Dos.

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Días después, JungKook había caído en algún tipo de fiebre. Su madre preocupada había hecho todo a su alcance para ver por él.

Se la pasaba el día entero en cama, encerrado en su habitación, ni siquiera quería asistir a la escuela. Curiosamente, para los padres del pequeño, JungKook ya no quería nada que ver con el mundo exterior ajeno a él. Cuando entraban a su recámara, sólo encontraban a un pequeño de 11 años dormido o tal vez pensativo, mirando hacia algún punto perdido del lugar.

Nadie sabía identificar lo que sucedía con aquel nene de mirada alegre. De un día para otro su sonrisa se había apagado, y su rostro perdía de a poco el carisma habitual. Debía ser de seguro porque su pez dorado se había muerto hace unos días. Pero este hecho a Kook no le había importado del todo, aunque si se había sentido más triste que los días anteriores.

Lo único que lo reconfortaba era su abuelita, aquella anciana mujer que venía a verlo cada fin de semana. Cuando ella venía de visita Kook no se separaría por horas de su lado, llorando y llorando entre sus brazos hasta quedarse dormido.

De igual modo, todos creían que JungKook jamás volvería a ser el mismo.

Sweet Kookie. [Fragmentos] JungKook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora