Parte única

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A mis siete años ya estaba cansado de vivir, siempre monótomo, sin cambios: levantarse, desayunar, ir al colegio, volver, hacer los deberes y a la cama. Siempre igual. Mamá me decía: "cuando seas mayor disfrutarás", sí claro... Me levanté del sillón donde estaba sentado y me dirigí a la puerta para dar un paseo. Miré a mi alrededor: personas grises, aquellas que no saben hacer cambios, muchas vestidas con trajes sombríos y formales, con sus móviles y rostros apagados por el esfuerzo del día; y personas a color, aquellas que van siempre alegres, con un brillo especial en los ojos que te incita a sonreir. Miré al cielo, ¿ de qué color se me vería a mí?

Seguí con mi camino. Todas las personas que veía eran grises, a excepción de los niños pequeños que inocentes no sabían cómo era el mundo real.

Yo me enteré por casualidad, me levanté por la noche por que tenía pesadillas, quise irme a dormir de nuevo, pero un sonido me llamó la intención. Me incorporé y picado por la curiosidad me fui guiando por el sonido hasta llegar al salón. Al entrar me encontré con la escena más horrible que un niño de siete años podía presenciar, un asesinato. No un asesinato en el salón, sino uno que la televisión emitía. Ese día descubrí que la vida no es posible manejarla a nuestra voluntad.

Era triste ver tanto gris y tan poco color. Siempre solo, ni mi madre me podía comprender. Cada vez que le explicaba sobre mi extraño don se me quedaba mirando de manera extraña y anunciaba: " son alucinaciones tuyas". Estaba cansado de que nadie pudiese entender cómo me sentía.

(...)

A mis nueve años seguía solo, mi maldición seguía igual. Solo una cosa empezó a cambiar. Las personas adoptaron un nuevo color, el azul, que correspondía a aquellas que en su vida habían cometido pecados . Pero el gris, el de las personas sin esperanza, seguía existiendo. El color multicolor, el de las personas inocentes con sueños se iba apagando poco a poco.

He de admitir que me había dado por vencido, me había derrumbado. No lo lograba, tampoco podía cambiar mi visión. Cada noche, al dormir, la pesadilla de mis lejanos siete anos se colaba entre mis sueños y me atormentaba toda la noche, impidiéndome dormir.

Las cosas empeoraron cuando la gente colorida empezó a escasear, aquella que era inocente y seguía luchando por un mundo mejor, por sus sueños. Aquella que te hacían reir y que nunca te abandonaban.

Encerrado en mi pequeño mundo donde todo era gris y azul. Donde no había color, ni esperanza, es allí donde me encerré.

Mientras los niños jugaban yo permacía metido en mis recuerdos. Cuando la maestra dictaba la lección yo miraba el cielo gris que una vez fue azul. Cuando la gente reía y sonreía yo me encaminaba a casa y en silencio lloraba. Siempre solo....

(...)

A mis diez años ya no había ni color multicolor, ni azul , solo gris. La vida seguía igual de monótoma , el mundo se estaba pudriéndo sin eperanza. La gente moría, la muerte reinaba, los árboles caían y los animales se escondían por temor a seguir a los otros que ya se habían extinguido. La era en la que el hombre y la naturaleza convivían había finalizado. Nosotros, los hombres, éramos aquellos que destrozaban el mundo. Yo sabía que se daban cuenta de los destrozos que estaban causando y aún así seguían.

(...)

Once eran los años que yo tenía cuando soñé contigo, con tu sonrisa. Apareciste como un ente, algo que no encajaba en ese lugar. Rompiste esa armonía entre el negro y el gris. Apareciste con tu brillante sonrisa, con esos ojos verdes que a día de hoy sigo recordando, con tu pelo castaño ondulado que se movía al compás del viento. Aparentabas mi edad, pero al instante supe en tu manera de bajar las escaleras que daban al bosque en el que yo me refugiaba que habías vivido muchás más cosas. Tus ojos brillantes también lo demostraban. Atravesate esa barrera que con los años había construido. Solamente alzaste la mano y la gran verja que nos separaba se derrumbó produciendo un estrepitoso sonido. El polvo se levantó, pero tu seguiste con esa sonrisa hacia mí, sin temor a ensuciar ese vestido blanco como la cal que llevabas . Cruzaste el río con pequeños pasos. Me di cuenta que con cada paso que dabas una parte de mi sueño cobraba color. Los áboles se volvieron de un verde vivo, los pájaros recobraron sus colores, y el cielo se volvió de ese azul que tanto añoraba. Llegaste hasta mí y te sentaste en el banco que del gris se había vuelto rosado. Me miraste y pronunciaste unas palabras antes de desaparecer: "Eres tú quien elige el color del mundo, eres tú quien traza tus sueños, eres tú quien cambia la realidad. " Hiciste una breve pausa. "No esperes que los demás hagan las cosas que tú puedes realizar, la vida es el eco de la existencia". Te levantaste y te sacudiste el polvo. Mientras te alejabas de mí susurraste: " Gracias" .

Nunca más volvía verte, niña que me cambió la vida. Cierto que me ayudaste , pues al levantarme vi el munda tal y como habías dejado mi mundo, colorido. Sentí una extraña alegría , y por primera vez en años sonreí. Ese día y los demás jugué con mis compañeros, cerré ese grisáceo mundo en el que antes me había sumido. Me hice una carrera y estudié . Salí de la universidad con un diploma, me aceptaban en la reconstrucción del mundo. Salvé a gente y estudié todas las formas de mejorar lo que de pequeño veía sin esperanza. Me casé y tuve dos chiquillos que con el paso del tiempo se hicieron hombres y a su vez tuvieron hijos . Fui abuelo y formé una gran familia. Gracias, desde que me dejiste aquellas palabras y sacaste una sonrisa de mí no la he vuelto a borrar. Gracias niña de mis sueños. Ahora que me encuentro en mi último aliento he de confesar que he hecho muchas cosas buenas, pero también cosas de las que me arrepiento, como no preguntarte tu nombre aquella vez.

Gracias por devolverme el color a la vida.

FIN

Estoy muy contenta de este breve relato que he creado para dormir.

Gracias a tí lector por acompañarme en esta realidad de gris y multicolor color.
Se despide, Dannas11

La niña que me cambió la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora