Capítulo 11 Ea ea

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Lexa atrajo a Clarke para besarle de nuevo, más desenfrenadamente encendiendo cada centímetro de su epidermis, rodó hasta posicionarse encima de la rubia y se quitó la camiseta, tirándola junto a las prendas que se había quitado Clarke, mientras la morena le llenaba de besos, le hacía temblar al sentir su piel caliente, llevó sus manos al broche del sujetador de Lexa y lo desabrochó, aprovechando para volver a rodar y quedar encima otra vez de Lexa, que nunca había sentido pudor al quedar desnuda, para ella la desnudez era algo natural, pero sentir la mirada fija y llena de deseo de Clarke mientras quedaba expuesto su torso desnudo, era otra cosa, se mordió el labio inferior y acarició uno de sus senos:

– Ojalá tu primera vez fuera en otras condiciones– Lexa le acarició suavemente– fuera más perfecto.

– Clarke– la atrajo hasta que sus labios quedaron a escasos centímetros– si de algo aprendí la vida es que la perfección no existe– acarició su espalda dejando una hilera ardiente sobre la piel de Clarke– se puede rozar la excelencia y permite mi osadía al decirte esto, pero solo con tu mera presencia hace de este momento especial, solo quiero estar contigo.

Después de escuchar esa típica frase que diría un cantamañanas, Clarke movida por el deseo carnal o, mejor dicho, movida por los deseos de su pepitilla, comenzó a quitarse los pantalones con cierta necesidad. Lexa alzó una ceja:

– ¿Siempre lo haces todo corriendo?

Clarke que ya tenía la prenda por los tobillos y peleaba con las piernas para quitárselos:

– ¿qué?

– ¿tienes planes para hoy que lo quieres hacer todo con prisa?

La rubia se tumbó a un lado, vale tenía que recordar que era la primera vez de Lexa, que debía de ir lento, cariño y aunque su pecho ardía, metafóricamente hablando, estaba acostumbrada a los aquí te pillo y aquí te mato, nunca en su puñetera vida había hecho el amor, puede que esa fuera también una primera vez para Clarke.

Lexa se apoyó con un antebrazo para mirar la cara de Clarke, parecía estar aterrada, la morena preocupada porque ésta se hubiera arrepentido, le acarició con el reverso del dedo índice y corazón:

– ¿qué ocurre?

Clarke suspiró:

– Es que nunca he hecho... nunca he estado...

La rubia, no se le daba bien hablar de sentimientos, de eso ya nos vamos dando cuenta. Lexa dibujó media sonrisa y levantó las cejas:

– Pensaba que habías perdido la inocencia hace tiempo, señorita Griffin.

Clarke puso los ojos en blanco, se puso a la altura de Lexa y pasó un brazo por su cintura:

– me refiero a que nunca he estado con alguien que me llegue a importar de verdad– retomo los besos en el cuello de la morena– nunca he hecho el amor.

Lexa esbozó una pequeña carcajada al escuchar aquello. Tampoco es que exigiera mucho, no quería velas ni cenas románticas, ni si quiera sabía cuál era la diferencia entre hacer el amor y como le llegó a explicar la rubia, entre el termino follar, solo quería estar con Clarke. Ésta la miró con el ceño fruncido, no sabía dónde estaba el chiste. La morena se levantó de la cama y sin decir ni una palabra más se quitó las botas, los calcetines... ni iban a ser tan frikis como para hacerlo con ellos puestos... siguió quitándose los pantalones junto a la ropa interior hasta quedarse completamente desnuda. Si Clarke fuera loba, sus ojos no serían color ambarino, tendría dos luciérnagas como iris. Estaba perfectamente definida, como si le hubieran esculpido el mismo Michelangelo, se incorporó un poco y procedió a terminar de quitarse la ropa que seguía enganchada en sus tobillos con las manos. Se contemplaron mutuamente, con respiración entre cortada, Lexa se tumbó de lado junto a Clarke:

Marca salvaje: solitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora