Akira

Prólogo

La barba blanca del anciano le picaba en el pecho, pero prefería tenerla ahí a dejar que el viento jugara con ella, le molestaba que se moviera, ya que lo sacaba de los pensamientos que le inspiraba el hermoso paisaje que tenían en el plano humano.

Había vivido tantos años, y había visto tantas cosas que le sorprendía el poder maravillarse por cosas tan simples como un conjunto de árboles y una noche sin estrellas. Sabía que allí, en la simplicidad, se encontraba muchas veces la belleza; también sabía que lo que le atraía de aquel triste paisaje en realidad era el inevitable hecho de que, en un futuro cercano, los humanos lo devorarían sin compasión, como habían hecho durante los últimos siglos con todo lo hermoso que el planeta les había ofrecido.

Pensó en lo que había visto y en lo que le faltaba por ver, en la infinidad de cosas que el universo tenía para dar, en la infinidad de camino que aún le faltaba por recorrer. Pensó en el hecho de que muchas de las personas que estaban a su cargo hoy, mañana estarían bajo tierra, con la satisfacción del deber cumplido o con la carga de haber fallado. Pensó en su vida como humano, y en toda la bella ignorancia que esta representó.

—Señor... —La voz temerosa del chico sacó al anciano de sus pensamientos, cosa que agradecía bastante, ya que pensar de más representaba tristeza— Disculpe pero tengo una noticia para usted.

—Dime Viktor, ¿de qué se trata? — un gran muchacho, fuerte y con gran disposición pero, tristemente, egocéntrico sin remedio.

—Llegó uno nuevo

—¿A qué te refieres?

—Kohtalo nos dijo que llegó un nuevo protegido, señor.

Un nuevo protegido, una nueva victoria o una nueva derrota, nunca se sabía lo que llegaba con ellos.

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