Capítulo 14

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-No te muevas ni hagas ningún ruido -susurró una voz grave en su oído, y la empujó hacia el interior del callejón.

La llevó rápidamente hasta detrás de un gran contenedor de basura, y la arrojó al suelo, para luego caer sobre ella sosteniéndose con sus brazos y piernas como si fuera un perro, atrapándola bajo su cuerpo, y quitándole hasta la más mínima posibilidad de escape.

Tachibana estaba en shock.

-Aquí no podrán vernos -musitó justo antes de que volvieran a oírse las pisadas de aquellos tipos nuevamente-. No respires.

Entonces ella captó todo.

Quien quiera que fuera él, la estaba ayudando.

A pesar de que intentó verle la cara, no lo logró, pues éste evitaba el contacto visual mirando hacia cualquier otra parte. Lo único que pudo distinguir fue un prominente mentón y unos marcados brazos que se encontraban a los costados de su cuerpo, encerrándola.

Los tipos se detuvieron en la entrada del callejón y se quedaron en completo silencio, contemplando la oscuridad del mismo y entrecerrando los ojos en búsqueda del más mínimo indicio de movimiento, tratando de captar algún sonido que delatase la presencia de su presa en ese lugar.

Lo único que podía escucharse era el canto de un grillo y el maullar de un gato callejero a lo lejos.

Un mínimo movimiento o sonido que emitieran ambos y todo estaría perdido.

Cada segundo parecía ser una eternidad, y Ayame podía sentir el miedo en cada fibra de su cuerpo.

Entonces, para su suerte, oyó pasos que comenzaban a alejarse poco a poco, hasta fundirse con la serenidad de la noche.

Al fin estaba a salvo.

Su salvador se puso de pie.

-Ya pasó todo. Tra-tranquila -la animó, dándole la espalda. No quería ver la cara de esa pobre muchacha.

Ante la vista de su ancha espalda, de su imponente altura y el sonido de su voz grave, ella pudo reconocerlo.

-¿M-midorima? -titubeó, confundida.

Pudo ver cómo el cuerpo del chico se puso rígido al ser llamado por ella.

Se giró lentamente.

-¿Tachibana? -inquirió, perplejo-. N-no te reconocí.

Ella aún seguía en el suelo, y, a pesar de la oscuridad del ambiente, sus ojos, tan negros como esa misma noche, brillaban, cristalizados por el miedo, la desesperación y el dolor.

Lucía tan patética e indefensa... Pero a fin y a cabo no era su culpa el estar así. Además, el horóscopo de Oha-Asa había predicho un mal día para piscis, pero nunca creyó que le sucedería algo tan horrendo...

-¿No has vuelto a tu casa en todo el día? -inquirió al percatarse de que aún vestía el uniforme de Shutoku.

-Pues no.

-Tonta, ¿acaso no te han enseñado a no andar sola de noche?

Ella no respondió.

Los segundos -que parecían minutos- pasaban, y Tachibana no intentaba ponerse de pie.

-¿No vas a levantarte?

-¿Crees que tengo fuerzas después de todo lo vivido? -masculló.

-B-bien -él suspiró, acomodó su lentes, y maldijo a su existencia misma por ponerlo en esa ridícula situación antes de aproximarse a la joven y tomarla en brazos.

Eres un idiota ~ |Midorima Shintaro| - EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora