Capítulo 12 - Aunque parezca irreal

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Samuel continuaba sobrio, en su habitación solo el silencio reinaba, al igual que en el departamento, estaba totalmente solo. Esa noche había regresado al estudio solo para despedirse, alegando que tenía pendientes importantes, lo que no esperaba era que Mangel saliera junto con él, este caminó a su lado gran parte del camino, ninguno dijo nada hasta llegar al edificio donde vivían Frank y Samuel.

--Te pedí que fuéramos sinceros –soltó de inmediato Mangel

--Hasta hoy lo he sido –Samuel lo miraba con atención, ya que lucía molesto. Entonces lo recordó, él también debía saber de Rubén... él también se lo oculto –creo que eres tú quien ha fallado

--¿Perdón?

--Sabías de ella ¿no? –su expresión de sorpresa podía decirlo todo –más allá de Rubén, que nadie dijera nada es mi problema

--¿Te lo dijo Guillermo? –tan solo oír su nombre dolía, se sentía pésimo luego de haber hablado con él

--No hacía falta, para que necesito amigos... si puedo escuchar la verdad de cualquiera –suspiró al ver la expresión de lástima de Mangel –y si tanto te preocupas por él, ya dile lo que sientes, deja de tratar de arreglar su vida-- se dio la vuelta y entró al edificio, no quería saber más. La sensación de traición no era algo que haya experimentado antes, era totalmente nuevo para Samuel, y no sabía cómo enfrentarse a ello.

...

Al día siguiente Samuel continuaba molesto, llegó al salón de clases ignorando a todos, simplemente no quería hablar, con el paso de las horas todos entendían que pasaba, y sabían que estaba herido. A pesar de ello, lo único que hicieron fue darle espacio, Luzu comentó que sería difícil explicarse, además de que comprendían su error. La única persona que no entendía lo sucedido era Rubén, quien sin saberlo se sentó a su lado en una clase que compartían, le sonrió y buscó comenzar una conversación.

--¿Qué pasa? Te ves molesto –comentó inocentemente, Samuel apenas lo miró y esbozó una sonrisa burlona --¿es conmigo? –continuó

--¿Cómo está ella? –inició, notando como Rubén comenzaba a entender a qué se refería

--No es lo que crees –la voz de Rubén sonó baja, el profesor comenzaba la clase y ellos no estaban tan alejados de su vista

--Por supuesto que no

--¿Crees que te engañe? Eso fue después...

--Basta –el tono de voz fue más firme, el profesor pudo percatarse de la conversación

--De verdad –la media sonrisa de Samuel volvió a aparecer –jamás te haría algo así, Sam –insistió

--De Luque y compañía –musitó el profesor, de inmediato las miradas de todos se giraron a ellos –allí está la puerta –Samuel suspiró cansado, se levantó de su lugar y se encaminó a la salida, Rubén lo siguió, mientras el profesor continúo hablando todos miraron con curiosidad

--¡Sam! –gritó mientras iba detrás –hablemos, por favor –lo tomó del brazo para detenerlo

--Déjame

--Sam...

--¡Deja de llamarme así! –gritó molesto, jaló con brusquedad su brazo alejándose de él –no quiero saberlo, solo déjame –Rubén dio un paso atrás y lo dejó ir, se le notaba mal, él lo sabía, sin embargo, también sabía que no tenía el derecho de consolarlo, ni de estar a su lado.

Luego de salir casi corriendo de allí se dirigió al gimnasio, se cambió la ropa y dejó sus cosas en su casillero, saludo a un par de compañeros que estaban allí y salió. Su cuerpo se sentía lleno de adrenalina, estaba molesto con todo, y aún más con él mismo, llegó a la pista y comenzó a correr por el circuito que rodeaba a la cancha de fútbol, corrió como si su vida dependiera de ello. El viento comenzó a ser más fuerte, su sudor aumentaba cada vuelta, había pasado más de una hora, sus piernas ya no respondían, pero su mente no percibía el cansancio, él solo quería continuar.

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