Tenía diez minutos para arreglarme lo más rápido posible. Me había quedado dormida porque no había sonado mi despertador. Tendré que buscar otro mejor. No quiero llegar tarde a la clase de hoy ya que es la más importante de este mes. Por fin voy a realizar un conjuro. O intentarlo.
Salí corriendo de la residencia y en nada de tiempo me encontraba en la puerta de mi aula. Ya había gente pero aún no había llegado el profesor. Menos mal. Los sitios estaban casi todos ocupados pero pude ver un asiento libre detrás de Jack y Aiden.
-Buenos días alumnos-el profesor dejó una caja que parecia pesada en su mesa- hoy vamos a empezar con las prácticas de hechizos y quiero que aprestéis atención.
Para ello nos dirigimos todos a una sala peculiar bastante grande. Estaba todo muy oscuro y solo se encontraba iluminada por las lamparas flotantes del techo. Nos pusimos todo en fila en frente del profesor pero había algo que me preguntaba y no me cuadraba en todo esto por lo que cuestioné.
-Profesor- todos dirigieron su mirada a mi inmediatamente- ¿y las baritas?
De repente en la sala solo se podía escuchar grandes carcajadas de mis compañeros. Incluso pude oír algunas burlas hacia mí.
-¡Silencio! -el profesor se acercó despacio hacia mi- Señorita Martínez, no existen baritas. La magia sale de nosotros, concretamente de nuestras manos.
Asentí y agaché la cabeza avergonzada. Pensaba que había baritas como en Harry Potter pero me había equivocado.
El profesor nos colocó en una fila. Había un gran tablón de madera que debíamos redumbarlo pronunciando "redium". De cincuenta y tres alumnos que eramos solo Jack,Aiden y siete más lograron hacerlo con éxito. Yo era la última de la fila y llegó mi turno. Todos me estaban mirando como si esperasen que me saliese mal para poder burlarse. Estaba completamiente nerviosa pero cerré los ojos y pensé en no rendirme. Haría lo que fuese por volver a casa. Señalé mi dedo al objeto y pronuncié aquellas palabras. Escuché un golpe que de inmediato por lo que abrí mis ojos. No puede ser. Lo había conseguido. Toda la clase empezó a plaudir y era imposible de esconder mi sonrisa de triunfo.
-¡Bien hecho novata!- gritó una voz masculina.
**
Durante el almuerzo Aiden no paró de hablar de lo impresionante que había sido la clase. Dijo que era increíble que yo hubiese conseguido aquel hechizo ya que la mayoria entran a la academia con hechizos aprendidos por sus padres. Jack no comentó nada, solo se limitó a oír y comer.
Faltaban diez minutos para las cinco de la tarde. Tenía que darme prisa y no hacer esperar a Christian. Me puse un chandal ligero y mis deportivas preferidas. Antes de salir corriendo por la puerta cogí una pequeña toalla y una botella de agua. Supongo que hoy el entrenamiento será duro.
Cuando llegué Christian estaba de pie de la gran roca.
-Hola-dije dejando mis cosas a un lado de la roca.
-Me alegro verte, veo que vienes preparada- de un salto bajó- hoy te voy a enseñar a sensibilizar el oído pero antes tienes que correr durante cuarenta y cinco minutos.
Asentí si rechistar. De alguna forma no podía escaquearme de este entrenamiento.
Me adentré más por el bosque siguiendo unas pequeñas señas que Christian había colocado en los árboles para no perderme. Este lugar era maravilloso. Cada zancada que daba podía ver si quisiera las pequeñas setas que se encontraban juntos a los robles. Mariposas coloridas volaban entre las flores. Incluso llegué a ver a pequeños conejos de un color rosado entre los matorrales. El sonido de la alarma de mi reloj de mano me avisó de que ya era suficiente. Cuando estaba volviendo pude ver a Christian hablar por teléfono, pero no me vió.
-Sí, no se preocupe esta todo controlado... Entiendo... Allí estaré, buenas tardes.
-¿Has estado todo este tiempo hablando?
-¿Por qué estas siempre haciendo preguntas? - Christian guardó el aparato en su bolsillo- Bebe un poco de agua que vamos a poe la siguiente sesión.
Christian estaba muy pensativo, como si tuviera algo que decirme pero no puede y lo está debatiendo en su mento. Me parece la persona más misteriosa que he conocido desde que llegué. Creo que guarda grandes secretos.
-Bien, ahora coge aire y lo suetas muy despacio-hizo un ejemplo- repite el ejercicio cinco veces.
Asentí e hice lo que me dijo. Esto se sentía bien después de haber corrido. Estoy tan agotada...
-Cierra los ojos-se colocó en frente de mí. Su olor lo podría reconocer en cualquier sitio.- Mantén la mente en blanco e intenta oír con atención aunque sea las hojas de los árboles- podia sentir su aliento lo que hizo sentir un escalofrío agradable por tido mi cuerpo.
-No escucho nada, solo oigo mi propia respiración.
-Te dije que dejaras la mente en blanco. Inténtalo otra vez.
Volví a cerrar mi ojos y desvié mis pensamientos. Había pasado dos minutos y seguía sin escuchar nada. Cinco. Siete.
-No puedo, ¡esto es imposible Christian! -empecé a ponerme nerviosa.
-Relajate, ¿vale? -Christian cogió mi mano y algo en mí se removió. Volví a cerrar los ojos porque me estaba avergonzando de la situación.
Ahora estaba más tranquila. Algo había en él que me transmitía paz.
No se cuanto tiempo habia pasado pero seguía con los ojos cerrados.-Ha pasado quince minutos, ¿qué oyes Victoria?
-Y-yo...-abrí mis ojos por fin- puedo oír como se mueve las hojas de los árboles y también a el canto de los pájaros más allá de donde nos encontramos.
-¿Ves? Te hacia falta un poco de relajación-soltó mi mano y me devolvió mis cosas- nos vemos mañana Victoria.
-Hasta mañana Christian.
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Ágatha
Teen FictionVictoria, una chica de 18 años, vive tranquila en un pueblo en Madrid. De un dia para otro las cosas cambian brutalmente. Comenzará una nueva vida en un mundo desconocido para ella. Un lugar mágico,llamado Ágatha. Consta de 4 aldeas. 1. Primavera :...