Ella solía desprender entusiasmo y alegría, solía ser una chica feliz, una chica a la que no le importaba la opinión de los demás, una chica que frente al espejo se veía guapa y delgada, una chica a la que nunca se le veía llorar, una chica que procuraba ser siempre amable, y, una chica que siempre encontraba motivos por los que sonreír, por pequeños que fueran… Pero, esa chica, dejó de ser como era, todo cambió cuando el chico del que se enamoró le partió el corazón, pero, no solo por el hecho de ser rechazada, si no porque ese chico le dijo lo peor que pudo haber dicho, unas palabras que mataron su sonrisa, ella preguntaba, porque esa chica y no ella, ¿Qué tenía?, a lo que él contestó, lo peor.
“Tiene algo que tú no, belleza, y es delgada”
El mundo se le rompió cuando él pronunció las palabras que nunca le habían importado y que nunca antes había creído, se encerró en su cuarto y comenzó a llorar como nunca antes lo había hecho, pasó días deprimida, todos los días escuchaba los mismos insultos de siempre, con una diferencia, ahora se los creía, se iba al baño a llorar, porque se mentalizó de que todo eso era cierto, y de que nunca seria querida, decidió tomar el camino fácil, al principio dejó de comer, pensando que cuando los insultos cesasen y se viera guapa, volvería a comer como siempre, aunque, algo moderado.
Pero no fue así, cada vez sus comidas se reducían, y si comía se sentía tan mal que se obligaba a purgarse, en apenas un mes bajó drásticamente de peso, los insultos no pararon, simplemente cambiaron de palabra para describirla, de “Gorda” a “Anoréxica”.
Ella ya no podía parar de vomitar, lo pasaba mal y se autolesionaba, al principio eran simples arañazos pero, más tarde usó una cuchilla, y la sangre fluía en sus brazos, estaba al borde del suicidio, su vida era un infierno, con el que decidió acabar.