Fuimos hasta su auto y antes de subirnos se acercó a mí y me dio un beso en la boca. Después de disfrutarlo, porque obviamente lo disfrutó, me dijo:
- También me gustó tu beso.
- ¿Y si no te hubiera gustado?
- Habría abierto la puerta.
Y abrió las puertas del auto para que nos subiéramos. Tenía sintonizada una radio romántica. Me dijo que buscara algo que poner, pero yo le dije que el auto de una persona también servía para conocerla, y más aún la radio en que estaba sintonizada. Me mintió diciéndome que su madre le había ocupado el auto, pero los dos sabíamos que era mentira. El auto olía a ella, de seguro se arreglaba en él antes de llegar a su consulta. Abrí la guantera y había ahí todo un arsenal de productos de belleza, desde labial hasta su perfume. Cuando llegamos a un semáforo en rojo, se quitó el cinturón de seguridad, se acercó a mí y me empezó a besar. Nos besamos hasta que el bocinazo de un bus del Transantiago nos anunció que la luz estaba en verde. Y acepté que con el Transantiago podíamos coexistir en la misma ciudad, pero nunca nos íbamos a llevar bien.
Seguimos avanzando en el auto y contándonos cosas de los dos, hasta que llegamos al estacionamiento de su departamento, me dijo que si quería saber algo de su vida prefería que se lo preguntara a ella y no al conserje. Nos reímos y le dije que nunca más iba a confiar en un conserje. Pero era mentira, lo que hace una persona no condena a su gremio.
Subimos por el ascensor y le levanté la polera para tocarle el ombligo, ése que se le ve tan lindo en su estómago plano. Ella me acarició el pelo y me dijo que primero tenía que conocer el departamento, que a ella ya la había visto. Y me confesó que le gustó mucho que la mirara tanto la primera vez que lo hicimos. Le sonreí.
Entramos al departamento, era un lugar amplio y bien amoblado, de seguro reliquias familiares y cosas que había comprado ella. Estaba ordenado, pero confesó que no era mérito suyo: su Nana de toda la vida se ganaba un dinero extra ayudándola. Mientras seguía observando el departamento me preguntó:
- ¿Quieres algo?
Y la mire de pies a cabeza.
- Algo para tomar.
Y la volví a mirar. Ella se dio una vuelta para lucirse y después se fue a la cocina:
- Elige un vino.
Y volvió con copas y un descorchador. Le quité las cosas y la tomé en mis brazos. Nos besamos y nos empezamos a desvestir y a divertir, en medio de eso, puso música. Nuevamente lo hicimos en un sillón.
- Después del vino te muestro mi pieza.
Hicimos un salud por nuestras fantasías realizadas. Seguimos conversando sobre nosotros, mirándonos nuestros cuerpos, su color. Me confesó que la ropa por lo general la dejaba en un closet. Le confesé que por lo general la mía la dejaba en mi closet. Me explicó que a veces era bueno salir de las rutinas.
Me tomó de la mano y me llevó a su pieza, la habitación se veía más amplia de lo que realmente era, tenía una cama pequeña. Tenía los colores típicos de una habitación de una mujer. Un televisor, algunos libros y fotos.
- La cama es chica, pero así estamos más juntitos.
Nos empezamos a besar y a tocar, me pidió que la mirara a los ojos y me hizo sentir que me quería. Me pidió que me quedara y nos dormimos abrazados entre las sábanas que olían a ella.
Fue mi primera noche fuera de casa, cuando desperté me dijo que tenía otra fantasía.
- ¿Conmigo?
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El Amor en tiempos del "Like"
RomanceLas Redes Sociales han cambiado la forma de relacionarse de las personas. El plan de Andrés es encontrar el amor cuando nadie busca amor: ha trazado un plan, como el trazado del transporte público de cualquier gran Ciudad. Como si la forma en que n...