Ingredientes:
3 claras de huevo
1.5 tazas de azúcar
1 pizca de ralladura de limón
1 pizca de vainilla.
Y así, con un suspiro muy profundo me he despertado hoy; y me ha evocado a imaginarme esos ricos pedacitos de cielo que saben a un dulzor extraordinario.
Su preparación es tan sencilla, sólo he utilizado una batidora de varillas, las de toda la vida y bato las claras a punto de nieve. Para conseguirlo hay que batir a máxima potencia con movimientos envolventes.
Añado azúcar poco a poco sin dejar de batir del centro hacia fuera, y hasta me atrevo a decir que resulta relajante éste proceso.
Añado también la ralladura de limón junto con la vainilla, que es mi parte favorita por el perfume que generan.
Y uno de mis trucos para que tengan más alegría es añadir colorante en éste punto, se ven más llamativos y si he de poner mi toque, en azul se ven más bonitos.
Ya listo y con la ayuda de una manga pastelera les he dado forma de una especie de rosetón y directos al horno por unos 15 a 20 minutos, dejándolos reposar un tiempo más y la espera siempre vale la pena, porque son de las cosas más adorables del mundo.A veces encuentro increíble que todo en mi cabeza sea comida o al menos que yo lo convierta en ello.
Debo levantarme ya, el día pinta para estar maravilloso y aparte de todo eso, es lunes. Me desperezo totalmente y de camino a la regadera encuentro mi cocina patas arriba, la imagen a pesar de que demuestra lo sucia que está, también es muy bella, parece como de una portada de revista culinaria especializándose en repostería, eso me recuerda dos cosas, una, que debo limpiarla y dos, que debo sacarle una foto para la pastelería que seguro en una de las paredes queda más que genial y aunque no estamos en remodelación se que más de uno tomará en cuenta la preciosa imagen.
Y no es porque yo quiera presumir, ni darmelas de una super decoradora de interiores, pero si de algo me siento tan contenta es de lo bella, palabra de honor, que es mi cocina en casa y mi pastelería. Si no fuese por mi abuela y mi madre que me impulsan y son las mejores reposteras del mundo, jamás vería mi sueño hecho realidad y por mi propia cuenta.Ya de camino a mi trabajo, que al mismo tiempo es mi sitio favorito en el mundo, me veo en los escaparates de las tiendas, quien me conoció en mi momento menos esplendoroso diría que estoy fingiendo, pero no, me gusta esta sensación de individualismo y mi personalidad con un toque que unos tachan de exagerado, que por cierto tanto me costó encontrarlo.
Y es que ni se diga que las cosas me están de lo más chulas, mi trabajo que es mi pastelería me queda a sólo dos calles de mi piso y aunque vengo infundada en unos muy coquetos tacones y un vestido bastante femenino con mi regordete cuerpo, cargando más de tres bolsas y un buen paquete de suspiros de colores, me siento como modelo de pasarela, si, bueno, muy vintage y nada delgada, pero igual me siento como ellas.Siempre que paso por éstas calles veo y aprecio lo mismo, la chica de la floristería que siempre me saluda con muchos ánimos, incluso cuando su madre falleció, ella al día siguiente ya estaba trabajando y de buena cara, recuerdo que pasó esa tarde a mi repostería y le preparé un pastelillo especial, de esos que les pones el corazón completo para hacer sentir calidez a los que aprecias.
Más adelante está la librería del señor Dixon, aunque él es tan serio y tenga apariencia de gruñón, no lo es, y menos con su nieta tan preciosa que regularmente está con él, como hoy y la he notado, no es nada discreta en llamar mi atención.- ¡Hola Zoe! - me grita desde dentro de la librería, agitando su cuerpo entero.
- ¡Hola cariño! - me detengo fingiendo sorpresa al verla - Sal un momento, tengo un regalito par ti -
No se lo piensa dos veces y sale disparada hacia donde estoy, si no fuera porque el señor Dixon me tiene confianza, ya estaría lamentándome, la pequeña Camelia es su completa adoración; y no lo culpo, es una niña hermosa y muy inteligente.
Me bajo un poco a su altura y con malabarismo procuro no tirar nada de lo que cargo para entregarle una bolsita con un buen par de suspiros que con mucho cariño hice para ellos.
- Toma cariño, les he traído unos bocadillos a tu abuelo y a ti - le digo al tiempo que le extiendo un saquito de color rosa, porque sé que es su favorito.
- Muchas gracias Zoe - me dice con completa sinceridad y un brillo en esos ojos color marrón que me indican que no vacilará al comerlos.
- Disfrútenlo, no dejes sin ninguno a tu abuelo ¡eh! - le digo esto sólo para hacerla reír.
- No lo haría, acabo de leer en uno de los tantos libros de mi abuelo, que si como demasiado dulce podría perder mis dientes - me comenta en algo que es casi un susurro.
Finjo sorpresa e intento quitarle los bocadillos -Bueno cariño, entonces podemos dejarlo para otro día, te he estado mimando mucho últimamente. -
- ¡No! - grita ella y toma con más fuerza la bolsita - Entendí que es sólo para los niños que no les invitan a sus abuelos. -
- Siendo así, no corremos peligro, ¿verdad dulzura? - le doy con el dedo en la nariz y hago un guiño de complicidad.
Niega con un movimiento de cabeza y sus rizos intensamente oscuros se mueven con ella.
- Bien cariño, yo me fio de ti, como tus propios dientes, ahora me tengo que ir que voy tardísimo - me pongo de pie y le dejo un beso en la frente.
- Gracias de nuevo Zoe y por cierto, hoy te ves muy bonita, me gusta tu vestido rosa - me dice ya de vuelta hacia dentro.
- Gracias a ti Camelia y tú te ves igual de hermosa -
Me quedo esperando a que entre a la librería completamente y sigo mi camino.
Realmente que llego algo tarde, pero cuando en las noches es que me llega la inspiración para crear recetas nuevas o simplemente hacer y deshacer en mi cocina.Y nada más pongo un pie en la pastelería se que se avecina algo bueno.
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My Bakery, My Love
RomanceZoe está en el mejor momento de su vida, tiene éxito personal, profesional y se encuentra bastante estable con su interior... Aquellos años en los que ella era la chica solitaria y gorda que sólo comía pastelillos como posesa pasando horas en la co...