Capítulo 1: El alma viajera

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Un joven caballero salió de un pequeño reino en busca de un legendario reinado, este estaba en el sur, donde decían que se preparaban los mejores caballeros de toda la región. Con un escudo, una espada y tan solo un saco, con pocas provisiones, cargaba todo su equipamiento porque se habían escuchado rumores de que por aquella zona habían surgido muchos incidentes entre la gente que vivía fuera y dentro del reino. Esto se debía a que en esa época mucha gente fallecía por extrañas razones.

El caballero siguió el camino que hacia el sur, llegando a una cueva que se suponía que era la entrada más directa al reino. Se adentró a ella sin ver muy bien por dónde iba y, al bajar un pequeño bache, notó que sus botas habían pisado agua, este se extrañó y siguió hacia delante. Para su asombro vio un muro de niebla muy espesa, la cual desprendía una luz sospechosa, tan sospechosa que el caballero no pudo resistir examinarla. Se acercó con la mano, la tocó y se metió dentro de ella. Siguió caminando hacia delante y cada vez que caminaba notaba que todo su cuerpo se estaba debilitando poco a poco,  hasta que sus fuerzas desaparecieron por completo. El caballero cayó débil al suelo y se desmayó. La corriente lo llevó hasta una extraña habitación, esta parecía estar hecha de piedra con una puerta de madera.

Al cabo de un rato, el caballero se levantó y notó que el agua había desaparecido, solo quedaba esa habitación y la puerta. Él se levantó y abrió la puerta, vio luz y una sala más adelante. Avanzó hacia la sala y el sol le dio en la visera del casco, cegándolo momentáneamente. Este se fijó de dónde provenía la luz, y aquella cueva se había vuelto un puente con un enorme agujero, encima por cual el sol se asomaba. Siguiendo hacia delante al fin vio a lo lejos una persona, se acercó un poco, pero se fijó que llevaba unos ropajes un tanto extraños: una especie de vendas y una espada desgastada. Al caballero le hicieron desconfiar sus apariencias, cogió sus armas de la espalda acercándose a él en guardia. En aquella figura, al acercarse, se podía ver su boca desgastada, podrida, su carne podrida y apestosa. El caballero se asombró y el monstruo se le echó encima, pero el caballero lo paró con su escudo, apoyándolo en su pecho. Aquel monstruo enloqueció y se movía como un loco. El caballero no dudó en empujarlo y darle con su espada en el torso, su carne era más dura de lo que el esperaba. La criatura le tiró su espada desgastada encima, pero el caballero se protegió con el escudo, con su pierna sacó la espada de su costilla y le cortó la cabeza con un golpe de reverso.

El caballero estaba asombrado de aquel monstruo, de dónde había salido, y se preguntaba qué estaba pasando en aquel lugar.

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