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Narradora

Gabriela despertó y en el segundo en que abrió los ojos la realidad la golpeó.

-Jennifer está despierta.- murmuró incrédula mirando hacia el techo y luego hacia la adormecida figura de su novia.

De pronto se sintió extrañada de referirse como su novia a una chica que no era Jennifer. Pero ignorando esa sensación se dispuso a levantarse con cuidado de no despertar a Railey y se apresuró en prepararse para salir tomando una rápida ducha, cambiándose y no comiendo, de la emoción ya no tenía hambre.

Ella sólo quería ver a su novia... Es decir... A su amiga. Sí, su amiga.

Gabriela frunció el ceño ante la confusión de sus pensamientos. Todo era tan extraño ahora.

Flashback

Luego de finalizar la historia de cómo había quedado en coma y aclarar qué tipo de relación solían tener, un incómodo silencio se apoderó de la habitación.

-¿Así que eres mi novia?- preguntó un poco confundida mientras ignoraba a la enfermera que se aseguraba de que todo estuviese en orden.

-Ya no.- dijo Gabriela con un toque de decepción en su voz.

-Ah.- respondió Jennifer igualando su tono. Gabriela no le había contado la parte de los engaños y las discusiones, sólo las cosas bonitas. No quería hacer sentir culpable a su nov... Su amiga. Sí, su amiga.

Otro silencio llenó la habitación.

-Tu familia está camino acá.- informó la castaña mientras evitaba el contacto visual viendo las paredes que ella había decorado. -No tienes idea de lo emocionada que está tu hermana.

-¿Tania?- respondió recordando la lista de nombres que había mencionado Gabriela.

-Sí.- asintió la ojiverde volviendo su vista hacia la otra ojiverde. -¿No recuerdas nada realmente?

-No.- sonrió a medias. -Pero estoy segura de que tuve mucha suerte al tenerte como novia, es decir, eres preciosa y por lo que veo también eres buena persona.- Gabriela se sonrojó. Jennifer se reincorporó como pudo de la camilla e hizo un gesto de dolor. -Mis músculos están entumecidos.- aclaró para aliviar la preocupación de la castaña. -¿Me ayudas?- suspiró señalando la bolsa que había en el suelo. Gabriela se dio cuenta de lo que estaba pidiendo y asintió de inmediato dándosela con cuidado, pues era grande. -¿Qué hay aquí?

-Regalos de parte de todos.- sonrió Gabriela. -Principalmente míos.- susurró avergonzada. Jennifer sonrió y se aventuró a ver su interior.

Lo primero que sacó fue un peluche de un oso polar con un moño negro. Sonrió como una niña pequeña y miró a Gabriela quien la estaba analizando atentamente.

-¿Te gusta?

-Sí.- rió la ojiverde haciendo que el estómago de Gabriela sintiera un vacío.

-Genial.- respondió felizmente. -Porque yo te lo compré.- informó. -Solías dormir cada noche con un peluche que te dio tu madre... Pero se puso viejo y feo... Así que te compré uno nuevo para cuando despertaras.- Jennifer asintió con la cabeza un poco confundida. -¿Qué?

-¿Aún me amas?- soltó tranquilamente Jennifer con un toque de curiosidad. Esa pregunta le pegó a Gabriela debido a la espontaneidad de ésta. Jennifer se había aventurado a preguntar debido a que podía notar la forma en la que Gabriela la miraba como si fuese lo único importante en el mundo. Y ella se sentía cómoda con ello.

Cálida como el sol. (Yuri) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora