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Llegó a casa a las 9, la hora justa para ducharse antes de cenar. Se había propuesto empezar a acostarse temprano porque siempre tenía que madrugar y cada vez dormía menos. La verdad es que no podía evitar quedarse hasta las tantas a oscuras en la cama con el móvil. Así que cenó y se fue directamente a su habitación.

Estaba preparando la mochila cuando vió la bolsa encima de la mesita. Era un regalo que le había hecho su tía, un atrapasueños. Siempre le habían encantado y tenía alguno que otro pequeñito colgado de las paredes de su habitación , pero ese era más grande y bonito que todos los demás. Lo colgó del cabecero y se tumbó en la cama. Estaba tan cansada que apenas cinco minutos después ya se había quedado dormida.

...
Iba en coche con Leire. No sabía por qué estaba soñando que conducía si ella ni si quiera tenía carnet, y la carretera le sonaba, pero no estaba muy segura del todo porque en realidad todas le parecían iguales. De repente estaba aparcando en un arcén , bajándose del coche con su hermana y sin ningún motivo aparente adentrándose en un bosque que cruzaba la carretera. Algo llamó su atención y fue a ver lo que era. Una puerta. Por algún extraño motivo había una puerta ahí en medio. Pensó que era mejor no entrar pero después se dijo a sí misma que no iba a pasar nada, porque sólo era un sueño. Sí, algunas veces era consciente de que estaba soñando e incluso podía decidir lo que hacer, sólo algunas. Así que ahí estaban las dos entrando por la misteriosa puerta. Lo que se encontraron fue cuanto menos sorprendente, una plazoleta llena de macetas y enredaderas. Todo allí estaba hecho de piedra y tenía un tamaño bastante pequeño, lo que le llamó muchísimo la atención. Tenía un aspecto mágico.

Riiiinnnnnggg

¡Noooo! ¡Quería seguir durmiendo! ¡Para un día que estaba soñando algo que no fuera ir a clase en pijama o olvidarse de un examen!

Camino a clase les contó a Jonathan y a su hermana lo que había soñado. Siempre se contaban sus sueños, y la verdad es que tenían algunos de lo más raros a veces. Cuando eran pequeños intentaban soñar lo mismo, como si estuvieran dentro del mismo sueño. Claramente no sabían que no se puede controlar lo que soñamos y que cada uno tiene sus propios sueños. Tampoco sabían que el 99% del tiempo que dormimos estamos soñando pero que la mayoría de las veces no lo recordamos. Ellos se mosqueaban porque "habían soñado negro". Sí, así lo llamaban "soñar negro".

Después de un larguísimo día de clase, o eso le pareció a ella, volvió a casa con Leire, comió y se tiró todo el día estudiando. La verdad es que su día a día últimamente era de lo más divertido, nótese la ironía. Así que en cuanto cenó la pizza que había preparado su madre se fue a la cama, al día siguiente tenía examen. Dió un repaso al tema y apagó la luz.

Habían adelantado el examen porque la pija de su clase se iba una semana fuera de vacaciones. ¿Que culpa tenía ella de que esa idiota no pudiera estar dos meses sin montarse en su yate?. Claramente Xénia, alias la pija, había alegado que se iba por motivos personales, pero todos sabían la verdad. Algunas veces querría matarla. No literalmente, por supuesto. Dándole vueltas a la cabeza se quedó dormida.

...
Vió por un instante la plazoleta con la que había soñado el día anterior, pero se esfumó enseguida y dió paso a una imagen de la romería de su pueblo, unas fiestas en el campo que se hacían con los amigos y en las que se solía liar siempre.

Estaba con un grupo de amigos, llevaban todos las máscaras de Saw que se habían comprado para carnaval el año anterior. Habían decidido gastarles una broma a los grupos de alrededor, que no eran pocos. Después de asustar a unas cuentas personas decidieron que ya había sido suficiente, se quitaron las caretas y siguieron disfrutando de la romería como si nada.

Estaba la cosa tranquila cuando empezaron a oírse voces. Comenzaron a aparecer personas con pasamontañas, no estaba muy segura de si algunos  de ellos eran amigos suyos. Estaban pintando el símbolo anarquista por todos lados y pegándole a la gente. De repente vió como  uno de ellos cogía a Xénia y le cortaba el cuello sin miramientos. Había parecido tan real, tan repugnante...

Empezó a asustarse de verdad, esto le pasaba por pensar en ella antes de irse a dormir, aunque lo que estaba estudiando y la charla que les había dado el profesor el día anterior tampoco es que ayudase. Corrió a esconderse, aunque no sabía muy bien donde. Todo era pasto y alguna que otra tienda de campaña de por medio y claramente estas no eran nada seguras. De repente se percató de que uno de ellos se acercaba con un cuchillo ensangrentado entre las manos. Empezó a correr pero el encapuchado hizo lo propio y ,aunque se encontraba lejos , oía como cada vez estaba más cerca. Iba más rápido que ella y la estaba alcanzando.
...

Se despertó entre sudores y después de un cuarto de hora hecha una bola mirando el techo intentó volver a dormirse, pero seguía tan asustada que no pudo. Así que cogió su móvil, y aunque sabía que no lo iba a leer hasta mucho más  tarde escribió a Jonathan contándole todo y después entró en Twitter. Eso es lo que estuvo haciendo desde que se despertó a las 4:30 hasta las 7, cuando se levantó para desayunar y prepararse para ir al instituto. Podría haber aprovechado para estudiar, pero no se atrevía ni a mirar el libro de historia.

El día en el instituto se le hizo ameno, excepto la parte del examen, que como era de esperar le había salido fatal. No podía concentrarse.
Había logrado olvidarse un poco del sueño cuando camino a casa vió una A roja pintada en la fachada de una casa...

NO DUERMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora