Nuevo infierno.

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A la mitad la nada, en donde me detuve para respirar después de correr como 10 kilómetros, voltee a mi alrededor y me di cuenta de que estaba sola y que en cualquier momento llegaría Judá, mi mente se la pasaba alucinando con su llegada triunfante para desmoronar mi orgullo y hacerme aceptar que tiene razón y que lo necesito más de lo que se supone debería ser.  Observar mi alrededor me tranquiliza, la soledad me hace sentir acompañada, es irónico pero es así. Mientras el tiempo pasaba,  la culpabilidad iba desapareciendo pero sabía que ellos miraban desde algún lado, sabía que habían ido con Dios si es que existe, sabía que nunca me perdonarían o tal vez si, les alivie el dolor. Mientras pensaba en la posibilidad de ser perdonada por mis hermanos, una voz interrumpió mis pensamientos; es Judá.

-Estarás bien, era lo mejor para ellos.-Dijo. Sonreí, me agrada su compañía inesperada.

-Si, pero no estaba lista.-Contesté.

-Yo tampoco estaba listo pero tenía que hacerlo-dijo-Además curaste su dolor, aunque causaras el de otros-Dijo, tranquilamente. Quería dejar el tema a un lado, así que le hice una pregunta.

-Judá, sé sincero, como sabes en donde estoy y cuando aparecer?-Dije, espero que sea más de lo que estoy pensando.

-Porque eres mi recluta, tengo que estar al pendiente, si te pasa algo, el gran señor me aniquilara a mi.- Contesto, sabía que mentía su voz no sonaba como siempre. Me quede callada, esperando que siguiera hablando, no lo hizo, así que tuve que romper el silencio.

-Ah, esta bien, creí que era por otra cosa-Dije, rota.

-Carajo...-musito-Si es por otra cosa-Dijo, al fin. Lo mire con los ojos abiertos, la sorpresa me fue imposible de disimular.

-Se cuando llegar, porque nunca te dejo sola, siempre estoy observándote desde algún lugar.-Susurro. Sonreí, era su forma de demostrar aprecio, siguiéndome como si fuera un psicópata. No contesté nada, otra vez la loca idea de besarlo, cada vez esa idea aparece con más frecuencia, comienzo a pensar que en serio quiero hacerlo. 

-Entonces haz estado presente todo el tiempo?-Era una respuesta obvia, pero quiero escucharla de su voz.

-Si, siempre, he incluso he visto como te desnudas-Dijo, vacilante. Eso me sonrojo, no era algo que esperaba, suele hacer comentarios que me dejan sin hablar y este es uno de ellos, que se le contesta a una propuesta indecorosa?. Continuo:

-Las marcas en tu pecho te queda bien.-Dijo, sonriente, estaba jugando con lo poco que quedaba de mi inocencia. Y después de pensarlo, supe que responder:

-Eres un sucio, sabes que eres 10 años mayor que yo?-La verdad me importa un carajo, si es más grande que yo, es inevitable no desearlo. Él me miró y sonrío; se que no le importa si es mayor que yo, en su pervertida mente se que me esta desnudando como si tuviera derecho de hacerlo. Es una rara combinación entre insensibilidad y calentura. 

-Zoe, no pienses que te deseo, eres una pequeña niña.-De nuevo, con estúpidos comentarios que arruinan todo.

-Ya te habías tardado en ser un idiota, necesito ir al santuario, me acompañas?-le dije, molesta, odio la forma en que siempre juega conmigo. Comenzamos a caminar, no entiendo como puede llegar a ser tan idiota; el camino transcurrió en silencio, pensé que me diría algo, al menos una disculpa, pero su frío corazón y su interminable orgullo era imposible que pasará. Llegamos y estaba todo en una calma incomprensible, entramos y todos los reclutas estaban adentro hablando entre ellos, por primera vez veía que socializaban como gente normal. Cuando llegamos todos nos miraron, había un par de chicas que miraban a Judá como si fuera la creación más majestuosa y a mi con recelo, como si ellas quisieran ser las estúpidas que van detrás de Judá;me quedé con ganas de decirles: ''Toma cariño, te regalo el puesto''.

Caminar entre las personas observadoras, me hace sentir intimidada, pero a la vez superior, saben que soy importante y por eso me miran tan detenidamente, entramos al salón en donde siempre se encuentra el gran señor, algo así como la oficina del diablo, entramos y el humo de su interminable puro estaba en el aire, el toque de incertidumbre que deja es placentero, le agrega misterio. El gran señor como es costumbre nos estaba esperando, nos sentamos frente de él, como si estuviéramos visitando a un pariente de confianza; el gran señor me mira con lujuria, no sé si se pueda usar esa palabra, pero lo hace, como si también pudiera verme bajo la ropa.

Necesitaba un par de respuestas, así que no pedí tiempo:

-Necesito que me diga donde esta mi nuevo infierno?-Dije, por primera vez con seguridad.

-Calmate, Zoe, esta justo aquí, bajo tus pies.-Dijo, risueño.

-Necesito vivir aquí, usted sabe lo que hice y no quiero volver.-Dije.

-Judá te llevará, se que lo tiene en mente-Dijo, por su mirada se que es un albur, pero lo disfruto. Me quedo mirando al gran señor, me levanto y me voy, se que me miran, pero por primera vez, era lo que quería que hicieran.

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En el silencio de la habitación, en una imperturbable soledad que calaba, el gran señor fumaba su puro para curar una insaciable adicción, mientras pensaba en ella.



un ángel entre sus pechos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora