UNO.

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    Sí, tal y como dice  ahí, cuando mis padres muriendo yo me encontraba de "fiesta".
Concretamente, hasta día de hoy, sigo pensando que yo fui la culpable de ello (cosa que
fue así. Y sino me crees, ya lo leerás más delante). Puesto que me escapé de casa, ya que
no me dejaba salir un jueves por la noche, con mis amigas, que eran tres años mayores.

     Ese día, no paré de joder a mi madre por ello, intentando que me dejase salir por las
malas.
  
     Siempre fui una mala hija, aunque ella hablase muy bien de mi a los demás. "Es una
buena chica, solo es que está pasando una fase un tanto extraña." Solía decir mi madre día
a día, desde hacía un par de años. Todo lo que hacía era parte de la fase, según ella. El día
que me presenté en casa con un piercing en la nariz, ese día, mi madre no sabía que hacer. Quería que me lo quitase a toda costa, pero le solté su frase algo cambiada y se quedó
calladita. Algo así como: "Todo es parte de una fase, por la que estoy
pasando, ¿recuerdas, mamá?". No volvió a decirme nada más de él, ni del que me hice a la
semana en el labio.

   En cambio, mi padre, no paraba de gritarme por ellos, de castigarme y dar por culo con los estudios. Que eso era otra, no quería estudiar. No tocaba un libro en todo el curso, pero aún así aprobaba.

    Recuerdo esa noche, la de sus muertes, cuando mi padre me vió con un vestido de cuero
negro entallado, que hacía que se me viese más pecho del que en realidad tenía, y las
plataformas negras. (Siempre me ha encantado el negro). Dió un par de gritos, que pasé por alto, mientras me acercaba a buscar las llaves de casa, para irme, pese a que mi madre
no me dejaba.

      -¿A dónde crees que vas, jovencita?-dijo con la cara de pocos amigos que siempre ponía cuando quería discutir conmigo.

      -A la calle, ¿no me ves?

     -¿Con esas pintas? Anda y cámbiate -me dijo muy serio-. Ponte el pijama y siéntate a la
mesa para cenar.

   -Sí, con estas pintas -le contesté, haciendo caso omiso de lo demás-. ¿Pasa algo?

   -No empieces, Alma. Vengo muy cansado del trabajo, como para discutir contigo.

  -¿Quién te ha dicho que vaya a querer discutir? Solo he venido por las llaves, voy a
salir-dije mientras buscaba en el cajón de la cómoda -. Que por cierto, aquí están.

    Alcé la mano para enseñar las llaves, pero la bajé rápidamente cuando una de esas
manazas tan grandes, de mi padre, pretendía arrebatarmelas. Las guardé en el bolso que
llevaba en la mano izquierda y avancé hacia la puerta.

   -¡Ni se te ocurra tocar esa puerta!-gritó mi padre.

    -¿Y si lo hago que pasa?

     -¡Alma, me estas tocando las narices! ¡No vas a salir! Es jueves a las nueve de la noche ytienes dieciséis años.

   -Ya sé la edad que tengo, y puedo entrar donde quiera si enseño tetas. Además, que me
da igual, que he quedado con mis amigas.-dije colocándome un mechón de pelo detrás de
la oreja.

    -Que no, que me da igual, como si has quedado con el Papa -siempre me solía decir la
misma frase-. Ni tu madre ni yo te dejamos salir.

   -Mi madre si me deja salir, así que ya te estás callando.-mentí.

Entonces fue cuando mi madre entró en el meollo y se lío aún más gorda.

     -Al, cariño, yo llevo todo el día diciéndote que no. Eres muy pequeña para salir a estas
horas y, además, mañana hay clase.-me dijo mi madre, con ternura. Siempre me hablaba
así por muy mal que yo me portase con ella. Me quería mucho, cosa de la que yo siempre
me ha aprovechado.

    -Me importa una mierda  las clases, paso de ir. Además, ¿A ti quien te ha dado vela en este entierro?

   -Habla bien a tu madre. Me tienes harto ya con tus contestaciones.-Mi padre se enfadó de
verdad.

  -¿Alguna tontería más o me puedo ir ya? Que me están esperando y no dejáis de
molestarme.

   -Alma, se acabó, dame las llaves y tira para tu habitación, se acabaron las gilipolleces en
esta casa. Aquí ahora, se van a acatar mis normas, y punto.

    -¿Las normas de un borracho? Que gracioso suena eso.-Ataqué a mi padre por lo más
bajo.

    Había dejado de beber hacia un año y medio. Le hice daño, y eso era lo que quería. Aún
que ahora me arrepiento muchísimo.

    Sólo noté un golpe seco contra mi mejilla izquierda. De pronto ese golpe de convirtió en
calor, un calor que dolía y se extendía por todo el lado izquierdo hasta el derecho de la cara.
Jamás me habían pegado, y eso me pilló por sorpresa. Me fui corriendo hacia la parte de
arriba de la casa, para encerrarme en mi habitación. Pero me paré en seco en la escalera y
comencé a gritar a pleno pulmón.

-¡Os odio, que lo sepáis, os odio! Pero no vais a saliros con la vuestra, pienso salir. Os
vais a arrepentir de esto, os lo juro. Y más tú, mamá, por dejar que, ese ser que tienes por
marido, me ponga la mano encima , y por ser tan asquerosa como madre. ¡Te odio!-dije con
rabia.

   Sabía que ella no tenía la culpa, pero siempre lo he pagado todo con ella.

   No dejé que me respondieran, corrí hacia la habitación y cerré la puerta de un portazo. Oí
a mi madre llorar y a mi padre decir algo sobre meterme en un internado, pero ella se
oponía diciendo que "era su niña del alma, y solo necesitaba pasar esta fase". Mi padre le
gritaba para que se diese cuenta de que ya era tarde, que no iba a cambiar. Mientras, yo
me reía y me arreglaba el maquillaje.

   Llamé a Clara, una de mis amigas, y le dije que llegaría más tarde. Pensaba salir si o si.
Cuando pasó una hora más o menos, decidí bajar para salir. Me quité las plataformas y
las sostuve en la mano, para no hacer ruido hasta salir de la casa. Antes, me asomé al
salón, estaban de espaldas viendo la tele, una de esas películas moñas que tanto les
gustaban. No sé que mierda le ve la gente a esas películas, he intentado mil veces ver una
y siempre me he quedado dormirda.

   Decidí que esa era la mía, ya que tan inmersos en la pantalla, como estaban, no se
enterarían de mi salida. A travesé la puerta lo más rápido posible y llamé a Clara para que
viniese por mi. Mientras esperaba que apareciese su coche, a dos manzanas de mi casa,
me puse los zapatos y me bajé aún más el vestido por la parte de arriba y enseñé aún más
pecho.

Aléjate de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora