Un compromiso arreglado por el gobierno.

Epílogo.

EPÍLOGO.
FINAL DEFINITIVO.

—¡Felicidades, señor y señora Smith! —exclamó mi padre con una sonrisa fraternal, algo que aparentemente causó que las lágrimas se le escaparan a Suzane.

—¡Papá, la hiciste llorar! —recriminó mi hermano mayor aferrándose tiernamente a su novia, que a decir verdad, ahora era su esposa.

Solté una risa de diversión sin poder evitarlo. Mamá se había echado a llorar junto a la novia, el maquillaje se había corrido del rostro de ambas y se había creado un ambiente muy tierno, sin duda alguna ahora Suzane era parte de la familia. En ese instante, papá tomó una servilleta para limpiar las lágrimas de mamá, acto que se hacía muy agradable a la vista, y Tyler por su parte, abrazó fuertemente a su esposa, con ella  soltando todo sobre su marido. Ambos parecían tan felices. Todos estábamos totalmente felices por ellos. La situación era muy acogedora y era realmente emocionante. Cuando al fin Suzane retomó la compostura, inhaló y exhaló hasta que logró estabilizarse, seguidamente, se preparó para subir a la tarima y sujetó el ramo causando que todas las mujeres en la sala entraran en un estado de nerviosismo ciertamente notable, detalle que en realidad produjo muchas risas de parte de los chicos y los adultos mayores. Yo simplemente me dediqué a tomar asiento junto a Brian, Danica y Brando, los cuales parecían estar manteniendo una charla bastante interesante a la cual a penas logré integrarme.

Mientras tanto, la cuenta regresiva de las chicas en la tarima fue bastante animada y en cuanto Suzane pronunció la finalización de la cuenta, el ramo se elevó por lo cielos sin que ninguna chica tuviese una oportunidad de atraparlo, tomando como objetivo, aparentemente, empeorar mi día. Sucedió entonces, que el diminuto ramo de flores se topó con el centro de mesa, chocando así con mi bebida y finalizando el desastre sobre mi vestido. Y entonces, estaba completamente empapada con una mezcla de agua, ponche y flores, haciéndome casi parecer parte de las decoraciones en la boda. Lo único que agradecí fue el detalle de que no fui objeto de risas, sin embargo, las risas hubiesen sido mucho mejor que el silencio perforante que se presentó al instante debido a que se creó una tensión horrible, lo que causó que Suzane se girara confusa y se topara con la incómoda situación. La rubia se disculpó una y mil veces, simplemente haciendo más largo el momento, tuve que insistir que estaba bien, millones de veces, incluso me reí para liberar la tensión y no era una risa falsa, realmente me causó gracias que Suzane se preocupara tanto, incluso un par de personas rieron conmigo, lo que hizo el momento un poco menos incómodo.

Cuando logré zafarme de Suzane, sujeté el ramo y lo elevé fingiendo entusiasmo que, seguramente, nadie se creyó, sin embargo, no le tomé mucha importancia y me dirigí a los lavabos del salón seguida por los pasos de mi madre quién me dijo que volvería a casa para traerme algo de ropa. Cerré la puerta del baño para de una vez por todas sentirme lejana a toda la abrumadora situación. Apoyé mi espalda sobre la pared, seguidamente deslizándome hasta finalmente situarme sentada y divisé el ramo sobre el lavabo.

Entonces sin poder evitarlo, mis ojos se cristalizaron.

¿Atrapar un ramo decide que seré la próxima en casarme? Sonaba verdaderamente ridículo, pero yo no era quién para juzgar tradiciones. Me la estaba pasando bien, no obstante, al parecer lo mío no era obtener cosas a mi favor. Nada nunca se daba como lo deseaba. Terminé nuevamente por recordar a Nickolas, ese rubio idiota, habían pasado meses desde que su nombre no se colaba en mis pensamientos, meses en los que no me preguntaba que estaría haciendo o si me pensaba, si quizá me recordaba, meses en los que no consideraba la idea de encontrarle del otro lado al abrir la puerta. Realmente lo estaba intentando y por meses no lo había recordado en absoluto, pero ahora más que nunca quería verlo, necesitaba hacerlo. Había desaparecido tan fácil como la nieve al llegar el verano.