Capítulo 8

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Phoebe observó cómo Percy mezclaba algunas cosas que no pudo identificar en silencio. El silencio comenzaba a tornarse incómodo hasta que Percy apareció con un pequeño cuenco lleno de una masa marrón que olía a matarratas:

—Quítese la bata — ordenó mirándola con suspicacia.

—¿Qué? — preguntó Phoebe alarmada y abriendo los ojos como platos.

—Tranquila — comenzó el conde removiendo la mezcla — es para que mañana no aparezca un horrible moratón — Phoebe miró el cuenco y comenzó a deshacer el nudo de la cintura de su bata para quitársela completamente.

Percy observó el cuerpo casi desnudo de Phoebe. ¡Aquel camisón no dejaba nada a la imaginación! Phoebe enrojeció de vergüenza mientras se colocaba de lado para que Percy pudiera aplicarle aquella asquerosa mezcla. El silencio estaba en el ambiente. ¿Pero qué podían decirse? Phoebe estaba casi desnuda delante de su jefe y Percy temía levantar la vista por miedo a que sus ojos se desviaran a cualquier punto del cuerpo de la modista.

—¿De qué está hecha la... cosa esa? — preguntó la joven haciendo muecas mientras miraba el cuenco.

—Es una receta secreta de la familia — explicó escuetamente pasando la mano untada por la zona en la que comenzaban a ser visibles unos dedos algo morados — Mi madre me lo aplicaba cada vez que aparecía con heridas, es bastante eficaz.

Phoebe no dijo nada más. Esperó unos segundos más hasta que el conde finalizó su tarea y colocó una venda alrededor de su bíceps. El hombre la miró satisfecho y sus ojos resbalaron a sus pechos, por el que se dejaban ver dos puntos rosados. Apartó la vista mientras Phoebe volvía a ponerse la bata avergonzada. Se quedaron unos instantes en silencio hasta que Percy carraspeó y dio dos golpes a la mesa:

—Bueno, ya es tarde — la joven le miró agarrando el escote de la bata — La acompañaré a su habitación — Phoebe asintió y salió la primera en dirección a las escaleras seguida de Percy, que se estaba conteniendo por no hacerla suya en las escaleras.

Ambos se detuvieron frente a la puerta en plena oscuridad con solo la tímida luz de un candelabro. Phoebe se dio la vuelta lentamente y chocó con la mirada de Percy, que la observaba en total silencio.

—Buenas noches, milord — hizo una pequeña reverencia y llevó su mano al pomo sin quitarle la mirada al conde.

En menos de un segundo, Phoebe se vio aprisionada entre los brazos de Percy y la pared. Sus cuerpos estaban totalmente pegados. El joven conde recorrió con lentitud la espalda de la modista con sus manos mientras que ella se sentía desfallecer por las caricias tan sensuales que le propinaba. Percy posó su mano derecha en la nuca de Phoebe y de un movimiento deslizó la pinza que sujetaba el cabello de ella, haciendo que cayera por sus hombros, su pecho y llegara poco más abajo de su cintura. La besó tiernamente el cuello mientras Phoebe lo giraba para darle más espacio. Llevó las manos al cuello del conde mientras jadeaba. Eso estaba mal, ¡era su jefe! ¿Por qué no se movía? ¿Por qué no se alejaba de él?

Percy recorrió el costado de la mujer mientras la pegaba a su cuerpo aún más si se podía. Desató el nudo de la bata con delicadeza y bajó su mano por las caderas y la pierna de Phoebe. Cogió su pantorrilla y la alzó dejando que se sujetara a su cadera mientras repetía el gesto con la otra pierna. Phoebe tuvo que sujetarse con más fuerza al cuello de Percy mientras se presionaban para que ella no cayera al suelo. El conde llevó sus labios por el mentón de Phoebe hasta que encontró sus labios y los presionó con pasión y fuego corriendo por sus venas.

La quería a ella. Y la quería ahora en su cama.

La muchacha tiró del cabello de él mientras sus lenguas jugueteaban por el control, Percy posó sus manos en la espalda baja de ella mientras pasaba sus uñas por su cuello y los hombros. Phoebe echó la cabeza hacia atrás y Percy pasó sus besos al cuello de ella. El conde abrió los botones del escote de la modista y apartó la tela para besar sus hombros:

La ModistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora