Capitulo primero: el día tranquilo de Kiku.

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Curioso era el chico que vivía con unos ojos melancólicos y tranquilos, de aspecto frágil y bello como flor tallada en una taza de cristal que refleja los rayos del sol con cierto toque grácil que no cualquier flor puede.

Su cabello negro cinco centímetros más largo de lo usual era apartado de su cara con un prendedor de cabello rosa, era de su hermana pero francamente no recuerda cuando se lo pidió prestado y si es que lo hizo. En su perfecta piel pálida terciopelada al tacto se hallaban dos grandes círculos negros que lo hacían semejar a un mapache y si la expresión de su rostro fuera tan seria y enigmática como siempre, seguramente no hubiéramos notado lo estresado que se encontraba el pobre muchacho de solo veintitrés años.

Y sin ese dato jamás habrías sabido su edad. El chico pasaba fácilmente por uno de secundaria después de todo.

Kiku hacia esa expresión de complicado por la vida con los labios atrapados entre sus dientes y sus ojos entrecerrados con rabia por el simple hecho de que su fecha limite se hallaba a la vuelta de la esquina, literalmente su editora y compañera de andanzas, Elizabeta, se hallaba a solo una esquina de su edificio para llevarse el manuscrito de su más reciente obra: El manga que relataba la historia de amor entre un tsundere rubio y su amigo de la infancia que se encontraba perdidamente enamorado de él. Historia y personajes inspirados por su vecino y un hombre que solía acompañarlo de vez en cuando.

Con la pluma dio el último trazado con su adolorida mano antes de dejarse caer de espaldas sobre las miles de almohadas que había apilado para cuando callera desmayado por el cansancio, lo que había pasado unas tres veces.

Su mano se sentía acalambrada, su cara estaba indudablemente sucia y grasienta, su cabello necesitaba urgente un enjuague y su ropa apestaba a sudor y frituras en bolsa, ni hablar del estado de su habitación. Como siempre Kiku volvió al punto final de un ciclo que se repetía siempre por estas fechas, pero una vez terminara de ordenar su habitación, se diera un baño de mínimo tres horas y se preparara una saludable comida de cincuenta ingredientes al fin podría volver a dar un paseo en la ciudad para recargar sus reservas de materiales y demás.

Vio con cariño y algo de culpabilidad los sándwiches preparados por su hermano mayor dejados en su pequeño escritorio al lado de su cama, los cuales no había tocado y que seguramente se hallaban demasiado añejos como para poder disfrutarlos ahora, se había pasado esos últimos tres días comiendo solo frituras en bolsa y galletas de animalitos además de un montón de latas de red Bull. Todo se hallaba ahora repercutiendo con ese sabor a vomito en su boca y la sensación de ácido en el estómago.

Oh bueno, se dijo a si mismo cerrando los ojos, ya estoy demasiado acostumbrado para cambiar.

El pacifico silencio lograba que algo tan inaudible en la ciudad como el canto jubiloso de una paloma traspasara las paredes de su cuarto relajando sus oídos, suspiro regulando su respiración y se dispuso a descansar unos minutos antes de que Elizabeta llegara. Pronto se dejó abrazar por una calidez que envolvía su cuerpo entero, como si todo ese silencio no fuera habitual.

Y no lo era.

¿Dónde estaban sus hermanos?

Sus ojos volvieron a abrirse dañándose un poco al observar como tras su persiana que oscurecía con totalidad su cuarto un resplandor solar típico de un verano caluroso iluminaba la ciudad de mediodía. El sonido casi tranquilo del tránsito lo ubicó entre las doce y tres de la tarde y como todo miembro de una familia numerosa se halló en una situación poco común, no había ni un ruido en el departamento. Ni uno solo. Ni los gritos de Yao, ni los videojuegos de Li, ni las peleas típicas entre Mei y Soo. No había olor a comida recién hecha como solía haberlo a esa hora ni tampoco se sentían la frustración de alguno de sus hermanos menores estudiando para algún examen de fin de semestre, los cuales por la cercanía del verano intuía que estaban cerca.

Su preocupación le pudo a su cansancio y salió de su habitación para aventurarse al mundo exterior. No había nadie, ni siquiera una mota de polvo pululaba en la agradable y espaciosa sala de estar.

Sus ojos repararon en la nota dejada con rotulador en la pizarrita del refrigerador, escrito en kanji un mensaje de su hermano mayor informándole que la cena estaba en el microondas y que no volvería hasta pasada las diez. Debajo en coreano su hermano menor informaba que saldría con Li y algunos amigos más a una reunión festiva y que no volvería hasta pasadas las siete. Mei informaba que se quedaría a dormir con una amiga de la escuela argumentando que no podía concentrarse para sus exámenes.

Suspiro, al menos a alguien si le importaban sus estudios, él ya se había graduado en edición y su carrera como mangaka iba proliferando por lo que sus únicas preocupaciones eran la educación de sus hermanos. Su hermano mayor Yao aún estaba trabajando en su tesis, estudiaba historia especializado en Asia con una beca ya caducada en la universidad de Cambridge. Su hermana Mei y su hermano Soo aun iban en secundaria y Li estaba recién iniciando su tercer semestre en la universidad especializándose en idiomas extranjeros y relaciones políticas. Añoraba con cierto toque de pereza los años en que iba a la secundaria y lo único que le importaba era vivir un amor como el de los mangas.

Eso no ocurrió, pero no le costaba nada soñar incluso en esos años, ahora le parecía casi imposible enamorarse y más con el equilibrio tan delicado que llevaba su vida. Todo estaba perfecto como era, con sus hermanos ruidosos, con su editora-mejor amiga obsesionada con el amor entre hombres, con su ciclo de mangaka, con sus fechas de entrega y con sus galletas de animalitos. Todo era justo como le gustaba.

El timbre interrumpió su corta reflexión y se apresuró a limpiarse la cara y subirse la cremallera de su chaqueta de buzo para recibir a Elizabeta, no se imaginaba que su vida daría un inesperado y agridulce vuelco cuando viera que acompañando a Elizabeta se hallaba un italiano de aspecto amoroso e infantil. 

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me atrase, mi internet no funciona bien entre semanas y es un poco impredecible, pero como compensación subiré inmediatamente el capitulo dos. 

the city, a place of fateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora