Bienvenido a Monster House, tal vez quieras pasar a la sala por un té... no garantizamos que sea té realmente.
||Colección de relatos oscuros y misteriosos.
Una historia diferente en cada habitación.||
☁ Portada: @Lannyssi
—Jongin... —jadeó Sehun, perdiendo el equilibrio—, Jongin, no es gracioso.
—¿De qué rayos estás hablando? —contestó el susodicho, tomándolo con fuerza del hombro para mirarlo y, quizás, sólo quizás, descargarse a los puños—, ¿¡Crees que estoy haciendo esto a propósito!?
La reja de la vereda había resultado demasiado llamativa como para pasarla por alto.
Y el candado en una de las ventanas laterales, sin postigos pero mucho de sus vidrios rotos, había sido el deleite principal, el primero disparador de la chispa que consumía la mecha de la curiosidad.
El problema era que ahora no podían salir.
En palabras de Jongin «alguno de ustedes, idiotas, se olvidó de hacer tope con algún ladrillo en la puerta».
—Les dije que había que dejarla entrecerrada — siguió refunfuñando, pisotones por aquí y por allá resonando de música de fondo—¿Dónde está Kyungsoo?
—Arriba —contestó Minseok, desbloqueando el teléfono para encontrarse con la batería baja y la señal más que perdida—, revisando con...
En cuanto la madera cedió ante el peso, los tres muchachos que permanecían en la planta baja levantaron la vista al cielo, las pupilas abiertas a más no poder, intentando contornear las sombras.
—¿Qué fue eso?
—¡Jongdae!
Minseok, el más grande de todos, fue el primero en buscar a manotazo de ahogado las escaleras, aferrándose al barandal y subiendo de a dos escalones para tomar carrera y encontrar a su compañero.
—¡Encuentren a Chanyeol y llamen a Junmyun!
***
En el ala izquierda, ya perdido en la trampilla que llevaba al sótano, Baekhyun escuchaba los apedreos de los pies sobre su cabeza, intranquilo. El sudor se asentaba hace rato en su frente, formando una delgada capa que le apelmazaba los cabellos.
Tenía que pensárselo dos veces antes de dar un paso por culpa de la inestabilidad en sus muslos. Los huesos parecían chasquearle del dolor, culpa de la maldita humedad, pero lo preocupante no era eso, ni la facilidad con la que parecía doblarse el piso bajo su ser.
Era el hecho de lo que tenía en frente.
Abominable, tortuosamente lento en su crecer pero lo suficientemente brillante como para absorber lo mínimo necesario de la luz de la Luna, intrusa por una pequeña ventanilla a la altura del césped.
Tan irreal en cuanto a dimensiones, pero tan insoportablemente factible...
...le estaba rozando la punta de los zapatos. Comenzaba a bordear sus suelas y a meterse en las ranuras de la goma.
Pegajosa, espesa.
Salida como los monstruos a los que uno les teme de pequeños.
Salida de las sombras.
—¿...Chanyeol...?
La garganta seca logró quebrarle hasta el último gramo de confianza, su lengua estaba demasiado seca y temblorosa como para pronunciar correctamente.
Porque la sangre seguía creciendo.
El charco se agrandaba aunque no hubiese señales del chico.
—...Chan... Chanyeol, esto no da...
Los alaridos amortiguados por el piso flotante le cayeron del cielo. Arriba estaba pasando algo. Y la mezcla entre curiosidad y pánico le erizaba los pelos, ahuyentando el calor de su cuerpo, de su rostro.
En cuanto su cuello tiró al mirar hacia arriba, y cuando los ojos lucharon por no parpadear mientras buscaba el camino de salida, pudo sentirlo.
La madera bañada en moho aburriéndose, cansándose de resistir.
Cediendo como la goma espuma, como el agua putrefacta y oscura del pantano.
Resquebrajándose lentamente mientras algo parecía brillar desde el centro del lago carmesí, allí perdido, completamente consumido por las sombras.
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