Era nada más y nada menos que aquel perfecto espécimen. Tenerlo aún más cerca que la primera vez sólo hizo que todos y cada uno de mis sentidos estuviera hipnotizados por sus grandes ojos negros. Sus labios se tensaron (pude ver que tenía un arete en el labio inferior), creando una fina línea. Sentía como una extraña sensación recorría todo mi cuerpo, era como una ligera descarga
—Espera aquí —ordenó con un tono muy serio.
Miré como se dirigía a la habitación de la cual venia yo. No pude evitar seguirlo sin que él se diera cuenta. Quedé en shock al notar que ya no estaba aquel idiota. Mis ojos se dirigieron a la ventana donde estaba apoyado él.
—Te dije que te quedaras. —Hice caso omiso a lo que había mencionado. Me acerqué a la ventana para averiguar qué tan alta era la caída. Para mi desgracia pero para suerte de aquel imbécil no era alta, no media más de dos metros y las personas estaban lejos como para poder ver algo.
—El imbécil saltó. —Dije con todo el odio que tenía en ese instante.
—Creo que podrías ser detective privado. —Dijo con tono burlón. Me giré para verlo mejor, sólo para ver como una sonrisa estaba plantada en su rostro. No pude evitar poner los ojos en blanco ante su comentario tan fuera de lugar. Su mano se dirigió a mi pómulo rozándolo suavemente con su pulgar. —Necesitas un poco de hielo. —sus ojos miraban fijamente mis labios haciendo que otra ligera descarga estremeciera mi cuerpo.
—Vaya, aparecer si tienes modales y no eres sólo una cara bonita. —su pulgar aún seguía sobre mi pómulo haciendo pequeños círculos.
—Así que piensas que soy una cara bonita, ¿eh? —Sabía que mi cara estaba completamente roja y por más que quisiera no podía evitarlo. —Bueno, con respecto a lo de hace rato, no es mi culpa que una linda chica cayera a mis pies y no quedar impresionado. —Lo estaba diciendo a propósito para que siguiera ruborizada, estaba completamente segura.
—Sólo es un decir, no crees todo lo que digo. —Cuando por fin pude articular una palabra, no sabía muy bien lo que decía.
—Lo tendré muy en cuenta. —Bajo su mano para meterla en su bolsillo. —Ven, vamos por hielo.
Caminamos escaleras abajo para después girar a la izquierda a una pequeña cocina, la cual estaba decorada blanco y negro. Me senté en una de las sillas que estaban de un lado una isla. Tenía la superficie hecha de solido mármol blanco. El futuro padre de mis hijos estaba tomando una servilleta de tela con la cual envolvía un pedazo de hielo que había tomado de la nevera. Lo puso en mi mano con mucha delicadeza, como si se fuera a romper en cualquier momento. Se paró frente a mí, mientras observaba como mi mano se dirigía con el hielo a mi cara.
—Lindo lunar, ¿o acaso es una mala coloración? —su mirada estaba puesta en un mechón blanco que estaba detrás de mí oreja.
—Oh, es un lunar. Lo heredé de mi madre, aunque el mío es más pequeño —tras un momento de silencio preguntó un tanto brusco.
— ¿Y tu nombre es? —Metió sus manos a sus bolsillos y no pude evitar recorrer su cuerpo con mis ojos hasta llegar a su rostro, comprobando que me miraba fijamente. Podría jurar que había una pizca de deseo en sus ojos que hacía que mis piernas temblaran. Trague saliva para poder reaccionar ante su pregunta.
— ¿No deberías decir primero tu nombre? —Cuando puse el hielo en mi cara, me percaté que dolía como el infierno, lo que me hizo poner una horrible cara. Sabía que así era ya que vi que él se reía de mí.
—Buen punto. Me llamo Leonardo, soy primo de Diego por parte de mi padre y su padre—. Dijo dando un suspiro.
Demonios, hasta su nombre era atractivo.
—Entonces son hermanos, ¿no? —Claro que son hermanos, ahora pensará que tengo un retraso mental.
—Así es, Sherlock—. Tomó mi barbilla con delicadeza para levantar mi rostro, y siguió mirándome fijamente a los ojos. —No puede ser que sean tan verdes. —Y como era de esperarse estaba completamente hipnotizada por su repentino tacto.
—No creo que sean tan verdes como crees. —Puse los ojos en blanco. ¡Me dijo Sherlock! Bueno, aunque me comparara con él era un cumplido, pero no en estas circunstancias. Este chico se estaba burlando de mí, en mi cara. Bajó su mano nuevamente a su bolsillo, pero mi cuerpo entero rogaba porque me siguiera tocando.
—De acuerdo —dijo levantando sus hombros de manera despreocupada. —Y entonces, ¿cuál es tu nombre?
—Oh, Georgia. Soy prima de David, tal vez lo conozcas. —Su mandíbula se había tensado justo igual como a David cuando habló sobre él.
—Lindo nombre. Sería imposible no conocerlo. Supongo que eres de nuevo ingreso, ya que nunca te había visto.
— ¿Imposible? —Estaba más que segura que entre estos dos había pasado algo, y tenía que saberlo— Entonces eso quiere decir que conoces a todas las chicas de la escuela, ¿no?
—Bueno, tú debes de saberlo, después de todo es tu primo —alzó los hombres de manera imperceptible, lo cual suponía, era para evadir el tema. —Tengo buena memoria, es todo—. Mirar como sus músculos se flexionaban con un ligero movimiento era, sin duda, el paraíso.
Escuché como la música se filtraba hasta dentro de la casa, lo que me hizo recordar a Diego y lo qué había sido de él.
— ¿Quieres bailar? —Dejé el hielo encima del mármol para voltear a fuera de la cocina y ver cómo estaba el ambiente en el patio. —Oh no, ahí no —me giré para ver una enorme sonrisa en su rostro. —Ven, vamos —. Aparecer a este chico le gustaba dar órdenes. Tomó una de sus muñecas lo que hizo bajar de la silla.
—Espera, si Emma me ve salir, estoy muerta —y era verdad. Se enojaría tanto conmigo no sólo por irme, sino, también por ir especialmente con él.
—La policía los tiene ocupados. —Salimos por la única puerta de la cocina en dirección a la entrada principal. Leonardo tomaba sutilmente mi mano, y como era de esperarse pondría resistencia alguna. Tomó la perilla de la puerta haciéndola girar. Salimos caminando, bueno en realidad estábamos a punto de correr. La patrulla se encontraba en frente de la casa que estaba a la izquierda. Una pareja de ancianos, los que supuse eran los vecinos, discutían agitadamente junto con los policías, Diego, David y Emma. —A l parecer volvieron a tener problemas con el ruido— su tono de no tenía ni una pizca de preocupación.
— ¿Siempre los tienen?
—Bueno, no estoy seguro. No me quedo en este tipo de cosas —Aparté la viste de las luces que empezaban a molestarme. Cada vez se hacía más corto al camino a su auto.
Aunque la calle no era tan oscura, estaba segura que Emma no me había visto in fraganti.
Espero les agrade:D
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Una sobredosis de ti
Mystery / ThrillerDos desconocidos, sumamente astutos. Un criminal, dispuesto a salirse con la suya. Pero si se quieren hacer que pague, nadie saldrá ileso. Georgia y Leonardo sabrán si están preparados para todas las consecuencias que se avecinan.