Uno.

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Cuando una persona escucha la palabra "suicidio" reacciona de una manera bastante peculiar, debo decir, pero cuando vives lo que yo viví, sientes lo que yo sentí, escuché y soñé en carne propia, la palabra temida se convierte en una solución (definitivamente la mejor de todas) y no, suicidarse no es de cobardes, es de valientes, porque cuando estás a punto de quitarte tú vida necesitas valentía, y mucha.

Ya sé que sueno como víctima de pacotilla (sí, de esas que fingen y son totalmente ridículas). Sé, también, que esto es confuso y tal vez no logre explicar de la manera más adecuada, pero tienen que esperar para ir acomodando las piezas del rompecabezas. Empezaré a explicar.

Con apenas 19 años decidí suicidarme (pensando que así dejaría de pasarme lo que me estaba sucediendo en ese entonces). No era (ni soy) muy social, detesto el contacto con la gente, me repudia estar rodeada de personas. El dilema en este momento es que acá no hay personas, acá hay "almas" (llamémosles así, este es el nombre más acertado a lo que soy en este momento), el hecho es que los "muertos" o almas (pongo comillas en muertos porque básicamente no estamos muertos, o sea si lo estamos pero a la vez no, somos algo tipo zombis en el mundo de "Dios") tienen su propio sistema, que es algo tétrico para mí, tenemos deberes que cumplir, normas que acatar y trabajos que realizar, es algo así como estar vivo sólo que no podemos suicidarnos (otra vez) ni lastimarnos, somos inmortales, sólo que bajo ciertas circunstancias que desconozco, un alma puede perder su fuerza y maná, no sé las repercusiones de esto pero dicen que no es agradable. Que irónico, escapé en mi vida pensando que me libraría de eso ¡Y ni muerto puedes dejar de liar con los deberes! En este "mundo" tengo que hacer lo que hacían antes por mí, sólo se le agregan un par de cosas que son totalmente diferentes. Los que nos suicidamos o dejamos cosas pendientes en el mundo mortal tenemos que resolverlas en este mundo, cuando lo hayamos hecho se nos solicita ir a la recepción de LDA (laboratorio de almas), nos hacen diagnósticos y demás pruebas para saber en qué cuerpo podemos habitar en la tierra, ya que no todas las almas son compatibles con todos los cuerpos mortales, después llegan los resultados para saber en qué cuerpo podemos vivir hasta que volvamos a morir, otro factor que interfiere en este proceso es nuestro comportamiento respecto a las normas y reglas manejadas.

Quiero aclarar que la existencia de "Dios" es falsa, todos aquellos cuentos de que el señor nos juzga desde el cielo y que él envió a su único hijo para salvarnos es una mentira descarada. "Dios" es la persona que creó todo este sistema, por lo tanto él lo maneja, él es relativamente justo. Respecto a la biblia y todas sus historias debo decir que el hijo de Dios quiso bajar al cielo, debido a su gran poder en los dos mundos su padre lo dejó utilizar ciertos "poderes" y eso es todo, no hay ningún súper sacrificio ni justicia de parte de este mundo al mortal. Por otra parte, he escuchado que las almas pueden tener hijos con un método complicado, y que, dentro de poco, "Dios" le dará el trono a su hijo. Lo siguiente por aclarar son los ángeles, los ángeles son el ejército de Dios, ellos se encargan de que en el mundo mortal todo esté bien (o eso dicen que hacen porque la verdad algunos son perversos) los ángeles son pocos porque ellos son los que no son compatibles con ningún cuerpo, así que los reclutan en el ejército, en mi opinión su rebeldía se debe a la frustración que han de tener al no poder bajar al mundo mortal, aunque, según mí proveedor de información, estos "ángeles" pueden bajar al mundo cada mil años, debido pasado este tiempo un solo cuerpo es compatible con un solo ángel, así que eligen al mejor de todos y lo mandan al mundo mortal.

Llevo 6 años trabajando y resolviendo todo lo que dejé pendiente en el mundo mortal, dentro de poco me llamarán para los exámenes, también me han dicho que antes de ir al mundo mortal borran la memoria del alma que va a tomar un cuerpo, y se crea una nueva personalidad, así que cuando un ángel toma un cuerpo puede recrear su personalidad, de esta manera cuando muera podrá tomar cuerpos con más facilidad, así que al ángel que eligen tiene suerte.

Las almas desean tener cuerpos y los vivos desean saber que hay en el más allá, en el más allá estamos nosotros.

Cuando era nena mis padres y yo viajábamos mucho, toda mi infancia me la pasé mudándome. Viví en Alemania, Grecia, Inglaterra, París, España, Alaska, Brasil, Argentina y Canadá. Debido a que mi familia era adinerada pude viajar a muchos lugares más.

Desde pequeña me adaptaba a los cambios muy rápido, a medida que iba creciendo empezaba a necesitar cambios, y más cambios, tenía que cambiar mi vida drásticamente, mis padres me mandaban a campamentos de veranos en otros países pero no eran suficiente, necesitaba más, algo drástico, empecé a cambiar mi aspecto cada 6 meses (después de cumplir 15); me tenía el cabello de rojo, azul, morado, negro, mono, blanco. Me vestía diferente cada 6 meses, si tenía el cabello negro me vestía de negro, y lo tenía rojo combinada rojo y negro, pero pasé de jeans, Shorts, Faldas, zapatos Dior, vestidos Prada, etc... a quedarme encerrada en mi casa en pijama, necesitaba cambios, más cambios, al cumplir 17 mis padres decidieron quedarse en Canadá y comprar una casa ahí, mi mundo se fue abajo, empecé a ir a estudiar, no tuve amigos porque me exasperaba el contacto con la gente, yo era asquerosamente rica y aprovechaba eso, no estudiaba y le pagaba a los profesores para que me pasaran con la mejor nota (mis padres no sabían lo que hacía) mi conocimiento era bastante respecto a los temas y al saber tanto de estos me aburría demasiado. Era una nerd pero no movía ni un dedo por estudiar.

Yo leía todo el tiempo, a toda hora, y esa fue la manera de sobrellevar mi necesidad de cambiar mi mundo todo el tiempo, me metía en los zapatos del personaje y vivía sus experiencias a carne propia, y así fue como llegó la autolesión, me sometía a los sufrimiento de aquel personaje, vivía su historia como si fuera la mía propia. Me aficioné por los libros que trataban de autolesión, me empecé a cortar, me arrancaba pedazos de piel de los labios y me sentía satisfecha, me gustaba el sabor de mi sangre y el ardor que me producía al tocar con mi lengua las heridas, estaba enferma. Me deprimí y por último me suicidé, claramente mis padres no sabían de mi inestabilidad mental, ellos trabajaban todo el tiempo, eran ajenos a mis problemas mentales. Tenía mis tarjetas de crédito con montones de dinero que gastaba comprando estupideces y cosas innecesarias (aparte de pagarle a los profesores). Mis compañeros de clase nunca se interesaron en mí, si lo hubiesen hecho y esforzado no estaría muerta, yo necesitaba a alguien a mi lado, porque no se puede vivir en soledad sin caer en la locura, estaba demente, enferma y trastornada, en mi etapa de depresión empecé a escuchar voces, me suplicaban que me suicidara, no sé por qué, todo me abrumó demasiado y buscando tener un último cambio me suicidé. Hui de las voces, de la depresión del odio y todo se calmó pero seguía siendo yo, la nena inestable que soy y fui.

No sé si se preguntarán cómo averigüé todo lo que he explicado, porque no lo hice yo sola, me ayudaron, me explicaron pacientemente, me brindaron el apoyo que por años necesité pero que despreciaba cuando me lo ofrecían, sentí aquella muestra de afecto que hacía falta en mi anterior vida y le agradezco profundamente a esa persona, porque a pesar de mis problemas, miedos, temores y demás, él siempre estuvo ahí para mí, apoyándome, sosteniéndome, evitando que colapsara y me rompiera en millones de pedacitos.

El afecto de una persona recompensó el desinterés de la sociedad hacia mí, porque viví días y noches llenos de soledad. Me tenía a mí y sólo a mí, porque a nadie le interesó romper mis barreras, a nadie le importé, y todo aquello que deseé en ese despreciable mundo, lo tuve en este, con una sola persona me bastó para llenarme de felicidad.


Entre los muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora