E M I L Y
R O S SRevisé mi teléfono debajo de la carpeta por quinceaba vez durante la clase de ciencias.
«BANDEJA VACÍA.»
¿Por qué Bradley aún no me mandaba un mensaje? Nuestras peleas, desde que éramos unos niños, siempre las resolvíamos hablando una hora después. Y, como él me había hecho sentir triste, él debía disculparse. Era una clase de acuerdo tácito entre los dos.
Suspiro mientras el calvo profesor camina hacia el pizarrón. Es más lento que una tortuga embarazada. Mi teléfono, bajo el pupitre, vibra y hace que una sonrisa inconsciente se pinte en mis labios.
La decepción llega segundos después. Es mi mejor amiga, no Brad.
«TENGO QUE DECIRTE ALGO. BAÑO DE CHICAS. AHORA.
ANDY»
Ruedo los ojos. Mi amiga Andy puede ser muy inoportuna algunas veces... y por inoportuna me refiero a que le gusta hablar en los baños cuando estoy en clase. Ella tiene un serio problema con hablar en los baños mientras estoy tratando de mantenerme concentrada.
Y, pues, yo era una buena amiga. Y también necesitaba contarle lo que pasaba.
«ALLÁ VOY. QUIERO DECIRTE CIERTAS COSAS.
EMILY.»
Enviado y visto. Levanto la mano justo cuando el profesor llamaba a un voluntario para resolver el ejercicio. Creo que se le iluminaron los ojos con un poco de ilusión.
—Profesor, ¿puedo ir al baño?
—Bien —suspiró—. Pero espere a que venga su compañera anterior.
—¡Al fin, niña! —chilló mi mejor amiga al verme—. Ya estaba envejeciendo.
—Sí, bueno, vamos —la apuré con dirección a los baños muy aparte para que ningún profesor nos vea fuera de clase y nos castigue, porque en verdad necesitaba usarlo—. ¡Apura!
—Ya va... ¡tengo que decirte algo importantísimo!
Rodé los ojos. Siempre es algo importantísimo. Hasta cuando me sacó de clase de Geografía para quejarse porque su madre le había dejado el cuidado de su hermano menor para irse a una cita fue algo importantísimo.
—¡No podrás creerlo! —incluye mientras tiro de su brazo—. Ay, Ems, de verás.
—Sí... Espérame aquí afuera —era demasiado pequeño como para que ambas entremos sin que nos faltara el aire.
—Conocí a alguien —dice mientras yo estoy sosteniendo la puerta dentro de un cubículo, dejando una pequeña apertura.
—Oh, pues yo igual. Un completo idiota —bajo la palanca y salgo para encontrarme con mi amiga.
—¡Fue tan lindo! —dice y tiene esos ojos de loca que conozco bien y que solo pueden significar una cosa: le gusta. Y eso, con Andy, significa peligro—. Nos chocamos en el pasillo y el profesor de gimnasia nos atrapó así que salimos corriendo. Llegamos hasta las gradas y empezamos a hablar. ¡Es como una novela romántica!
Sonrío con tristeza. Mi mejor amiga, a pesar de su apariencia súper ruda, siempre ha sido muy enamoradiza y, para su muy mala suerte siempre termina con el corazón roto y yo, bueno, yo siempre acabo consolándola hasta muy tarde por la noche, así que no me sorprendería si este enamoramiento termina de la misma manera.
Pero bueno, yo no soy nadie para romperle la ilusión. ¿Verdad? Además, no sé de quién me habla, no puedo juzgar a nadie sin conocerle antes.
—Genial, ¿cómo se llama? —ella sonríe y cuando está por abrir la boca, el maldito timbre suena.
No sé qué hace el director con los ingresos para la remodelación de la escuela porque realmente ese chirrido que hacen pasar por campana está por dejar sordo a alguien.
—Agh, debo ir por mis cosas al laboratorio de Ciencias. ¿Qué tal si me acompañas y mientras te cuento del estúpido nuevo amiguito de Brad?
—Oh, ese idiota —gruñe. Por alguna razón ella y Bradley nunca han congeniado bien—. Ya te he dicho que deberías dejar de hablar con esa clase de chicos.
Avanzamos mientras escucho como ella empieza a decir lo odioso que es y lo horrible que es su peinado.
—¿Y has visto como anda? Siempre lleva esa horrorosa gorrita de lana rosa que no le combina con nada.
—Esa se la regalé yo hace tres navidades —le recuerdo mientras guardo mis libros en la desgastada mochila de mezclilla que llevaba desde siempre—. Y tú me ayudaste a escogerla.
—Lo sé. Por eso te dije que se la compraras —ríe, se apoya contra el pupitre del profesor y empieza a saludar a unos chicos que también guardaban sus cosas.
Andrea siempre fue muy popular entre lo varones, aunque ella nunca quiera admitirlo. Era esa clase de chica ruda y coqueta que buscaba el amor en los peores lugares, lamentablemente. No era una zorra ni nada parecido pero podía tontear con varios chicos al mismo tiempo. Yo, en cambio, prefería no llamar la atención del sexo opuesto y concentrarme en JK.
—Vaaale... ¿Recuerdas que falté todo el mes pasado?
—Oh, sí, me dejaste sola los 30 días pasados, por cierto. No te la voy a perdonar tan fácil —tampoco era buena haciendo amigas, yo era la única que tenía. Solía decir muy a menudo que las chicas son demasiado falsas, incluyéndose, pero que yo era una excepción.
Caminamos y salimos cuando ya tenía todo listo hacia la cafetería. Le conté sobre mi pelea con Brad y lo preocupada que estaba porque no me había mensajeado para hablar aún; ella dijo que no me preocupara que él fue el que exageró y que por nada en el mundo yo debería mandarle un mensaje. Además, me dio el abrazo que necesitaba cuando se dio cuenta que estaba a punto de lagrimear por JK.
Le hice caso. Ella tenía más experiencia en chicos, al fin y al cabo y yo no había hecho nada malo.
Llegamos a la cafetería, la que como de costumbre estaba repleta y totalmente ruidosa. Realmente no me gustaba mucho estar ahí. Usualmente mi escuela estaba llena de aquellos estereotipos que vendían las malas películas americanas.
Los deportistas se sentaban juntos en el centro de todos, con sus chaquetas a juego y varias chicas lindas que eran en su mayoría animadoras rodeándoles, luego estaban los bad boys que intimidaban a los de primer año, Brad y yo solemos decirles Los Perros porque siempre están al acecho de un nuevo juguete para quebrar, por otro lado, Andy les dice conocidos aunque varias veces la hemos visto pasar el rato junto a ellos. En la otra esquina, cerca a las ventanas están Vanessa y su séquito de taradas como a Andy le gusta llamarles y el resto de consejo estudiantil que supervisaba que nadie se tirara la bandeja. Luego, venían los clásicos empollones que les gustaba comer cerca al baño de señoritas. Y finalmente nosotros, los que no resaltaban en nada dispersos alrededor. En las novelas seríamos los que cuchichean mientras el protagonista camina por los pasillos.
En alguna mesa sobrante Andy, Brad y yo solemos comer sin excepción alguna.
Pero hoy él está sentado entre el capitán de baloncesto, dos animadoras y ese chico nuevo que no dejaba de causarme mala espina.
Creí que entre Brad y yo nunca habrían excepciones, porque nuestra amistad era fuerte e inquebrantable como un diamante, pero al parecer para él siempre fue tan frágil como una copa de cristal.
-¡Oh por dios! ¡¿Ems?! Hazme caso.
-¿Mhm? -respondo sin apartar la vista donde Brad sonríe con su nuevo amigo. Dejó caer mi bandeja a la mesa gris, con algunas manchas de café esparcidas.
-¡Es él! El chico lindo que te conté. Es el amigo de Bradley, ¡Chaz!
Vaya mierda.
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¡S.O.S! Descubierto.
Ficção GeralChaz es torpe, raro y algo sinvergüenza. No hay nada malo en él, es tan solo un chico normal y no tiene nada que ver con la extraña muerte de la súper estrella JK. O por lo menos, Emily cree eso, puesto que nunca se imaginaría que el tonto chico nue...