《°7°》

21 4 3
                                    

Estaba completamente segura de que era aquel chico.

Apenada bajo mi mirada unos segundos y luego vuelvo a colocarla sobre sus ojos.

-Perdón por lo de aquella ves- se me sale decirle. El ladea la cabeza y frunce el seño. Luego sonríe y me contesta.

-Yo también lo siento, di la orden de que te disparen aquella ves. Perdón- se rasca la nuca.

Nos quedamos así unos segundos. Veo a la gente disiparse y salir de aquel salón. Mientras todos se van me lanzan miradas desaprobatorias. Me siento intimidada, sigo siendo alguien distinto en los dos lados. Doy un paso hacia atrás y recuerdo que no puedo irme, no es como en la capital.

-Así como tú maestro debo enseñarte dónde estas y como debes hacer las cosas- el chico me pone una mano en la espalda y me empuja para que camine aun lado de el. Comienzo a seguirlo hasta que salimos del edificio, caminamos por los los caminos de piedra, básicamente voy detrás de el.

Recibo más y más miradas frías y distantes. El chico abre una puerta y entramos a un gran espacio de techos altos y suelo de madera pulida. Dentro se encuentran muchas más personas haciendo lo único que se hacer, mover una espada delante mía.

El se acerca confiado saludando a todos, los demás se me quedan viendo y siento el calor de la trayectoria de la bala quemandome un hombro, cuando volteo veo a alguien apuntandome, con un ojo cerrado. Yo le miro pero no me alarmo, aun así me pongo a la defensiva, doblando mis rodillas para esquivar la bala y contrarrestar el ataque.

-No le dispares- el chico se pone entre nosotros dos. Con los brazos extendidos.

-Sabes que es el enemigo, quítate de enmedio- suelta despreciablemente. Aprieta la pistola con fuerza, tiene miedo.

-Los líderes han dicho que se quedará con nosotros, nos ayudará contra los Capitalistas- argumenta el que tengo de frente.

-¿Cómo nos ayudará si es uno de ellos?- baja la pistola y aun así no me quita el ojo de encima.

El chico baja los brazos y hace que me pare a un lado de el. Me toma de un hombro.

-Vengo a presentarles a un aliado primordial- dice- Desde hoy entrenará con nosotros y estoy a cargo de ella.

-Me llamo....- recuerdo aquella ves que me ubicaron por mi nombre, se que me odian y más si saben quien soy- Samanta.

La sala se queda en silencio, alguien exclama metiendo aire a su boca. Se alarman y toman las armas a sus costados. Lo sabía, lo sabía.

-¡Es ella la que ha acabado con incontables vidas!

-¡No puede ser!

Bajo la cabeza y aparto la mirada, me molesta que me odien, porque yo se lo que sienten, se lo que es perder a gente querida por el bando enemigo y peor aun ahora trabajo con ellos. Me hundo las uñas en mis palmas.

-Ya lo se, pero ahora esta de nuestro lado, hoy la probaremos- dice con seguridad y se va hacia unos muebles de donde saca unas espadas. Me lanza una y la atrapo con gracia, es liviana, no parece de metal sólido, más bien es una aleación mi espada era mucho más pesada.

-Ven acercate- me atrae hacia un círculo de gran tamaño en el centro de todo aquello. Me quedo sin moverme ni decir nada más, aunque ya me imagino lo que viene.

-¿Quien quiere empezar con nuestra invitada?- pregunta. Se pone primero el otro chico, aquel que me apunto. Tambalea la espada, y se coloca frente mía.

-El primero que se salga del círculo pierde- anuncia- ¡comiencen!

El rebelde se lanza con ferocidad, lo esquivo hacia la izquierda. La espada al no tener peso hace que me mueva más libremente. Así esquivo más ataques de el, tiene buena concertación pero le falta estrategia,me acerco voluntariamente a la línea final, cuando viene hacia mi, voy hacia adelante asustandolo, le meto el pie entre las piernas y cae de frente perdiendo el asalto.

Es fácil. Claro, me debe de ser fácil.

-Aghh...-gruñe, se levanta del piso y se queda fuera. Entra una chica morena, casi como el tono de Galeana, sólo que ella tiene el cabello mal cortado, a mi me lo parece ya que de un lado es más largo que del otro.

-Mi turno- dice divertida.

Al contrario del otro chico ella si posee inteligencia y rapidez, pero le falta fuerza y necesita quitarse el miedo cuando va atacarme. Nuevamente hago que salga del círculo, no necesito menear mi espada ni tampoco amenzarlos. Hago que caigan uno por uno, hasta quedar frente a frente con el chico. Entra en el círculo sonriente.

-Me toca- dice y se pone en posición.

Va hacia adelante y bloqueo su ataque con mis dos manos, me tambaleo un poco hacia atrás y recupero la postura. Es fuerte. Hacemos que las espadas choquen un par de veces más hasta separarnos, parece que le falta resistencia, su pecho sube y baja desesperadamente. Se quita el sudor de la frente y sigue atacandome, vuelvo a leer sus movimientos como hice con cada enemigo que me atacaba. Lo bloqueo, observo sus puntos débiles y admiro sus puntos fuertes, aprendo con cada pelea que tuve, así es como conseguí jamás ser tocada.

Lo llevo instintivamente al final del círculo y con un empujón termina por caer de espalda y sentado en el suelo.

-Gané- digo.

Se para y me da la mano. Me asusto cuando lo hace y levanto mi espada. Me quedo viendo su mano, un halago, general Tomás, la rabia se me sube, vi su cuerpo, el fue quien me preparó, gracias a su entrenamiento estoy viva. Ellos lo mataron.

-Buen juego- dice titubeando un poco. Le entrego la espada de mala manera. Creo que le asusto un poco ya que la recibe rápido.

Me dirijo hacia la salida pero antes de abrir la puerta me detengo, aun más enojada por tener que esperarlo a él

Sí, buen juego

RebeldesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora