"La inocencia es algo que no vuelve."
Recuerdo con claridad aquellos días en los que lo único que importaba, era divertirse, comer golosinas, ensuciarse al imitar ser pasteleros, esconderse bajo las sábanas para jugar con lo mejor que te diera tu imaginación. Creernos ser princesas o piratas, soñar en grande...
Recuerdo mi cabello como una melena con rizos alborotados. Mis labios siempre lucían una linda e inocente sonrisa y mis ojos destellaban felicidad por donde los mirasen. Reía por casi todas las cosas, no había cosa ni persona que me molestara, salvo... Él.
Recuerdo que construí un fuerte de cojines y almohadas detrás del sofá más grande de la sala principal, donde llevé todos mis peluches y mis muñecas. Pasaba todo el día y todos los días allí, hablando con personas imaginarias que me acogían en un maravilloso mundo falso.
Recuerdo el miedo que sentía al ver por la ventana el auto de papá cuando llegaba por las noches. Me escondía entre todos mis juguetes y pretendía estar dormida profundamente; pues de sólo verle a la cara temblaba de miedo.
Recuerdo un día sumamente caluroso, a mi no me dejaban salir de casa y estaba realmente aburrida. Me preguntaba cómo era el mundo exterior, quería comprobar si era tan hermoso como decían en las caricaturas que veía.
A escondidas tomé mi muñeca favorita, abrí la puerta que llevaba a la calle sin que alguien me notase y corrí lo más rápido que pude al parque que estaba en frente. Una avenida verde y hermosa, no pude evitar tirarme sobre el pasto y observar el cielo celeste, adornado con unas difuminadas nubes blancas. Reía en un tono de voz bajo cuando encontraba formas a ellas, tenía una gran imaginación.
Aquel día lo pasé fuera de casa y me sentí libre, era el primer día en el que no me escondía tras el sillón y al fin podía oler ese aire fresco de verano. Al fin podía tocar los árboles con mis pequeñas manos y ensuciarlas con la recina.
"Me causaba gracia el cómo mis dedos se volvían pegajosos, de un color raro y hermosamente brillante."
Ese día llegué tarde. Mi vestido se había manchado completamente por la tierra y el césped. Mi pelo estaba hecho un desastre; lleno de hojas y nudos. Quería contarle a mamá lo maravilloso que había sido mi día. Quería decirle cuanto deseé el que ella hubiese estado conmigo para jugar en tan lindo lugar. Quería... Quería... Pero en tanto abrí la puerta, vi a papá esperándome. Agarró mi brazo derecho, me arrastró hasta mi habitación y con un grueso cinturón en mano, golpeó sin medir el peso ni la fuerza mis débiles piernas y brazos. No paraba de llorar, sentía un dolor tan grande y tan fuerte, que en momentos me faltaba el aire para respirar mejor. ¿Cómo era posible que el hombre que "más amaba" en el mundo fuese capaz de dañarme de esa manera? ¿Por qué papá me golpeaba y mamá sólo se quedsba allí mirando? Como si disfrutase de ello... De verdad no lo entendía, sólo lloraba sin consuelo alguno, lamentando el momento en el que crucé la puerta de regreso.
Luego de un par de gritos y algunos otros azotes, gateé dificultosamente hasta mi fuerte; el cual ya no estaba más. Las almohadas, mis peluches y muñecas, las habían quitado de allí y ya no tenía dónde guarecerme. Recuerdo haber cerrado los ojos seguido de abrazar mis rojizas e hinchadas piernas.
"Lloré hasta quedarme dormida y esa fue la primera vez en que papá rompió mi corazón..."
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Piel de papel
Short StoryLas memorias de una adolescente de quince años, quien jamás dejó de soñar. Su corta vida se basa en tragedias y decepciones, demonios que no la dejan continuar y con los cuales tendrá que luchar día a día. La adolescencia es la etapa más difícil de...