Capítulo 2

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Mel POV'S

Me hallaba atrapada entre el tráfico, completamente desesperada por salir de allí y dirigirme a mi clase habitual de autodefensa. Suele ser mi único escape ante la rutina entre semana, y la única conexión real con mi antiguo yo. Al contrario de lo que pueda parecer, la clase tomaba toda la energía de mí, desprendiéndola por todas partes, dosificando mi adrenalina y encarrilando mi rabia hacia el buen camino. El resultado era mejor que cualquier medicación o terapia: todo relajación.

Oh, seguro que lo era.

Sin embargo, aquí estoy yo, metida en un atasco de mierda en plena Avenida de Lexington –Lex, para todos los neoyorquinos- esperando llegar tarde a mi cita. Cinco minutos y todavía tenía que traspasar un par de calles y aparcar... 

Pero espera, la fila de la derecha se estaba moviendo más rápido.

 ¡Aquí venía mi oportunidad!

 Decidida totalmente, mirando previamente por el retrovisor giré a mi derecha para avanzar justo delante de un Nissan GTR negro...dos segundos más tarde cambié de opinión. Este Nissan negro embistió sin pensárselo contra mí, taponando mi entrada a la fila de la derecha. Sin darme margen de maniobra, emitió un pitido alertando a las dos filas de los carriles, haciéndolas avanzar más allá del semáforo en rojo. 

¡Maldito loco de mierda!

Relájate, no es más que un chiflado.

Pero en serio, ¡Maldito loco de mierda!

Sin más opción que mantenerme allí, recé para que ningún coche más tratara de golpear mi Honda Civic Type-R amarillo, que apenas llevaba unos meses conmigo (no poseía seguro contra accidentes). De nuevo el Nissan negro lo intentó cerrándome el paso cuando quise avanzar, corriendo eché marcha atrás pero otro coche estaba pasando por detrás de mí en ese instante. Suspiré por la impotencia, negándome a bajar la ventanilla y gritar hasta el último insulto y mala palabra que cruzara por mi mente en ese momento. En ese caso, el Nissan negro estaría ganando la partida y yo solo estaría empeorando la situación. Cómo si eso fuera posible, me repliqué a mí misma. Éste no tardó mucho más en acelerar y alejarse a toda prisa, dejando atrás todo un reguero de humo y un montón de conductores estupefactos.

Diez minutos después, crucé sin aliento por la puerta del gimnasio. Solté la bolsa de deporte a un lado y forcé mi coleta de caballo arriba. Sergei me miraba sonriente con las manos en jarras. Lanzó los guantes hacía mí, y se colocó en posición básica:

-¿Qué tienes para mí hoy?

-Mucha mala leche.-Aseguré, sin ninguna pizca de vacilación en mi voz.

Sin previo aviso, conecté el primer gancho derecho a centímetros de su nariz, haciendo que Sergei tomara un precavido paso atrás. Levantó la ceja, dejándose ver un poco impresionado. Bueno, supongo que era una chica irascible. A continuación me incliné hacia delante, dispuesta a repetir el movimiento, pero Sergei ya lo había leído mucho antes así que me esquivó y lanzó un jab al mismo tiempo que rotaba su cadera, aumentando la fuerza del golpe.

 Mi hombro lo sintió, y retrocedí en la posición. Mientras tanto aproveché ese lapso de tiempo para enganchar con mi derecha un cross: su brazo izquierdo lo bloqueó, una vez más leyéndome. El sudor ya goteaba por los lados de mi frente, no obstante, Sergei tenía cada vez la sonrisa más amplia. Desvió su mirada un segundo hacia mi derecha y supe al instante sus intenciones. 

Rápidamente, agaché mi cabeza, quedándome sin aire y sin poder creerme que acabara de evitar su diabólico crochet. Esta vez no pude evitar que una pequeña risa saliera de mí, demonios estaba progresando, aunque no lo suficiente... Porque lo siguiente que Sergei me preparó fue un upper hook que no pude ver venir ni de lejos. Ese cardenal se quedaría una semana entera conmigo.

InsaciableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora