ACOTAR - Las Crónicas de Elain

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Prólogo

Me hundi en las profundidades de este mar oscuro donde los rallos de sol no se atrevían a aventurarse , luché e intenté emerger con todas las fuerzas que disponía pero mi cuerpo no respondia prefirió seguir inerte a merced de sus caprichos dejando que se apoderase de mi cuerpo mi alma arrebatandome el último aliento de mis pulmones, pero fue cruel y prefirió mantenerme consciente pero no podía complacerla mis párpados me pesaban mientras me mecia hasta que harta de mi, hasta que terminó su cometido me dejo arrastrar hasta la orilla de una playa dura y fría como resto de un naufragio y fue en ese momento en que comprendí que fui más lista que ella, que deje que supiera que mis días llegaron a su fin recobrando mi aliento.

Una segunda oportunidad concebida por un objeto pagano manipulado por el rey de hiberno en este sueño o pesadilla es donde comienza mi historia.


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Viviendo esta pesadilla una y otra vez desde el accidente con el caldero me deja cansada y desvelada todas las noches, llevo una semana encerrada en este cuarto junto con mi hermana Nesta, no porque fuéramos encerradas en contra de nuestra voluntad sino algo que decidimos nosotras, una petición silenciosa que fue respetada por los que nos trajeron a este lugar desconocido llamado Velaris.

Los primeros dos dias me las pase sin salir de la cama y creo que Nesta descidió hacer lo mismo, durante todo ese tiempo nadie se pasó por la habitación para ver como estábamos, aunque creo que miento porque mas de una vez sentí el quejido de la puerta y el crujir de la madera, yo siempre miraba por encima de mis sábanas preparada para enfrentarme a quien fuera que estuviera visitandonos y no fue así, allí no había nadie pero en su lugar como siempre pasaba había ropa limpia y una bandeja con comida, me pregunté en que momento del día estábamos, sinceramente perdí la noción del tiempo desde que llegué aquí.

En los siguientes días a desconocimiento de lo que pasaba en la cama contigua empecé a sentir movimientos en mi cuarto, desde un gruñido muy familiar hasta algún que otro mueble llevado por delante por la torpeza de mi compañera de habitación.

-¿Estas bien?- pregunté al silencio,

y el silencio respondió -Estar en la cama ya me empieza a cansar Elain-

Se me dibujó una sonrisa en mi rostro oculta bajo las sábanas, escuché como se movía patosamente Nesta por la habitación bajo gruñidos y maldiciones, escuche como se corría las cortinas del lado de mi cama, después un peso en la orilla de esta y por último como me retorci cuando los rallos del sol bañaban mi cuerpo.

Me dediqué unos segundos a que mi vista se adaptase a la claridad del día frotandome los ojos mientras intentaba incorporarme, me daba miedo volver la mirada hacia mi hermana de ver que ella también resultó ser víctima del rey de hiberno

-Mirame Elain - demandó ella con su tono habitual, ¿es que ella ya lo ha asumido ?

En su lugar me quedé mirando más allá de los cristales del ventanal, desde mi ángulo podía ver un mar de tejados y un cielo despejado, evite fijarme en el reflejo del cristal en esas dos desconocidas sentadas en la cama.

Tomé aire adoptando una postura que a mi parecer fue correcta sin estar sentada en una silla, sentí la calidez y la suavidad de una mano tomando mi mentón obligándo mi cabeza a moverse hacia el lado donde mi hermana se encuentra, me esperaba encontrar un esperpento , un monstruo desfigurado ,pero la expresión de mi rostro decía lo contrario, esos ojos grises tan familiares, ese cabello claro alborotado y ese clásico fruncir de ceño que ordenaba reinar al silencio cuando ella se encontraba furiosa, aún así había algo más en ella que la hacía más hermosa, otras facciones que no llegué a reconocer hasta que mis ojos se posaron en la evidencia de esos cambios, las puntas de unas orejas asomando en ese caos dorado de su cabeza lo que me hizo tragar saliva.

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