El último latido

En el último verano mi madre decidió complacerme y hacerme el regalo que había esperado durante toda mi vida: un viaje a París. La duración sería de una semana y estaría sola, para así poder visitar todos los lugares con los que había soñado con poner un pie desde que era una niña.

Los nervios aumentaban en intensidad a medida que se iba acercando el ansiado momento. Elegí cuidadosamente todo lo que llevaría a aquel viaje, sin olvidarme por supuesto de la cámara con la que quería inmortalizar todos los rincones. Igual volvería con más de mil fotos, pero serían inigualables y cada una de ellas tendría un significado particular para mí.

Fue mi madre la que me llevó al aeropuerto y estuve con ella hasta el último minuto antes de tener que pasar por los controles de seguridad. Lo bueno del aeropuerto de Santiago era que su reducido tamaño en comparación con otros te permitía llegar a la puerta de embarque en menos tiempo del que esperabas. Tendría que hacer escala en Madrid y esperar durante tres largas horas, pero me llevaba un libro para matar el tiempo muerto y seguro que lo acompañaría de un buen café.

El viaje transcurrió con normalidad. Cuando llegué ya me estaba esperando Ana, una amiga de infancia de mi madre con la que me quedaría los próximos días. Ana se había mudado a París hacía ya 4 años por el trabajo de su marido, pero había tenido la mala suerte de que al llegar allí a ella no le había surgido ninguna oferta buena de trabajo, por lo que como en su casa había dos habitaciones libres, se las alquilaba a gente que fuese allí de viaje.

Ana me ayudó con la maleta y me enseñó mi habitación. Me preguntó si quería algo de cenar, pero la verdad era que estaba agotada y prefería acostarme ya, aunque todavía fuesen las nueve de la tarde. Me quedé dormida casi instantáneamente.

A las 6 de la madrugada me despertó el sonido de una flauta travesera. ¿Pero quién se ponía a tocar a esas horas? Lo peor de todo era que venía de la habitación contigua, con lo que debía de haber allí alguien. Salté de la cama, enfadada y dispuesta a ponerle fin de inmediato.

Llamé a la puerta pero nadie pareció escucharme y tuve que decidirme a entrar. Me encontré a un chico de unos 18 años, moreno, de pelo corto y de ojos azules, que pareció sorprendido ante mi interrupción.

- Vaya, lo siento mucho, espero no haberte despertado. Ana no me dijo que había alguien más en la casa y su habitación está lo suficientemente alejada como para no escuchar nada.

Me quedé callada, me di la vuelta y salí dando un portazo. Me daban igual las disculpas o que me viniese rogando de rodillas. ¡Necesitaba dormir!

Me desperté de nuevo dos horas más tarde. Seleccioné la ropa que me pondría aquel día, cogí una toalla y me fui directa al baño. Cuando terminé de arreglarme fui hasta el salón, dónde me esperaba el desayuno preparado por Ana y, por desgracia, ese chico de nuevo.

- Buenos días. Perdóname por lo de antes. De verdad que no fue intencionado.

- No te preocupes -contesté resignada-. Siempre he tenido muy mal despertar. Si coincides conmigo algún día recién levantada, procura no hablar más que para saludar e ignora el hecho de que posiblemente no recibas ninguna respuesta.

Arqueó las cejas y me miró divertido. Aquel chico parecía completamente opuesto a mí, al menos en aquello.

- Yo soy Carlos. ¿Y tú?

- Xiana.

- ¡Qué nombre más bonito! Nunca lo había escuchado. Claro que tampoco nunca he estado nunca en Galicia.

- Vayamos dónde vayamos nos reconocen en todas partes. Pero yo soy negada para saber de dónde es alguien según su acento, así que, ¿de dónde eres?

- Es normal que no lo adivines. Nací en Toledo, pero cuando tenía 8 años mis padres se murieron en un accidente y acabé en Roma en casa de mis abuelos maternos.

- ¡Vaya! Lo siento muchísimo.

El resto del desayuno ambas guardamos silencio. Carlos alcanzó el periódico en una mesita de cristal que estaba en el medio de unos sofás y yo simplemente me dediqué a comer todo cuanto antes para poder salir de expedición.

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Esto es sólo un adelanto de este relato. En próximos días subiré algo más. Espero ansiosa vuestros comentarios :)