"El primero"

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Esta historia se desarrolla en otra dimensión donde casi todo es diferente, cuentan las infinitas leyendas que un árbol dio vida a todo, los primeros pobladores cuidaban el árbol con amor, paciencia, respeto y con otros fervientes sentimientos.

Fue transcurriendo el tiempo y el árbol no se deterioraba se tornaba cada vez más frondoso, mientras más pasaba el tiempo nuevos placeres, nuevos inventos y muchas otras cosas por hacer, los humanos de esa dimensión ya no le daban tanta importancia al "primero", así era como lo llamaban, poco a poco dejaron de contar sus historias hasta que solo quedaron leyendas, plasmadas donde la eternidad es la única que las puede encontrar, recordar y todo lo bello y único que hace.

Se dice que el "primero" estaba tan sentido que se ocultó, nadie supo donde, pero sabían que seguía cerca queriéndolos, incluso un viejo sabio solía decir que escuchaba como las raíces iban creciendo por el subsuelo abrazando todo el planeta para ya nunca más sentirse solo, algunos curiosos salían todos los días para buscar al "primero", hasta que un día lo encontraron, cerca del tronco de aquel imponente árbol, descubrieron un recién nacido durmiendo tranquilamente, de inmediato pensaron que aquel majestuoso árbol el cual todos admiraban había decidido tomar forma humana para no sentirse solo, así que decidieron recoger al niño y llevarlo al pueblo más cercano contando a todos que el sería el dueño de todo lo que estuviera en el planeta.

Él niño fue criado con lo mejor, todos le brindaban amor y estaban de acuerdo que él los rigiera y cuando tuviera dos décadas y un lustro de edad las estrellas se alinearían indicando el buen camino, el niño se convirtió en joven y después en adulto.

Llegó el momento de su nombramiento como el "primero" y contrajo nupcias con la primer mujer nacida el mismo día que él de la cual se enamoro profundamente.

Al "primero" nunca le pusieron nombre, siempre fue el "primero" con mucho respeto y aunque no le gustaba, lo aceptaba.

Su esposa se llamaba Elizabeth de melena castaña y ojos color miel, de tez inmaculada y labios rojos como las manzanas.

Una noche tranquila el "primero" despertó de un sueño, dio un salto de la cama y le dijo a su esposa con emoción.

—Ya no seré más el "primero" — dijo haciendo una pequeña pausa mientras se aseguraba de que el nombre no se le escapara —Ahora seré ¡Máximo!— Anuncio con regocijo.

Así como todo lo que tiene que pasar, nació su primer hijo al que le pusieron por nombre Amador, de aspecto igual al de su padre, de piel fuliginosa y de cabello rizado, con ojos tan anochecidos y serenos.

el tiempo siguió a rienda suelta, ese tiempo que disfruta lo que hace, correr y correr deseando que los demás noten su presencia, en ocasiones veloz y en otras lentas.

Después de tres años llego su segundo hijo, o eso creyeron, el día que Elizabeth dio a luz no solamente fue el segundo, si no también el tercero por exactamente un minuto de diferencia.






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La eternidad de los sentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora