…−Y????? – Me preguntó Anabel ansiosa.
−Me beso. –contesté aturdida.
−¿Cómo besa? –Me dijo abriendo los ojos como platos.
−Anabel!!!
−¿Qué? Quiero saber!
−No se. Solo que me beso así, sin más y se largo.
−Wow.
−Si, “WOW”.
−¿Hugo lengua?
−Me voy. –Dije suspirando.
−NO!!!
−Chau, te quiero!
−Solo eso contéstame, me muero de la intriga.
Corrí hacia la puerta y cuando llegué a ella saludé a Anabel con la mano.
Perspectiva de Marcos:
Salí cuanto antes de “CHARNS” , abrí la puerta de mi coche y me metí dentro. Me ardían los ojos, me pase el dorso de la mano y se me mojó la piel. Estaba llorando, como un maricón. Desde chiquito mi madre me decía que llorar era para débiles. Volver a besar a Victoria me había echo sentir débil. Ya pasaron 9 años desde la última vez que nos volvimos a ver. Yo seguía enamorado de ella, aun que no me reconozca.
Cuando me di cuenta ya estaba estacionado mi auto en el garaje.
Entré a mi casa, estaba todo apagado excepto por un pequeño rayo de luz de luna que se escabullía por una ventana. Ni un ruido se escuchaba.
−Hola, mi amor, te extrañé. – Dijo Sasha dándome un abrazo por detrás. Sasha era una joven muy agradable con los cabellos rubios y ojos grises, mide mas o menos 1,70, y es muy sexy. Ella es mi secretaria, hace varios años que nos conocemos, y el año pasado decidimos ponernos de novios, yo no estaba enamorado de ella y estoy seguro que ella tampoco de mi, pero nos llevamos muy bien, y fin de la historia.
−Hola, yo también. –Dije.
Ella se dio la vuelta y rodeo mi cuello con sus brazos dándome un lento y apasionado beso, me deje llevar. El beso duró un buen rato, de repente sentí sus manos cerca de mi cinturón, lo desprendió e introdujo una mano dentro de mi boxer. Me estremecí.
−No, Sash.
−Si si.
Me beso mas intenso, me desabotonó la camisa y me condujo hacia el sillón. Y se fue desnudando lentamente junto conmigo. Al cabo de un rato estábamos exhaustos juntos acostados en el sillón. Luego ya no recordé nada mas, me había dormido.
Sasha apareció a mi lado con una bandeja en la que se podía ver un jugo de naranja, un café y unas media lunas. Todavía adormecido dije:
−Buenos días, amor.
−Buenos días. – Me dio un pico. –Te dejo el desayuno acá y me voy para la empresa, nos espera un día muy congestionado hoy. Acordáte que hoy tenemos la reunión con Fernández, y no podemos fallar. ¿Ok? –Dijo sonriendo.
−Por eso te amo. –Le dije.
−Mmm, lo sé, se que me amas. –Se abotonó un botón de la camisa y se dio la vuelta para irse. La agarré de la manga y la tiré hacia mi, se sentó y se recostó junto a mi. La bese tiernamente. –Mmm, me tengo que ir, chau, te amo.
−Yo también. –Le dije observando como se marchaba.
Escuche la puerta que se cerraba.
Tomé el vaso de jugo y bebí un sorbo mientras me levantaba y me dirigía hacia el armario donde saqué una camisa azúl, una corbata negra, un pantalón de vestir y unos mocasines negros, pero las medias no estaban. Deje el vaso en la mesa de luz. Tomé mi teléfono. Marqué el número de Anastasia, mi empleada, ella mas que mi empleada era como mi segunda mamá. Al tercer tono contestó.
−Marquitos!
−Anas, donde están las medias? No las encuentro.
−Jaja, en el tercer cajón de la comoda.
Abrí el cajón y hay estaban las medias dobladas.
−Ay!! Acá están!. Gracias! No sé que haría sin vos anas!
−Jaja, no yo tampoco se que harías sin mí.
−Venís hoy a casa?
−Si, voy a las 10:00.
−Ok, yo me voy a la fabrica ahora, te quiero!
Continuara...
