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Respiré sofocada mirando por el rabillo del ojo a Derek ¿qué demonios? ¿Para qué me trajo aquí? Estábamos en el despacho del director. Derek tiró su mochila en el escritorio haciendo volar unos cuantos papeles de ahí. Se sentó en el fino sillón de nuestro querido director y subió los pies dejándolos caer en el escritorio.

—¿Y entonces?

—¿Qué?

Lo fulminé con la mirada y busqué algún objeto o algo con el que pudiera darle. Quizás un lindo adorno de metal con una delgada punta funcione.

—¿Qué hacemos aquí? ¿Acaso piensas abusar de mi?

Puso los ojos como plato y una risa seca salió de su garganta.
Tomó aire y habló.

—¿No crees qué si quisiera "abusar de ti", no te hubiese traído exactamente aquí?— Señaló lo obvio, haciendo comillas con las manos. Miré a mi alrededor dándome cuenta de lo tonta que debo de verme en estos momentos.

Me sonrojé como una estupida.

—Además no hubiese sido un abuso.—Añadió con seguridad.— Estoy seguro que sería con tu consentimiento.

—Engreído— espeté cruzadas de brazos, ocultando mis malditos nervios.

—Ajá— Sonrió. Bajó los pies del escritorio y se balanceó hacía delante, cogió un papel del escritorio, lo arrugó y lo lanzó al zafacón; atinando increíblemente dentro y así hizo con otros papeles más.

Arrugué la frente cayendo en cuenta de que todavía no me había dicho la razón del porqué me trajo aquí. Carraspeé para llamar su valiosa atención y puse los brazos a cada lado en mi cintura en forma de jarra, queriendo verme un poco amenazante. Algo que seguramente es imposible.

—¿Y bien?

Dejó de tirar papeles para verme.

—¿Todavía sigues ahí parada?

Apreté los dientes y me dejé caer en unas de las sillas. Sus ojos se fueron directamente a mis piernas e hizo una mueca forzada. Seguí su mirada y me di cuenta de que la falda se había subido dejando ver más de lo debido. Rápidamente me la bajé y me senté un poco más decente. Lo miré de nuevo esperando una buena respuesta de su parte.

—Listo, ahora dime ¿Qué demonios hacemos aquí?

Estiró los labios en lo que parece una sonrisa, dejando ver unos hoyuelos hermosos, que no pude pasar por desapercibido. Seguido puso su típica expresión seria y se dio la vuelta. Es un cretino de lo peor. Un cretino que está jodidamente bueno.

—No te hagas ilusiones, muñeca.—No sé qué me molesto más, si el tono que utilizó con ese terrible apodo o que insinúe lo que sea que haya insinuado.

—Mucho quisieras tú, idiota.— Utilice su mismo tono. Debido a que está de espalda no pude ver su cara, pero ya me la podía imaginar; así que hablé rápidamente antes de que gruñera cualquier cosa y nos desviara del tema— En serio Derek, dame una buena razón para no matarte en este instante y dime qué hacemos aquí.

—Escuché a Gregory hablar con sus amigos de lo que planeaba hacerte una vez que te interceptara en la salida.

Me levanté como un resorte de la silla y esta hizo un chillido provocando que Derek se diera la vuelta.   Empecé a dar vueltas en el pequeño despacho, que empezaba a sentirse de a poco aún más pequeño.

—¿Estás seguro? ¿No será qué escuchaste mal?

Rodó los ojos dando a entender que no. Hice una respiración profunda.

Mi Demonio Favorito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora