Jugar a ser Héroes

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     Aún recuerdo como si fuera ayer, esa noche oscura y templada que junto a mis amigos Joe, Carlos y Erick entramos a esa mina. Todo el mundo decía que era peligroso, arriesgado, hasta descabellado por los extraños sucesos que ahí ocurrían. Pero éramos jóvenes y no nos importaba nada más que demostrar nuestra valentía; partimos al atardecer, nuestros padres creían que iríamos a "acampar". De esta forma justificamos el equipamiento que llevábamos (mochilas, sacos de dormir, linterna, comida, etc.).

    Ya en el lugar Carlos se veía temeroso y muy dubitativo. Es más, temblaba de miedo, pero obviamente si no entraba sería recordado para siempre como un gran gallina y sería la burla del grupo. Al entrar,  los primeros minutos no ocurrió nada "sobrenatural", simplemente era una mina aburrida y polvorienta, todo transcurría perfectamente hasta eso de la medianoche, cuando de pronto la temperatura ascendió de una manera extraordinariamente repentina e inexplicable, sin mencionar un penetrante olor del cual no tenía recuerdos anteriores. En un abrir y cerrar de ojos la "cueva" se volvió un horno, a tal punto que Joe comenzó a desprender vapor y llenarse de ampollas; era una escena terrible y asquerosa. Rápidamente saqué de mi mochila alcohol para socorrerlo, pero ya era muy tarde... el infeliz sangraba de una manera incontrolable, además de proferir unos alaridos horrorosos. Ese fue el fin de nuestro amigo.

    Los 3 restantes nos reunimos alrededor, y de forma espontanea hicimos un minuto de silencio en su memoria, pero al momento de abrir los ojos Erick ya no estaba. Se había desvanecido,  como si nunca hubiera existido, excepto por una sola cosa; en el lugar estaba aún su linterna, lo que nos hizo pensar que había sido arrastrado o llevado por alguien. Junto a Carlos, lo buscamos incansablemente por muchos minutos, desafortunadamente sin éxito. Parecía como si hubiese sido llevado a otra dimensión, me impresionaba la facilidad con la que había desaparecido, hasta que Carlos pensó que quizás había aprovechado ese momento para huir, lo cual sonaba lógico, entonces emprendimos camino rumbo a la salida. O eso creíamos... fuimos abruptamente detenidos por un "algo". Pero no por un "algo" común, si no el más espantoso que me ha tocado presenciar: De la nada, ante mi pasmado rostro, mi último amigo comenzó a flotar. Asustado, chilló y pataleó desesperadamente. Su cara de terror era indescriptible, se percibía su miedo a tal grado que empecé a tiritar y llorar del espanto. Acto seguido, fue lanzado contra la escrutada pared (por los trabajos realizados hace ya varias décadas). El chico profirió unos gritos de dolor increíbles; sangre y dolor divinamente perturbador, lo peor es que no podía moverme por el impacto del suceso. Mi cuerpo no le respondía a mi cerebro, solo tiritaba cada vez más y más. En un momento dado, cuando Carlos ya no reaccionaba (no sé si porque estaba muerto o por que ya había perdido toda la fe) fue soltado. Mejor dicho, azotado contra el suelo... estremeciéndose de dolor. Me acerqué a él para ver si respiraba, pero antes de poder acercarme lo suficiente a su cuerpo, un aullido venido por cientos, no, miles de demonios desquiciados en busca de comida humana, me heló la sangre... Mi amigo pasó a segundo plano. Solo pensaba en mi propia vida, por lo cual quise huir. Corrí más rápido que nunca. Jamás lo había hecho en toda mi vida. Fui exactamente por el mismo camino que recorrimos desde la entrada hasta ahí. Corrí, corrí, corrí y corrí por segundos, minutos y horas hasta que el cansancio le ganó a mi espanto. Caí exhausto, ya no existía salida, no había escapatoria de aquel infierno. Ahora lo recuerdo y río al pensar lo estúpidos que fuimos. Queríamos ser reconocidos por todo el mundo como los valientes héroes que entraron a la mina... lástima que aún no encuentro la salida...

Historias Cortas de: Terror, Misterio y Suspenso Vol.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora