Capítulo 9. (No soy lo que buscas)

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Estábamos riendo y fumando unos cigarrillos en su cuarto, me sentía distinto, como cada día en estos días, pero hoy en especial, era diferente. Lo de Leo ya se me había olvidado y sólo me dedicaba a observar como salía el humo de la boca de Val, y la forma en que su pecho subia y bajaba y también de como levantaba una ceja al exhalar el humo de sus pulmones. No quería pensar en nada más, justo en ese momento estaba bien.
Cuando me despedí, dijo que me quería con un tono de voz angelical y algo poco demasiado enamorada, y le contesté de la misma manera, y quizá si lo sentía, luego fui al súper mercado donde trabaja Guille, temía el encontrármelo y que me preguntara una vez más sobre Leo, estaba harto de todo con Leo, en fin, fui y por desgracia me lo volví a encontrar.

- ¡Hey papi chulo!

Dijó y me dió un poco de gracia. Me acerqué.

- Oye ¿Acaso es Leo más importante para ustedes que para mí?
- Ves como no te es indiferente.
- Claro que lo es, oye he estado en la casa con Val.

Y le guiñé un ojo con picardía.

- Tss eso es todo campeón, no por nada hasta los hombres quieren tu culito.

Nos reímos y me fui a buscar las cosas que necesitaba, una lata de café, pizzas congeladas, cervezas, cigarros, y finalmente condones.

Mi papá y mi hermana iban a ir a una boda de una tía que vive a siete horas de aquí, y se iban a quedar unos días además. No quise ir, los viajes en camioneta son de lo más aburridos que puede haber en el mundo. Así que me dejaron la casa para mi solo ó tal vez también para Val, reí para mis adentros.

Cuando fui a la caja donde estaba Guille y al ver, mis condones se rió pero aplaudió.

- Oye ¿Si vendrás el fin de semana verdad?
- ¿Cómo?
- A acampar, hermano.
- Oh, si claro. Dicen que irán todos los de último año ¿Verdad?
- Tu lo has dicho.
- Vale, y ¿Llevo algo?
- Condones, aunque creo que ya los llevas.

Cuando iba camino a mi casa, pase por el restaurante al que había ido con Val, y recordé que ese día me quedé con Leo, y rápidamente mi entusiasmo y felicidad se había ido. Cuando llegué a casa estaba yo solo, y me sentí literalmente como estaba, sólo aunque estaba con Val, volví a estar con mis amigos, en fin. Me senté en el sillón y al abrir las pizzas me dieron asco y mejor pedí una, puse la serie de Banshee pero no por Leo, sino por que era lo único interesante que podía ver.
Estaba a punto de acabarse el capítulo cuando tocaron la puerta.
Era Leo, y mi estómago ardió pero no precisamente de enojo sino de nervios. Se veía normal, o eso parecía. No me salía ninguna palabra de la boca, aunque en mi mente pasaban dos mil y un palabras por decir.

- Me gustas, y me gustas mucho, y estoy dispuesto a quedar a escondidas con tal de seguir hablando o lo que sea que es esto. Se que te intereso, puedo venir cuando tu quieras, o puedes ir a mi departamento cuando gustes, tu solo dime que quieres y lo haré.

En mi mente seguía el mismo procedimiento, aunque ahora era por mil.

- Di algo, por favor.

Su cara era de desesperación como buscando algo de mi, algo que no tenía, como si nunca le hubiesen amado. Como cuando es cinco de enero y los niños están en espera de los Reyes Magos, aunque no sean reales.

- No soy lo que buscas. Por fin, logre decir algo y sonó como lo que sentía y pensaba, o eso creía.

Agacho la mirada y sentí tristeza, hice mal en ilusionarlo, ya que confieso que si lo hice, pero a que quiera algo entre los dos, para nada. Observó lo que veía en la televisión y sonrió.

- Dijiste que te atraía, nos besamos y ahora... ¿Es nada?
- Regresé con Val. Dije de golpe, y se rió irónicamente.
- Pues ya está, ya está todo claro.

Giró para marcharse, y me entro muchísima rabia y nostalgia quizá, desee que fuera una chica, para poder seguir con él. Vi cerrarse la puerta y me quedé ahí unos segundos más, pensando lo que había dicho y como lo dijo, ya que últimamente yo era el Sr. pensativo. Justo en ese momento se terminó la serie y se escuchó un silencio perturbador, y sentí como mis ojos estaban húmedos y mi vista se hizo borrosa y de repente estaba ahí llorando por alguien que conocía hace tan poco o quizá lloraba por mi por ser así, papá nunca me aceptaría ni mis amigos ni nadie de la gente a mi alrededor.

Me quedé dormido, y desperté no sabiendo si era el mismo día o al día siguiente o una semana después. Y juro que ni siquiera recordaba el día en el que estábamos, cuando me pare de la cama, un dolor punzante en la cabeza que casi me revienta el cerebro me alertó y observé mis pies, había latas de cervezas, y botellas tiradas por doquier. Baje rápido y estaba Guille, Chris, y Andrés, seguía sin recordar absolutamente nada. Miré mi celular era Miércoles, y habíamos faltado, cosa que nunca había hecho a excepción a los días que me enfermé de la viruela, me metí a bañar para despertar mejor, y cuando salí mis amigos ya estaban despiertos pero bostezando aún.

- Oye anoche si que te pasaste. Pero aún así te amo marica.  Dijo Andrés.

¿Anoche? ¿Marica?

- ¿Qué fue lo que pasó anoche?

Los tres rieron a carcajadas y me molesté.

- ¿Qué, que pasó anoche?

- Llamaste a todos los que pudiste de la escuela, y dijiste que Val era la mujer de tu vida, que te ibas a casar con ella, que la amabas, a todos les dijiste.

Andrés dijo al fin. Y volvieron a reír, sentí un gran alivió al saber que no había dicho nada entre Leo y yo.

- Pero venga, dícelo todo Andrés, bueno yo se lo digo. Le hablaste a Leo, y le dijiste que era un marica y que nunca en tu vida, ni estando tan pedo, andarías con él, y que dejara de joderte. Ah, e invitaste a todos esta noche a tu casa. Estoy tan orgulloso de ti hermano.

Me dieron ganas de vomitar al escuchar eso, no podía creerlo. y ¿por qué mentirían? Aunque bueno cuando estaba con ellos era un gilipollas, más bien me estaba convirtiendo en uno, más bien era un gilipollas.
No quise demostrar que me había sentido mal por eso, así que les dije:

-¿A quién y a quién dice que invite?

Rieron una vez más y me dijeron todos los nombres, a unos cuantos ni siquiera les caía bien así que a lo mejor no asistían, así que me relaje.
Me ayudaron a comprar cosas para la reunión, y Chris se trajo su música, Andrés sus dulces, y Guille el alcohol.
Estaba nervioso, aunque no era la primera vez que hacía fiesta en mi casa, mi casa no era muy grande, pero cabían lo suficientemente bien y con espacio, por fin sonó el timbre, y fui a abrir la puerta eran los chicos que precisamente no me Caían bien, pero me sonrieron como si fueran mis mejores amigos y les abrí pasó, luego llegaron Jocelyn y Denisse, se veían un poquito mejor, después Val, y de repente se me dificultaba desplazarme por mi casa y el Jardín, me había puesto con los dulces de Andrés y no me sentía para nada bien, no sabía dónde estaba Val, ni mis amigos, así que subí a mi cuarto y justo en cuanto abrí la puerta, mis ojos quedaron estupefactados, no podía creer lo que veía, era Leo y José acostados, haciéndolo y cuando me vieron ninguno de los dos denoto vergüenza o cualquier sentimiento relacionado, al contrario, se pararon, se pusieron sus pantalones, y Leo me sonrió como nunca lo había hecho, su cara tornaba felicidad y placer, y salieron de mi cuarto sin más.

Me quedé ahí por un rato, y me senté en mi cama, y de repente mis manos estaban en mis ojos, deteniendo las lágrimas, más no el dolor.
Desde ese momento la fiesta me pareció más mierda de lo que ya era, quería que se largaran todos, así que los corrí gritando. Inclusive a mis amigos y a Val. Me volví a subir a mi cuarto, y no soportaba la idea de acostarme donde Leo se había acostado con José, así que me fui al cuarto de Lucy, y lloré, hasta caer en un largo sueño dónde estaba Leo.

Mejor Juntos [COMPLETA] (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora