El parque de cerezos

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Estando en la calle, percibí que era otra zona dentro de la ciudad que nunca había visto antes. El gusto arquitectónico diferenciaba con el resto, parecía ser una expansión de no hace mucho. Definitivamente con cierto aspecto francés.

Caminé por la calle y pasando por una acera despoblada frente a casas, vi a unos niños bien vestidos jugando a la pirinola y dos niñas jugando a la rayuela.

Los niños apostaban monedas de cobre y las niñas brincaban los cuadros dibujados con gis en el suelo. No evité escuchar la nota musical que decían las niñas al brincar la rayuela:

–"Uno, dos, tres... que no te atrape la Sombra... si llegar a viejo quieres, ¡evita ver la gorguera!" –decía al subir, y al bajar decía: nueve, ocho, no salgas sin compañero, si la Sombra no te atrapa, ¡dejará su marca!"

"Cosas de niños", me dije a mí mismo. En ese instante, los niños que jugaban a la pirinola comenzaron a pelear, pareció que alguno hizo trampa y en un acto de desprecio, uno de ellos le dijo al tramposo: Espero la Sombra te lleve ¡Sin dejar rastro!

Fruncí el ceño y me alejé de ellos. Ya había oído demasiado de la "Sombra" sin quererlo, cruzando la calle me encontré cerca de un atractivo parque arboleado por cerezos, todo era de un tono rosa, era imposible no desear entrar en ella. Como estaba bardeado busqué la entrada, y al hallarla, había un atrayente cartel que decía:

"El Generalísimo Sr. Don Agustín de Iturbide dirigirá las tropas de defensa en la lejana frontera norte, la imposibilidad de comunicaciones terrestres hacen que regiones como la Florida y la Alta Louisiana estén desprotegidas. Después del precipitoso fracaso de liberar a las 13 colonias de las garras inglesas, la paz quedó débilmente marcada con la única satisfacción para España y Francia de recuperar Florida para los latinos. ¡No hay que bajar las defensas! La tregua no es boleto seguro a una paz duradera".

No pude tolerar más las indirectas históricas que me sugerían estos anuncios en la calle de cómo se había formado esta... Nueva Novohispania. Desesperado dije en voz alta: ¡Y la Revolución Francesa! –De repente escuché una risa moderada, provenía de una pareja sentada en una banca dentro del parque, no muy lejos de la entrada, que comían cacahuates tostados de una misma bolsa de papel. Me acerqué a ellos y estando enfrente los reconocí, eran la extraña pareja. El hombre pasó la bolsa de cacahuates a su compañera y me dijo:

–¿Por qué habría de haber una Revolución Francesa...? Si no perdiendo la oportunidad de emigrar a sus súbditos a los territorios ultramarinos de América, los franceses bien pudieron establecerse a una tierra libre de la mala situación económica y del hambre.

–Bien pudieron huir de sus males –indicó la mujer.

–Aún así, la revolución se dio en ideas y propuestas –dijo el hombre.

–Como para dar paso en 1796 que el rey Luis XVI se atreviera por fin a mostrar sus propios anhelos reformistas. Ya con una más madura reina, quien lo alentó a hacer lo que su esposo y rey, consideraba prudente para el futuro de Francia –continuó la mujer.

–Me cae bien Luis XVI –agregó el hombre.

–Es buena gente –dijo la mujer.

–Es inocente –comentó el hombre.

–Es todo un caballero –finalizó la mujer.

–Es todo un caballero –finalizó la mujer

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Crónicas ucrónicas: La Nueva NovohispaniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora