¿Por qué, unnie?

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Me duele, me duele mucho verla de esta manera...Mi querida unnie, siempre había sido alguien sonriente, con una personalidad algo extraña, muy divertida...Pero ahora...Ahora es un envase vacío de lo que una vez hubo sido. Me duele, por primera vez en mi vida, me duele mi corazón poco usado.

-Me duele...- Le comente, buscando su mirada. En cambio, sus ojos están frío, sin decirme nada, puedo saber que está molesta, me mira con un desprecio, que me hace imaginar que es mi culpa, aunque no lo sea. –Unnie, me duele el alma.

No dice nada, silenciosamente toma su taza de café, bebiendo un pequeño sorbo, con el cual también logra beber mis sentimientos. ¿Qué debo hacer? Me duele verla así, como nunca antes me había dolido en mi vida. Incluso, he llegado a arreglarme, para poder visitarla, pero a ella no parece importarle mi cambio. Hacía tanto que no nos veíamos, y ahora, simplemente me recibe con un frío pasa, que me deja helada en bajo el filo de la puerta.

-¿Qué haces aquí?- No está molesta, está cansada, lo puedo notar en el tono de su voz. Aún recuerdo cuando solíamos perseguir las mariposas, siendo niñas. Ahora, unnie está tan lejos de mí, no sólo físicamente. Ella tiene a su novio; yo, ya no tengo nada.

-Unnie, estoy confundida.- No quiero verme triste, quiero estar feliz, para causarle felicidad a ella. Quiero que las cosas cambien, por ser menor, siempre cuidó de mí, ahora yo quiero verme bonita, graciosa, hacerla sonreír como ella lo hizo tantas veces conmigo.

-No deberías estarlo...- Fue seria, como jamás había sido antes. No quiero verle ya, me acobardo, pensando en que tal vez no sea necesario. Ella, después de todo, lo escogió a él, aunque nunca le di la oportunidad de saber mis sentimientos. -¿Por qué te has puesto ese vestido? ¿No es para una ocasión importante?- Cambio el tema de la conversación, a lo cual yo sonreí, tal vez debería aligerar las cosas, yo misma, no dejar que ella lo haga como siempre.

-He venido a Seúl, para una entrevista de trabajo.- Comento, alegre, esperando a que se emocione tanto como cuando yo lo hice por saber que se iba a mudar con su novio a esta ciudad. No está alegre, tiene los labios fruncidos, medita mis palabras. Me puse este vestido, no para la entrevista, sino para ella, ella me lo regaló, quiero que sepa lo mucho que aún la tengo en cuenta, lo mucho que me duele ya no verla a diario.

-Puedes quedarte esta noche, aquí, si lo deseas.- Se pone en pie, dejando nuestra conversación a medias, dándome la espalda tras unos segundos.

-¿Por qué, unnie?- Me puse en pie de manera violenta, ¿ya no me quiere? Yo aún la quiero, no puedo sacarme del corazón estos sentimientos. -¿Por qué?- La tomó de la muñeca, haciendo que se girase y mi mirara, directamente por segundos, minutos. Está cansada, y no quiere verme, no puedo evitar sentirme mal por esto. Tal vez no debí venir, no debí pretender que éramos las mismas personas de antes. Ya no somos amigas, ella ya no es mi querida Narsha unnie, al parecer, tampoco me quiere como antes. ¿Así se siente tener el corazón roto?

-Ga In...Por favor, tengo que terminar esto...Tú, ve a tu entrevista de trabajo.- Me pide, con tristeza en su voz.

Suspiro fuerte, cansada, me siento como si hubiera ido al campo de guerra. No fue como lo imaginé. En realidad pensé que Narsha me recibiría con su misma sonrisa de siempre, me abrazaría como antes, pero no lo hizo. Se ve más grande, está triste, preocupada. Unnie está pasando por problemas, además de que se ha olvidado de mí, mientras yo no la he podido olvidar. El día de hoy, al bajar del avión, me emocioné, la vería de nuevo. Me arreglé, con su vestido preferido, me maquillé, tratando de verme más de su edad, puse la mejor sonrisa que tengo, la que es sólo de ella. Nunca me di cuenta de mis emociones, hasta que ya estaba perdidamente devota a ella. Unnie jugaba conmigo, unnie me acompañó todo el tiempo, los árboles de persimón crecieron, como nosotras. Después, ella le conoció, a él. El intruso que llegó a nuestras vida, ligeramente, lenta, pero de manera rápida, me la robo, hasta que la apartó por completo. Unnie jamás me había dejado sola, hasta ahora.

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