Pasada una semana de estar estudiando y trabajando, ya quería dejar cualquiera de las dos cosas. Ya comenzaba a amoldarme a mi pesado horario. Sólo descansaba en las noches, pero llegaba algunas de esas veces a hacer trabajos. Sólo tenía el fin de semana libre para disfrutar. Es decir, ese fin de semana.
Eran pasadas las siete y yo estaba limpiando una mesa con un pañuelo mientras que Katerine atendía una pareja de ancianos y Viviana llevaba los platos sucios que había sobre la mesa que yo estaba limpiando.
Mi teléfono vibró y encontré allí un mensaje de texto de Mario:
Hoy habrá carrera de la competencia urbana. Dime si vas a ir.
Yo tecleé una respuesta rápida y toqué enviar. Él contestó automáticamente que me esperaba allá. Sonreí a la pantalla y suspiré. Una sombra se proyectó sobre mí. Viviana estaba detrás.
—Yo... quiero hablar contigo sobre lo que pasó hace unos días—Comenzó mirándome a los ojos. Yo expresé indiferencia y ella se relamió los labios para continuar—Mario me comentó el porqué estabas enojada ese día conmigo y aunque sé que ha pasado un tiempo, quiero disculparme por si esa fue la impresión que te di con él. De verdad que no está entre mis planes quitarte tu novio, Vanesa.
— ¿Y qué está entre tus planes, entonces?—Indagué y ella se quedó helada. Parecía que no se esperaba esa pregunta para nada.
—Ser tu amiga.—Tragó saliva dificultosamente y agregó: —Eres lo más cercano que he tenido de una mejor amiga.
Su frase me llegó, así que aflojé mi gesto duró y edifiqué una sonrisa. Ella se relajó frente a mi sonrisa y también sonrió. Supongo que eso significaba reconciliación o algo así.
— ¿Por qué no vamos a la pista esta noche? Mario correrá—. Propuse y Viviana asintió, luego se retiró a atender.
—Fue imposible no escuchar tu conversación con Viviana y es obvio que no irás a casa pronto. —Dijo Carolina llegando de la cocina.
—Vente con nosotras, mañana no hay que trabajar—La convidé y ella torció la boca.
—No quiero desvelarme, pienso salir a correr a las cinco de la mañana. Mejor ¿Me darías las llaves o hay algún inconveniente?
—Ninguno—Le aseguré y le tendí las llaves, ella las apretó y guardó en el bolsillo trasero de su jean—Trataré de no llegar tarde ¿Si?
Suspiré y me di la vuelta para poder atender a un hombre joven. El sujeto tomó asiento en la primera silla que vio y se tronó los dedos. Yo aseguré el bloc entre mis manos y le dije el parlamento de entrada. Él se mordió el labio mirando la carta y luego se aflojó la corbata.
— ¿Venden cerveza aquí?—Preguntó con voz gruesa y agotada. Yo asentí— ¿Puede traerme dos y decirme cuánto es para pagarle de una vez?
Le informé el precio y él sacó un billete de cinco mil arrugado de su bolsillo. Yo lo tomé y me retiré. Le llevé lo que me pidió y le di las vueltas. Respiré aliviada cuando el sujeto terminó de beber y se fue, sin percance alguno.
En ese momento supe que no era buena idea vender licor. Tarde o temprano algo malo podría pasar.
***
Las graderías estaban llenas, casi que por completo. Viviana y yo nos hicimos en unas bajas, cerca de la malla y de las escaleras. Habíamos comprado de todo para comer pues no pensábamos cenar luego de esto.
Mario no sabía que ya había llegado por lo que estuve buscando su moto con la mirada, pero era una tarea ardua. Había muchas motos y había varias del mismo color que la de Mario. Agotada visualmente me senté y tomé mucho líquido, con la esperanza cómica de recuperar fuerzas.
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SANGRE Y PÓLVORA │COMPLETA
ActionElla está en peligro. Quieren asesinarla y no sabe el por qué. Tiene ocho meses para huir de la muerte, mientras descubre la identidad de sus enemigos y el motivo por el que quieren matarla. Sin embargo, hay algo que debe saber: Todos le mienten. ...