Tuve que explicarle a Mario dos veces en el camino que era un sticker que Raúl me había regalado. Claramente él no se alegró por eso, pero tampoco dijo nada y no sé qué fue peor. Que no hubiera dicho nada o que lo hubiera hecho.
Me dijo que el chico que se había accidentado había sufrido, al parecer, una fractura de brazo y un movimiento brusco había hecho que en su cuello apareciera el dolor.
Me informó que por ello lo descalificaron de la competencia y que por eso él tenía mucho cuidado en las curvas porque esto y lo otro y esto otro y otras cosas a las cuales yo no le puse gran atención, ya que moría de sueño.
La luz de mi cuarto estaba apagada, pero estaba encendida la luz del baño. Pude ver desde afuera porque Mario estaba sacándole los cambios a la moto. Me metí en la casa y no vi a Carolina en la primera planta.
— ¿Carolina?—Llamé mientras subía las escaleras. Recuerdo haber dejado la puerta abierta para que Mario entrara y cerrara tras él.
Mi cama estaba revolcada y había un bulto entre las sábanas. Carolina se había dormido en mi cama. Tiré de la sábana con cuidado y sólo vi almohadas y cojines. Fui hasta el baño y toqué dos veces. Podía escuchar el agua cayendo por el sifón. Abrí la puerta con cuidado y lo que vi allí marcó mi vida para siempre.
El cuerpo de Carolina estaba arrojado dentro de la ducha mientras su sangre se mezclada con el agua que aún caía de la regadera. La sangre se veía espesa y viscosa. El olor penetró mis pulmones. Ella tenía los ojos y la boca abiertos, pero inexpresivos. Ya no estaba viva. La cortina estaba rasgada y a medio arrancar, pero con cuatro balas que habían agujerado su cuerpo. Le habían disparado sin siquiera verla.
Mi garganta se desgarró al gritar. Me cubrí la boca para ahogar el grito, pero obviamente fue demasiado tarde.
— ¡¿Vanesa?!—Vociferó Mario desde el primer piso y en menos de nada lo vi llegar a mi lado. Su cuerpo retrocedió dos pasos cuando vio lo que yo. —Oh Dios.
Yo comencé a mover las manos, pero no lo hacía conscientemente. Yo estaba temblando de forma alarmante. Mario reaccionó y me tomó por las manos, viéndome a los ojos.
—Mírame, mírame. Tranquila. Vanesa, cálmate—Me pidió con calma y yo estaba en shock—Respira, respira.
No sabía que él lo estaba diciendo en serio, cuando mi corazón martilló mi pecho con fuerza, suplicando oxígeno y yo volví a respirar, pero abarcando demasiado aire y me ahogaba al tiempo.
Cuando caí en cuenta de lo que en realidad había pasado comencé a gritar. La mano de Mario voló y cubrió mi boca al tiempo que susurraba: No grites, no grites. Shh, tranquila.
Al principio forcejé con él para soltarme, pero vi que era inútil por lo que asentí, esperanzada de que apartara su mano de mi boca. Él lo hizo y yo seguí respirando con dificultad.
—Ellos... ellos,—Comencé y hasta ese momento entendí que también estaba llorando— creyeron que era yo. Ellos la mataron pensando que era yo. Pude haber sido yo ¡Pude haber sido yo!
—Vanesa, necesito que te calmes ¡Ya!—Dijo Mario con voz firme y seria. Yo cerré la boca, pero seguí llorando y temblando. Se pasó las manos por el cabello y luego la cara—Toma algo de ropa. Tenemos que salir de aquí.
—No, Mario, tenemos que llamar a la policía.
— ¿Estás loca?—Preguntó mientras cerraba la puerta, dejando solo el cuerpo de Carolina— Y si preguntan porqué crees que la mataron ¿Qué les dirás? Serás la principal sospechosa. Tenemos que esperar a que esas personas que te cuidan, vengan y hagan algo con el cuerpo.
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SANGRE Y PÓLVORA │COMPLETA
ActionElla está en peligro. Quieren asesinarla y no sabe el por qué. Tiene ocho meses para huir de la muerte, mientras descubre la identidad de sus enemigos y el motivo por el que quieren matarla. Sin embargo, hay algo que debe saber: Todos le mienten. ...