Dysfunctional

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Narra Lexa

Respire hondo dos veces antes de por fin poder ponerme de pie frente a la entrada de la vivienda de los Byers, estaba muy nerviosa, mis manos se congelaban a causa del miedo que lograba paralizarme, tan solo imaginaba la reacción de Jonathan, no estaba segura fuese buena.

Quería huir, ir a casa y quedarme allí, observe a mi alrededor, los árboles, el césped, el aire, lo sentí todo por un momento percatándome de que hacía meses no sentía con plenitud aquella sensación. Las personas se sorprendían al verme, era un pueblo demasiado pequeño donde los rumores se esparcían hasta en los desagües, todos se cuestionaban que había sido de la extraña hija menor de la familia Bolton cuyos padres habían fallecido en un accidente automovilístico conduciendo hacia la ciudad, de la niña que desde aquel día se negaba a hablar con cualquier persona que no fuese su hermana, la rara chica ermitaña del cabello largo. A muchos les daba igual saber que seguía con vida pero no me importaba demasiado.

Me desquite de las dudas y golpetee tres veces mis nudillos en aquella puerta de madera, aguarde y seguí aguardando por al menos uno o dos minutos. De repente la puerta se abrió frente a mí, me detuve un momento en la imagen del joven que se encontraba a mi frente ahora, estaba más que alto, fuerte, su rostro de niño había desaparecido por completo, su cabello era casi castaño y caía por debajo de sus orejas, muy diferente a como solía llevarlo antes.

─¿Tu? ─Preguntó con un tono de voz que se me hizo similar al repudio, aquello fue un golpe frío del cual creía estar preparada para enfrentar, pero no era así apenas sus ojos se clavaron en mi desvanecí toda aquella fuerza interna que creía haber reunido de camino allí. Lo mire con mis labios entreabiertos por unos segundos sin saber muy bien que es lo que iría a decir, todo sucedía tan rápido.

─Fue mala idea venir aquí, será mejor que me valla ─Masculle helada haciendo ademan de irme de allí lo más rápido que me fuese posible, voltee y pocos milésimos después sentí una mano jalar de mi brazo obligándome a volver pasos atrás.

─No, espera, espera ─Dijo John de forma casi paulatina al salir de aquel trance en el que parecía haberse metido instantes atrás, carraspeo antes de hablar. ─Quiero decir, no te he visto en... años ─Parecía sorprendido y me observaba como si fuese un juguete nuevo, maravillado, o casi, no podía descifrar con exactitud ya que apenas sonreía pero sus ojos, sus ojos parecían hablar de forma secreta con los míos, conectándose.

─John, siento lo de tu hermano ─Comente con cierto tono nostálgico, había querido decir su nombre, Jonathan, todos le llamaban así, incluida Joyce, pero yo le había apodado John. ─John... Jonathan ─. Intente remediar ante su mirada constante un poco aturdida.

─¿Quieres pasar? ─Preguntó de repente dando un paso de lado dejando libre la entrada a su casa, no lo dude demasiado, la gran distancia que separaba nuestras casas había sido más que larga, sentía deseos de al menos sentarme unos minutos. Aquellos podía distinguir eran los signos de un deterioro físico que jamás había tenido.

El interior de aquella vivienda seguía igual que hacía varios años, lo recordaba con exactitud ya que pasábamos en su habitación mucho tiempo, una sensación de nostalgia recorrió mi cuerpo, todo se me hacía tan desconocido y extraño que siquiera podía creer que aquel muchacho había sido alguna vez mi amigo.

Conversamos sin sentido durante un largo tiempo en el que el siempre parecía estar incomodo, como si fuese la primera vez que le hablaba, estaba notablemente distinto, mucho más tímido y cauteloso, el Jonathan que yo conocía no solía ser de aquella forma. Sin meditarlo demasiado llegue a la conclusión de que extrañaba al viejo John, a mi amigo, mi mejor amigo.

─En seguida regreso, voy por algo de beber ─ Comento el joven en la flor de nuestra charla, no estaba sedienta pero él había insistido y decidí no detenerlo.

Apenas le vi alejarse me puse de pie y comencé a observarlo todo, los detalles desparramados sobre la mesa de café, las cajas repletas de porquerías en el suelo, entre todo aquello estaba su bolso de donde sobresalía una cámara fotográfica, aunque quise no pude resistirme, sus fotografías realmente eran preciosas, había mejorado con los años.

Pero comencé a creer que no debía haber tocado aquello cuando la fotografía de Nancy Wheeler apareció entre aquellas imágenes que reflejaban paisajes, arrugue mi ceño y pase mis dedos sobre aquella foto como si pudiese percibir el entorno ¿Celos?¿Podía ser aquello posible? No entendía por qué.

Y de repente las voces comenzaron a susurrar en mi cabeza, impidiéndome pensar o reaccionar con claridad ante las cosas, sentía mis manos temblar al igual que la mayor parte de mi cuerpo, temblores involuntarios que sin duda querían hacer que yo me debilitase en aquel momento. Mucho tiempo había pasado desde el momento en que las voces se habían aparecido en mi mente por última vez, tal vez, meses, lo que había sido el tiempo más largo sin ellas ahora volvía a ser cero pues estas otra vez estaban atormentándome sin cesar.

Intente sostenerme de aquella mesa pero me fue imposible no caer al suelo llorando, aún conservaba aquella fotografía entre mis dedos, apretándola muy fuerte, magullandola. Oía gritos, muchos gritos, y detrás constantes risas.

En el momento oportuno Jonathan llego y casi sin dudarlo se arrodillo a mi lado ¿Por qué tenía que pasarme aquello en ese momento? Jamás parecía ser suficiente la humillación. Sentí su mano tomar la mía demasiado fuerte y por primera vez en años volvió a estrecharme contra su pecho brindándome seguridad y estabilidad.

No supe con exactitud cuánto tiempo duro aquel ataque vivaz de voces en mi cerebro, pero había sido una sesión extenuante y tortuosa, intentaba relajarme mientras que el dolor punzante en mi cabeza reaparecía indicándome que ya había terminado aquel brutal ataque.

─Le... Lexa creo que algo no va bien contigo ─El joven tartamudo mientras me observaba atentamente extrañado frunciendo en su totalidad el rostro.

─¿Qué? ¿Por qué? ─Pregunte sin entender antes de secar mis últimas lágrimas, ahora nos mirábamos mutuamente sin saber que hacer o decir.

─Por que estas llorando sangre.

Demons in Your Head [Jonathan Byers] #LibrosTinieblas2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora