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Desde lejos, sobre los muros de Rhor, el Consejo observaba la señal de humo aparecer sobre el horizonte, detrás de los roqueríos, mientras una muchedumbre a sus espaldas gritaba de alegría. Todos hicieron eco de la alegría de la muchedumbre y estrechaban a Robin en señal de apoyo.

- Superó la pequeña prueba Rob, - dijo Jim - tu hijo es digno de tu linaje.

- Ea, - respondió una Matriarca con un pecho hinchado de orgullo y los ojos vidriosos – ése es mi hijo.

- Esperemos entonces, - continuó Balzar - que pueda superar las demás pruebas que le deparan allá afuera.

- Lo hará Balzar, eso no dudo, – finalizó la Matriarca - siempre lo ha hecho. Sólo me pregunto cuál será el costo que tendrá que pagar.

- ¿Y si no las supera? - preguntó Mikas - Sabes bien que no lo deseo Robin, pero debemos esperarlo mejor y prepararnos para lo peor.

- Bor, - dijo Robin haciendo caso omiso de la retórica pregunta de Mikas – tal como lo hemos conversado, debemos prepararnos para el regreso de Malcom. Cada día cuenta.

- Ya hemos comenzado, - afirmó Bor con entusiasmo – mis mejores muchachos están entrenando a todos los que se han ofrecido para defender a Rhor y los fuegos de los herreros están a tope preparando flechas, lanzas y hachas.

- Perfecto, - le respondió la Matriarca posando una mano en su hombro – bien hecho, amigo.

- Robin... - alcanzó a insistir Mikas, quien no estaba dispuesto a ser ignorado, pero la aludida le interrumpió a media frase, pues no creía en las situaciones sin salida y presentía que el galeno deseaba enfáticamente plantear que Rhor se encontraba ante una, le gustase o no.

- Preparen las cargas del Salón, – respondió mirándolo fijamente – no debemos correr riesgos innecesarios.


ENTRE BESTIAS - Parte I -  Hijo del Bermellón [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora