Agentes de la Paz manteniendo a mi gente a raya, haciéndolo sufrir. Si no quiero ser uno de ellos, debo darme prisa, debo moverme a un lugar seguro.
Todos están intentando lo mismo que yo, por lo que tengo que recurrir a empujar a unos cuantos del camino. No puedo detenerme a ayudar a nadie, no por ahora, al menos. Intento correr, pero si ya de por si es difícil caminar con toda esta multitud alrededor mío ni que decir de intentar hacerlo.
Mis ojos lo recorren todo, intentando buscar algo que me sirva de ayuda para poder salir de esta. No veo nada, absolutamente ninguna salida que me ayudase a poder salir de esta porque todo está rodeado de Agentes de la Paz, y sinceramente, no me sentía con ganas de convertirme en una Avox ese día.
ESTÁS LEYENDO
Help, I'm Alive
Fanfiction"Estos son los Juegos del Hambre. O matas o te matan. No hay lugar para los sentimientos". Oh, mentiras, mentiras, mi querida Maxinne. Admítelo, rompiste tu propia regla. La primera y más importante regla. Te enamoraste de él, de Finnick Odair. Aunq...