PRÓLOGO.

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           Si hubiese sabido que ese sería el último día que lo iba a ver, lo hubiera aprovechado al máximo. Le hubiese besado, abrazado y tocado como nunca lo hice, y él siempre me hacía a mi. Si hubiese sabido que pasaría algo así, no me hubiese ido de su casa en plena
discusión.
    
      No le hubiera dejado que llamara sin obtener contestación por mi parte, y mucho
menos le hubiese dejado coger el coche en plena tormenta para buscarme como un loco.
Si hubiese  sabido que todo acabaría así, que todo mi mundo acabaría en ese mismo día,
no hubiera cometido tantos errores. O eso creo.

      Pero, lo que es aún peor, si hubiese sabido que esas luces, que se acercaban tan rápido a mi, eran las de él, las de su coche, me hubiese parado en seco. Le abría gritado mientras se paraba delante de mi y bajaba del vehículo para intentar cobijarme, con su paraguas.

     Pero por suerte, o por desgracia, no fue así. Salí corriendo a duras penas por mitad de la
carretera, como una un pollo sin cabeza. Solo pensaba en que debía alejarle de mi, no podía tenerlo cerca. Cada día que pasaba corría más peligro por estar junto a mi, o eso
siempre he pensando.

   Cada día tenía más miedo y estaba más enamorada de él, y eso no lo podía permitir. No quería que resultase herido, y lo conveniente era alejarlo de mi ya que él no quería hacerlo por su propia voluntad.

     ¿Qué por qué lo quería alejar de mi? Pues eso es una larga historia que te pienso contar
desde sus inicios, que para algo estas aquí leyendo mis líneas, ¿no? Y no, no es la típica
historia de amor, que pese a las adversidades todo sale bien, siento decepcionarte. Pero
creo que merece la pena ser contada.

Aléjate de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora