El diario de Cassie.

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Él me dejó demasiado bien en claro que no quería verme ni en pinturas, bueno… sólo dijo que no quería verme cerca, eso fue todo.

Pero simplemente no me podía alejar de él. Cuando lo veía pasar, era como si mi corazón quisiera salir de mi pecho y abrazar el corazón duro y de piedra que él trae.

Pero me quedaba parada como torpe, viéndolo acercarse y alejarse tan rápido que no me daba tiempo de procesar que ya no era mío.

Bueno… ¡qué va!, nunca fue mío.

Hubo un tiempo en el que hablábamos mucho, el mejor tiempo. Yo sonreía como idiota la mayor parte y él se dedicaba a contarme experiencias de su vida que nunca ocurrieron. Sé que nunca ocurrieron, ¿sabes por qué lo sé? Porque siempre lo miraba más de lo debido, y aprendí a captar cuando mentía.

Siempre me mentía, y aun así me gustaba… me gustaba como Romeo gustaba de Julieta, como Troy gustaba de Gabriela…como Tom gustaba de Summer. Así me gustaba, pero yo no le gustaba a él. Y saber eso, siempre saberlo, no me detuvo.

Hablábamos de conciertos, de guitarras, de playas, de ojos, de narices, de profesores, de estudiantes. Siempre con él hubo un tema de conversación… siempre se me acercaba y me hablaba, sin importar lo que los demás pensaban de mí.

Él era como el chico popular y sensacional, hablando con la chica más fea del colegio completo, ¿te imaginas esa imagen? Es completamente irracional y da lástima.

—No estás loca, solo tu mundo es diferente al de ellos… Y parecido al mío.

Si por mí fuera, me tatuaría esas palabras en todas las partes visibles por mí en mí cuerpo.

Él me ayudaba y no se daba cuenta, y me dañaba… y era inocente ante mis ojos. Era como un ángel, lo mantenía en un altar.

Y él no lo sabía.

— ¿Te imaginas con el cabello liso? —le pregunté riendo un día… lo tomé por sorpresa, me tomé por sorpresa yo misma y comenzamos a reír. Nunca pensé que le preguntaría uno de mis más grandes deseos, y lo hice, porque ahora éramos buenos amigos.

— ¿Estás loca? —Sé burló, tocando su esponjoso y rizado cabello—Yo con el cabello liso luciría horrible.

No lo creo, tu lucirías hermoso hasta calvo’… pensé en mi interior y me sonrojé sola.

En las noches pensaba en él, todo el día pensaba en él. Estando a mi lado en clases, pensaba en él, hablando, comiendo, tomando algo, soñando… siempre era él, él y más de él.

— ¡¿Qué ocurre contigo?! —le grité, mientras las carcajadas se desbordaban de mis labios.

—Comprende…—dijo, tratando de no reírse—el cine no es mi lugar favorito.

—Estás loco.

— ¿Acaso tiene que gustarme todo lo que a los demás le gusta? —Preguntó, sonriendo, haciendo que mi corazón se congelara al ver esos ojos cafés martillándome

—No… es solo que pensé que teníamos algo en común—dije, algo desilusionada.

—Tenemos todo en común, somos el uno para el otro —su dulce voz, dijo las más dulces palabras, que me empalagaron por el resto de mi vida. Y miles de emociones se arremolinaron a mí alrededor, y quise gritar, correr, chillar, besarlo, abrazarlo, hacer de todo…

Pero solo sonreí, y le di un codazo.

Él me atrajo entre sus manos y me dio un abrazo, y eso hizo que todo lo que yo sentía por él se aclarara.

Era oficial, estaba completamente enamorada de él, hasta los huesos, tanto… que sentía miedo de que él lo notara.

—No tengo tu número de teléfono… —susurró un día en plena clase de inglés, lo miré de reojo y susurré:

— ¿Para qué lo quieres?

—Me encanta hablar contigo, y cuando no estoy en la escuela… me pregunto qué estarás haciendo. Y si tengo tu número, será más fácil descubrir la respuesta, ¿no crees? —inquirió. Sonreí, sonreí tanto que sentí dolor en mis mejillas.

Escribí mi número rápidamente y se lo entregué en un pedazo de hoja.

Y al sábado siguiente, mi teléfono celular estaba vibrando sobre la mesa de estar. Lo miré por un segundo, sin creer que realmente era él quien me estaba llamando. Lo tomé y contesté como si no fuese la gran cosa… y por dentro mi cuerpo estaba teniendo una fiesta de cinco segundos interminables.

— ¿Quieres ir al cine, hoy a las 5 de la tarde? —preguntó, sin siquiera decir hola, o ¿cómo estás?... fue al grano de inmediato. Sonreí y traté de no sonar tan exasperada con la respuesta.

—Claro… me encantaría—respondí, lo más calmada que mi voz quiso salir—. Pero… ¿no qué odiabas el cine? —pregunté, intrigada.

—Bueno… supongo que si estoy contigo no lo odiaré tanto.

Reímos y hablamos por un largo tiempo, yo estaba encantada… ilusionada y lo peor:enamorada.

Sé que todo hasta acá suena lindo.

Para mí… hasta ese momento era como un cuento de hadas, pero luego… ese cielo azul se volvió oscuro, y en la oscuridad perdí mi sombra… y no sabía por quién guiarme… hasta hoy.

—Debo decirte algo… —susurré después de la película, él me miró por un segundo, y me tomó por los hombros para luego sonreír y envolverme en sus brazos—Te amo.

Las palabras ni siquiera fueron procesadas por mi mente, se resbalaron de mi boca y luego quise que se hiciese un hoyo profundo en el suelo y me tragara.

Él me soltó rápidamente y me miró por un segundo interminable… y dijo:

—Lo mismo, Cassie.

Asentí, y miré mis zapatos como tonta, mientras trataba de luchar por no decir lo que tenía que decir.

—Y también estoy enamorada de ti

Y supongo que yo misma cabe mi tumba con esas palabras. Él alejó un paso de mí y me miró estupefacto, yo no sabía que pensar, no estaba pensando… me estaba quebrando.

— ¿Es una broma? —ironizó. Y yo me di cuenta de que jamás íbamos a ser más que amigos. Nunca fuimos amigos del todo.

—No, Nick… me gustas de verdad, pienso todo el día en ti, a cada segundo… a cada momento… como si fueses, no lo sé. Como si fueses lo mejor que me ha pasado en la vida.

—Cassie yo… yo no sé cómo decir esto sin lastimarte, pero no siento lo mismo por ti. ¡Diablos!, sabía que ocurriría esto, siento ser tan cruel, pero será mejor que no nos hablemos más por un tiempo…o mejor, no quiero que te acerques, y así yo no me acerco. ¿Captas?

Después no recuerdo nada más… no recuerdo que respondí, ni cómo fue que llegué a casa, solo recuerdo que él dijo algo como: ‘fue grandioso ser tu amigo’.

Solo recuerdo el estúpido dolor, como si la llama que él encendió en mí me estuviese quemando, quemando de verdad.

Aún quema, aún duele, aún le lloro, siempre le lloraré.

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