La eleccion

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TRAS muchos años de guerras y batallas, y después de haber conseguido vencer a las hordas invasoras sajonas, el rey Arturo le dijo a su consejero Merlín: «Ha llegado la hora de que tome esposa». Merlín preguntó si el rey ya había hecho su elección; y parecía que la había hecho, pues le habían hablado de una princesa de gran hermosura llamada Ginebra, hija del rey Leodegrance de Cameliard, y se sentía lleno de amor aún antes de haber conocido a la dama.
Pero Merlín era adivino y podía prever que esta elección terminaría en tragedia.

—Si te advirtiera que Ginebra será una elección desafortunada, ¿eso te haría cambiar? —preguntó Merlín.

—No —replicó Arturo.

—Bueno, entonces, si te dijera que Ginebra te va a ser infiel con el más querido leal de tus amigos... —dijo Merlín.

—No te creería —admitió Arturo.

—Por supuesto que no —respondió Merlín tristemente—. Todos los hombres que he conocido se han mantenido siempre firmes en la creencia de que en su caso, y ante el amor, todas las leyes de probabilidad quedarían anuladas. Incluso yo, que sé más allá de toda duda que mi muerte será causada por una niña tonta, no vacilaré cuando la joven se presente ante mí. Por lo tanto, tú te casarás con Ginebra. No necesitas consejo; sólo aprobación.

De modo que Arturo envió a Lancelot, el jefe de sus caballeros y su amigo de confianza, a traer a Ginebra de la casa de su padre a la corte del rey. En el viaje, la profecía de Merlín se cumplió, y Lancelot y Ginebra se enamoraron perdidamente. Pero ninguno de los dos consintió en romper la promesa hecha al rey.

Al poco tiempo de la boda, el rey Arturo tuvo que atender algunos asuntos en otro lugar del reino. En su ausencia, el rey Meleagant le tendió una trampa a la reina, la secuestró y se la llevó a su reino. Nadie sabía lo que le había sucedido. El único modo de penetrar en la bien guardada prisión en la que Meleagant había encarcelado a la dama era atravesando un puente peligroso que nadie había cruzado antes, porque estaba hecho con espadas afiladas colocadas de punta. Nadie osó ir a rescatar a Ginebra excepto Lancelot, que se abrió paso a través de lugares desconocidos hasta que descubrió dónde estaba oculta Ginebra. (Cruzó el puente de las espadas, lo que le costó recibir heridas profundas, pero rescató a la reina, luchó con Meleagant y lo mató. Una vez regresaron a la corte, la reina se apiadó de Lancelot y ella misma curó sus heridas. Mientras aquel yacía en su lecho de enfermo, ambos consumaron finalmente su amor secreto.

Al regreso de Arturo, Merlín le dijo que había tenido una visión de la reina y de Lancelot, y que Ginebra había traicionado a su esposo. Otros miembros de la corte también le dijeron a Arturo que era sabido que la reina y Lancelot se amaban en secreto. Pero Arturo evitó dejarse llevar por la ira y siguió su propió consejo, porque sabía que tanto su amigo como la reina sufrían mucho por su amor, y que ambos luchaban por resistirse a el lo mejor que podían. Debido a que el rey los amaba a ambos, no quería dañar a ninguno de ellos exponiendo públicamente la traición. De modo que esperó; y los tres se sintieron desdichados por el amor que se tenían entre ellos.

Pero los caballeros de la corte estaban furiosos ante la vergüenza que la reina y Lancelot habían causado al rey y, al mismo tiempo, vieron una oportunidad para hacerse con el poder y expulsar al mejor amigo del rey de su lado. De modo que planearon sorprender a Ginebra y Lancelot juntos, con el fin de presentar al rey la prueba de la traición y hacer pública la infamia de la reina. Entre estos caballeros se encontraba Mordred, que era hijo ilegítimo del rey v que buscaba apoderarse del trono.

Una noche, estos caballeros permanecieron en vigilia en espera de los amantes y, llegado el momento, irrumpieron en la habitación donde yacían. Lancelot escapó, pero los caballeros hicieron prisionera a la reina llevándola ante el rey, con la prueba de su traición. De modo que Arturo se vio obligado, contra su voluntad, a acusarla y someterla a juicio. Ginebra fue encontrada culpable y sentenciada a morir en la hoguera. Pero cuando era arrastrada hacia la hoguera, Lancelot, que mientras se hallaba escondido había recibido noticias del destino que esperaba a su amante, partió a caballo para rescatarla. Se libró una gran batalla, y murieron muchos caballeros antes de que Lancelot se llevara a la reina a su castillo, cuyo nombre era Guardia Alegre.

Ahora Arturo ya no podía perdonarlo, pues Lancelot había matado a muchos de sus mejores caballeros. De modo que el rey marchó con su ejército a sitiar el castillo de la Guardia Alegre. Pero Lancelot rehusó salir en su caballo a defender el castillo, pues no quería combatir con Arturo. Después, uno y otro tuvieron ocasión de hablar recordando el amor y la lealtad que se tenían. Entonces Lancelot se arrepintió y juró que renunciaría al amor de la reina, de modo que Arturo y él se reconciliaron.

Arturo y Ginebra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora