Capítulo 14

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Narra Edgar

Dante estaba estático. El mazo seguía en su lugar alto por encima de su cabeza esperando ansioso ser estrellado contra algo, pero ese momento no llegaría.

-No me harás daño, nos dejarás pasar y en cuanto nos hayamos ido olvidarás lo que viste y el hecho de que me encuentro aquí.- Dijo esto con un tono lúgubre y frío. No recibió una respuesta, pero ya se devolvía al lado donde se encontraba en cuento llegamos.- ¿Vamos?

¿Así? ¿Sin más?

-¿Cómo que "¿vamos?"? ¡¿Qué le acabas de hacer a Dante?!-

-Nada... tan malo. En cuanto nos vayamos, volverá a la normalidad.-

-Usaste la Gloriae, ¿verdad?- le dije recriminándolo y dándome cuenta. La Gloriae. Que aweonao me siento.

-Sí... lo siento. No quería tener que hacerlo, ¡pero me quería romper la cabeza con un mazo! Debía defenderme. No tenía otra opción.

En parte lo entiendo, Dante actuó explosivamente sin poder explicarle la situación. Pero por otra parte detesto que la haya usado. Esa es una de las razones por la que la Bellum empezó, aunque creo que hay algo más, una verdadera causa por la cual empezó aquella guerra. Con Naiko hacíamos teorías, ya que él también sospechaba algo. Que los Angeli querían quitarnos territorio, que querían llevarse de nuestras animae al Caelum (cielo), que bajáramos nuestras exigencias para que una anima se viniera aquí abajo, etc.

Nunca supimos. No quisimos preguntar, era un tema delicado.

Miré con gesto furioso a "Yelo".

-Edgar, ya me disculpé, pero no desharé el efecto de la Gloriae. Si hubiera otra forma, la haría, pero es obvio que tu raza no me quiere aquí y me quiere echar de la peor manera. Por favor, entiéndeme, esto también es complicado para mí.

Suspiré.

Era complicado. Tal vez no debería ser tan duro con él. No tiene la culpa de que todo eso le esté pasado. Sólo fue elegido, supongo. Porque, ¿Qué Angelus vendría por voluntad propia aquí?

Todo esto debe ser pesado para él. Tener que ir donde habita la raza enemiga que sin mucho esfuerzo pueden matarte porque te superan en número, acompañado con un único método de defensa que consiste en un extraño poder que no sirve mucho y tener la esperanza de poder encontrar a alguien que decida ayudarte en tu misión, la cual consiste en solamente entregar un mensaje que tu Caput te mandó a entregar.

Era complicadísimo.

-Vamos, pero no lo vuelvas a hacer. Si algo intenta hacerte daño yo me interpondré.-Dije esto con voz seria y caminé al pasillo que nos llevaría al foribus.- Sólo no lo vuelvas a hacer.- recalqué.

Asintió y me siguió. Miré de soslayo la sala que acabamos de dejar y pude ver a Dante, en la misma posición, mirando la nada y con su mazo en mano aún alzado.

Caminamos silenciosos por aquel pasillo, cada uno sumido en sus pensamientos. Miré de reojo a Yelo y noté que estaba temblando de nuevo, por lo que volví a crear fuego y le acerqué la llama para que pudiera calentarse. No dije nada, pero él entendió perfectamente mis intenciones y acercó sus manos a la llama, frotándoselas. Seguimos así, sólo con el sonido de nuestros pasos hasta que divisamos el foribus.

Por alguna razón, Yelo al ver el foribus sacó sus manos del fuego y acercó rápidamente, casi corriendo a el. Y mientras se me adelantaba, vi la parte trasera de su abrigo con una gran abertura que dejaba al descubierto su delgada y pálida espalda.

¿Por Qué Estás Aquí? // [Jainico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora